Cuando se mezclan los negocios, el placer y la venganza

El resto de la tarde me la pasé rememorando las cosas que habíamos estado conversando con Karina y aunque me hacía sentir muy bien el tenerla en mente, algo en mi interior hizo que mis alarmas se dispararan, acaso ella estaba provocando en mí una atracción tan fuerte como para tenerla en mi mente todo el tiempo. Mi esposa como vería aquello si se lo comentara, ¿Acaso debería revelarle esto o debía mantenerlo para mí? No sabía qué hacer, ya que por un lado no quería preocupar a Tatiana, pero tampoco quería engañarla bajo ningún aspecto.

Tras mucho meditar me convencí de que apenas y eran alucinaciones mías, no era más que una ilusión de mi parte, Karina jamás se fijaría en un hombre como yo, acaso no había muchos chicos, más guapos, altos, jóvenes y principalmente sin compromisos. Estaba haciendo castillos en el aire, por lo que finalmente decidí que no le contaría nada a Tatiana, para qué confundirla o atormentarla más.

En la noche me sentía particularmente animado, las cosas en lo laboral no estaban mal, aunque podrían estar mejor si el nuevo proyecto se hubiera concretado, pero al final la vida era así. Camino a casa me encontré con Tatiana y regresamos juntos a casa, ella para mi ver estaba al igual muy animada, íbamos caminando hasta llegar al parqueadero cuando pregunté sobre su reunión de la tarde y ella me indicó que había ido a ver a Susana, que la había llamado para que fuera sola y que optó por no comentarme para no preocuparme…

– … y ¿qué fue lo que te dijo? – pregunté bastante expectante frente al motivo de aquella llamada.

– Primero me dijo que habías ido antes… – me dijo con una expresión extraña en su rostro, no sabía definirla, no era sorpresa, aunque podría ser incertidumbre. – No sabía nada y me ha tomado por sorpresa, pero al final me ha dicho que era natural, que había cosas que en pareja no se puede decir, al menos en las primeras veces. Eso al inicio me preocupó más, aunque Susana después me indicó los motivos por los que fuiste y me tranquilizó un mucho.

– No te lo había comentado… creo que me daba un poco de vergüenza… Aunque no se por qué, no tratamos temas que no conozcas, aunque he de confesar que no tenerte a mi lado si se me hace más fácil.

– Igual me pasa mi amor… creo que a pesar de todo es más sencillo hacerlo cada uno por nuestra cuenta, aunque también deberemos ir juntos… Susana me ha dicho que quiere que nos reunamos nuevamente ya que tras esta primera sesión las cosas han cambiado un poco y el tratamiento también debería ajustarse.

Me sentí extrañado y preocupado por las palabras de Susana, yo sabía que algo había cambiado al charlar con nuestra psicóloga, pero no conocía los detalles de la conversación con mi esposa, por lo que esa incertidumbre me estaba consumiendo.

– Y ustedes, ¿Qué conversaron? – pregunté algo cobardemente, pero con intención de saber.

– Pues al principio no sabía cuál era el motivo de la cita y si debíamos o no estar juntos, pero luego Susana me tranquilizó y me comentó lo que ustedes habían tratado, me explicó tu esfuerzo en abrir tu mente y tu corazón frente a lo que sucedió y tu valentía al reconocer las cosas que sentiste… Lo que al final me pidió es que hable contigo y tenga paciencia para que tú también puedas abrirte conmigo.

– Yo no creo que fuera para tanto… aunque si he tratado de sincerarme… -dije sin saber que tanto habrá dicho Susana de lo que yo le conté, por lo que opté por contraatacar – ¿Y tú que le has dicho?

– Me dijo que preguntarías – respondió sonriendo como si aquello ya hubiera estado pactado o fuera un acto del destino – y me pidió que fuera sincera contigo también y… yo fui a contarle que bueno… durante estos días he estado un poco alterada… ya sabes, una tiene necesidades también… y no quiero que te imagines nada, pero he necesitado pajearme cada vez más y claro tras los juegos que tuvimos, pues las hormonas se alborotan y… me he sentido muy necesitada…

No sabía si sonreír ante la idea de que Tatiana hubiera ido a contarle eso a nuestra psicóloga o comenzar a llorar ya que mi esposa necesitaba de algo que se suponía yo era su proveedor. Seguramente esa conversación se mezcló en algo con la que yo mismo había tenido con ella y aunque no sabía la dirección que podía tener, estaba seguro de que no era para nada bueno. Comenzamos hablando de Susana, del tratamiento y creo que incluso algo de las necesidades que mi esposa tenía y que en ese momento me era casi imposible de satisfacer, más al final venía la pregunta que había estado esquivando.

– Y tú mi amor ¿Qué fuiste a contarle? – me preguntó mi esposa mientras nos sentábamos en un sillón los dos juntos, ya habíamos llegado a casa, pero la conversación estaba lejos de terminar.

– Yo… lo que pasa es que… he tenido sueños sabes, aunque más bien podría decir que han sido pesadillas… He tenido terribles pesadillas en las que terminas abandonándome… en las que me encuentro frente a la realidad de que prefieres irte con otro hombre y al final abandonarme debido a que soy impotente… – sonaba patético, pero era lo que al fin me estaba carcomiendo.

– Noooo mi amor… No te sientas así, yo estoy aquí… contigo… No voy a dejarte… No te preocupes…

– Pero no es solo eso… bueno tengo que contarte algo que no he dicho de aquella noche…

Pude ver como mi esposa se comenzaba a tensar ante el hecho de tener que hablar nuevamente de lo sucedido, más aún cuando yo le terminaba enfatizando en que ella no sabía todo lo sucedido. Al final cerré mis ojos y sin poder verla directamente abrí mi mente a los recuerdos de aquella noche y le conté todo lo que había vivido, sentido y principalmente visto de ella. Traté de no omitir ningún detalle de lo que había sucedido, ya que con ello esperaba poder recuperarme, así como me había dicho Susana.

Cuando al fin pude abrir mis ojos, pude ver a mi esposa como aún sostenía entre sus dedos los míos, pero sus ojos eran un mar de lágrimas y su rostro mostraba el terrible dolor que estaba soportando al escuchar todo lo que yo tenía dentro.

– … y hasta ahora las imágenes de ustedes follando no se apartan de mi mente… No puedo dejar de recordar como tú disfrutaste con él y como al final terminaste entregándote… y para ser completamente sincero, creo que incluso disfrutaste más con él que conmigo…

– Perdóname Julián… No había querido lastimarte… No debiste vernos, debió haber sido una experiencia terrible para ti… No debiste…

– Al final mi cordura no pudo impedir que los viera y mírame ahora… creo que finalmente eso es lo que me ha todo lo que estamos viviendo el día e hoy.

– Por supuesto… pero ¿Por qué no me lo dijiste antes?

– Vergüenza creo yo… no sabía cómo se le confiesa a la mujer que amo, que la vi con otro hombre, no sabía que pensarías de mi… Y creo que no quería escuchar que efectivamente él resultó mejor amante y que ahora lo preferías en lugar que a mí…

– No seas tonto mi amor… jamás diría algo así… yo nunca preferiría a aquel tipo en lugar que a ti… Yo te amo y seguiría a tu lado a pesar de cualquier cosa…

– ¿Incluso si no llego a recuperarme? – pregunté con suspicacia, aunque con algo de temor a la respuesta.

– Claro bobo… tú eres el amor de mi vida y no te cambiaría por nadie…

Al final de la noche había sentido un alivio terrible en mi mente y mi cuerpo, incluso llegué a pensar que aquellas palabras con mi esposa seguramente me habrían liberado del peso tan terrible de la impotencia. Así mientras dormía, apegué mi cuerpo al suyo, sintiendo sus curvas y sus formas, sintiendo toda su femineidad a mi lado y por un segundo pude sentir como mi miembro revivía de su letargo. El inicio de una erección me estaba llegando y una alegría me estaba invadiendo, seguramente aquello era lo que realmente había necesitado para recuperarme.

Tras unos pocos toqueteos Tatiana también se despertó y sintiendo mi avance rápidamente se puso frente a mí y comenzó a besarme y acariciarme, dejando su cintura y su pecho libres para que mis manos pudieran acariciarlos a placer. Mi erección llegó a ser algo más que incipiente cuando mi esposa al darse cuenta tomara la iniciativa y la engullera rápidamente entre sus labios, podía sentir el calor de su lengua y el húmedo sentir de sus labios, mientras me sujetaba fuertemente de la base de mi polla, que apenas y tenía una ligera firmeza.

Tatiana empezó a esmerarse en hacerme disfrutar y principalmente a liberarme de aquella prisión de la flacidez, mi polla estaba ya manteniendo una firmeza algo aceptable cuando cerré los ojos e intenté dejarme llevar por el placer que me estaba dando mi esposa.

Mientras intentaba dejar mi mente en blanco y concentrarme únicamente en la placentera sensación de sentir mi polla entre los labios de mi esposa, una ráfaga de imágenes volvió a mi mente en forma abrupta, nuevamente invadieron mi mente las figuras de Tatiana y Paul mientras follaban en aquella habitación, esa sensación que era hasta ese minuto agradable comenzó a provocarme desazón.

Traté de liberarme de todo, espabilarme y no pensar en nada más, abrí mis ojos para concentrarme en mi esposa, pero lo único que vi era la imagen de Tatiana chupando una verga que extrañamente ya ni siquiera veía como mía. Me sentí como en la dimensión desconocida, por lo que cerré nuevamente mis ojos donde la imagen de mi esposa con otro volvió a mi mente casi inmediatamente. Aquello estaba convirtiéndose en una tortura en lugar de ser algo placentero; al final intenté no pensar en nada y relajarme, aunque en el fondo de mi ser sabía que sería inútil.

Pronto la imagen de mi esposa en el cuarto junto a Karina y Paul vino a mis ojos como si hubiera vuelto a estar nuevamente en aquel hotel. Cual, si de una filmación se tratara, veía cada detalle de lo sucedido entre ellos, mi mente me traicionaba una vez más y lo que se veía como una erección naciente comenzó a convertirse en una triste decepción. Lo que antes hubiera jurado que se convertiría en una firme propuesta para una noche de sexo terminó siendo una más de mis frustraciones. Pese a intentar concentrarme en mi cuerpo y no en las imágenes de mi cerebro, no pude mantener el control y al final mi nerviosismo ganó una vez más.

Los intentos casi desesperados de mi esposa se mostraban ya inútiles incluso para ella, que, ya dándose por vencida, pero sin pretender hacerme sentir mal me fue besando el torso hasta volver a mi boca, que en un amago de dulzura devolvió esos besos. De mi parte intenté recompensar a Tatiana mostrándole mis habilidades en darle sexo oral, pero mi silenciosa propuesta fue rechazada por mi esposa.

No mi amor… déjalo así… no te preocupes, yo estoy contigo en todo y bueno ya lo disfrutaremos juntos…

Besé su boca y acaricié su rostro, mi esposa me miraba con ternura, aunque hace unos minutos esos mismos ojos me observaban con pasión. Me sentí patético en ese momento, podría haber sido un paso para mi recuperación, pero al final de la noche solamente fue una decepción más, que no solo me alejaba más de mi esposa, sino que me hundía en una profunda desesperación. Tatiana se conformó con abrazarme e intentar dormir a mi lado, pero yo seguía despierto y preocupado en cómo podría mi esposa soportar aquella escases de sexo en la que yo la había arrastrado.

Las siguientes tres semanas no hubo nada que altere las cosas que venían sucediendo y aunque sabía que mi esposa estaba muy ansiosa por lo que habíamos estado viviendo durante todos esos meses, ella se mostraba cariñosa y atenta frente a mí, ese último intento me había dejado más afectado de lo que yo mismo hubiera querido reconocer y creo que mi semblante si se mostraba de esa forma. Las cosas aparentemente mejoraban ya que al menos logré tener una erección medianamente decente, pero todo se había ido al caño al no poder mantenerla, por lo que me producía más y más angustia. Las imágenes de mi esposa con Paul seguían atormentándome e incluso creo que más de lo que yo mismo suponía, por lo que decidí que lo mejor sería poder contar con Susana para buscar sentido a todo, pero lastimosamente ella había tenido que viajar también y no había podido verla.

Así vivíamos esos días cuando de pronto nos informaron que el contrato que suponíamos perdido había sufrido un cambio al encontrarse serias fallas en la empresa que se había resultado ganadora y por tanto declararon desierta la adjudicación. Eso nos presentaba una nueva oportunidad y nos obligaba a viajar velozmente para encontrarnos con los ejecutivos contratantes, por lo que en un abrir y cerrar de ojos estuve sentado en un avión viajando con Karina hacía unos días donde negociaríamos el futuro de aquel contrato. La fallida adjudicación había hecho que el proyecto se encuentre retrasado y debido a temas salariales e impositivos de no iniciar lo antes posible les provocaría pérdidas económicas importantes, por lo que reactivarlo y ponerlo en marcha era para ellos era algo urgente. Con ese antecedente nos convocaron a las dos empresas que, aunque habíamos perdido, teníamos ya casi todo el conocimiento para ejecutarlo y por tanto se esperaba que pudiéramos empezar mucho más rápido que otra que no estuviera preparada.

Las reuniones con los clientes serían rápidas y concisas, pero necesarias para evaluar la próxima ganadora. Nos encontramos cara a cara con el equipo negociador de una empresa argentina que pugnaba por ganar el contrato, una preciosa mujer lideraba el grupo, su nombre era Nora y representaba nuestra contraparte en aquel negocio; como parte del equipo también se encontraba Damián que era el segundo a bordo, un muchacho joven y muy simpático de ver, aunque un feroz contrincante en la mesa de negociaciones. Las cosas con ellos habían resultado en un juego de pulso entre nuestra empresa y la de ellos, en el que pudimos observar puntos extremadamente fuertes en cada uno y debilidades en otros.

Tras tres días de agotadoras reuniones y extensas noches preparando informes y propuestas, llegamos a un punto en que las cosas se decantarían ya únicamente por el pensar de nuestros contratantes. Yo en un inicio pensé en que sería duro pero viable ganar ya que me consideraba un negociador audaz, pero Nora mi contraparte se presentaba como una rival mucho más que digna y había incluso llegado a provocarme y enfadarme para poder ganar partido, más hubo un factor que no consideré al principio, pero resultó decidor.

La presencia de una novata como Karina en las mesas de negociación en lugar de generar una traba resultó increíblemente útil, mi bella acompañante resultó ser una excelente conocedora expresiones y sensaciones que la gente tiene el momento de negociar, lo que condujo en que pudiera reconocer los temores y fortalezas que nuestra parte no pudo ocultar pese a todas las poses y ferocidad que demostraban.

– … lo presiento Julián, diría que casi estoy segura de eso – me decía Karina en un receso que tuvimos tras unas largas horas de reunión – Ellos saben que esa parte del trabajo no lo podrán hacer y lo tendrán que subcontratar.

– ¿Por qué supones eso? Yo vi a Nora tremendamente segura de hacer esa propuesta y dudo que se hubiera preocupado por no cumplir con las tareas.

– No la miré a ella… fue Damián quien se delató… Estoy segura de eso, él no pudo disimular su inquietud al momento que estábamos tratando el tema, vi su rostro de sorpresa cuando Nora comentó que no tenían problema en cumplir todo…

– ¿Estás segura? No te habrás confundido.

– No, estoy completamente segura, yo se reconocer las caras de angustia de la gente y casi estoy segura de que tienen más de un problema para cumplir las metas.

– Pues si esto es así, tengo una muy buena idea, que tal vez nos haga ganar a todos… Es mejor asociarnos y trabajar juntos… pero ya veremos.

Aunque era muy entrada la noche tomé mi teléfono y envié un mensaje a Nora, habíamos intercambiado los números por mera cortesía, pero en ese momento me resultó muy útil. Le pedía que se comunicara conmigo en cuanto tuviera un tiempo, llegué a pensar que llamaría en la mañana siguiente ya que pasaron 10 minutos y ni siquiera había visto mi mensaje. Trabajamos aproximadamente una hora más hasta que nos dimos cuenta que estamos agotados completamente por lo que estaba despidiéndome de Karina, un beso en la mejilla y un pequeño abrazo hizo que mi piel se erice, aquella chica era sumamente atractiva y bueno creo que las necesidades de mi cuerpo comenzaban a generar más y más ansiedad, cuando mi teléfono sonó.

Inicialmente pensé que se trataba de mi esposa, pero luego reconocí el número de Nora, seguro había estado meditando qué era lo que quería con aquel mensaje. Me tomaba por sorpresa, pero tomé valor y respondí, puse en altavoz ya que quería que Karina escuchara. Charlamos unos segundos antes de que me haga la pregunta de rigor, ¿Por qué la había contactado?, su voz sonaba inquieta e incluso ansiosa, pero para nada preocupada.

– Mira Nora, solamente se me ha ocurrido una idea para la negociación que creo que nos favorecerá a todos…

– Ooooh, yo que pensé que al fin me invitarías a salir… Pero me interesa… Contame…

No supe cómo interpretar sus palabras, acaso una burla o una insinuación, preferí desentenderme de ello y explicarle cual sería el plan que pretendía hacer que todos logremos una buena tajada de aquel pastel.

– Creo que esta lucha por conseguir el contrato nos está desgastando más de lo necesario, tengo la impresión de que, si nos asociamos en lugar de oponernos, sería la forma en que podemos cumplir con todo el contrato y salir ganando…

– Y por qué crees eso… Acaso sabes que no podrás cumplir con todo… Seguro has estado pensando en tercerizar mucho del contrato ¿verdad?

– Casi lo mismo que tú… pero yo me he anticipado…

– Creo que solo es tu temor a perder… está claro que no podés hacer frente a todo y necesitas nuestra ayuda.

– Mira Nora, te llamaba porque pienso que cuando gane voy a demorar más tiempo en buscar a otras empresas terceras que contratarte a ti y además mis precios subirían… Te propongo que te retires de la propuesta con la promesa de subcontratarte… te parece…

– ¿Y por qué mejor no te retiras tú y vos esperás a que te subcontrate?

– Tu sabes que vamos a ganar… déjalo así y mejor nos adelantamos en los cronogramas… Pero no decidas ahora… sería lo más prudente que lo consultes y mañana conversamos…

– Jajajaja… Estás loco Julián… pero mejor tu pensátelo…

Nos despedimos poco después, había logrado sembrar la duda en Nora, claro que ninguno haría eso, pero seguro mañana me propondrá mejor un acuerdo para asociarnos y de esa forma hacer cada uno una parte del contrato. Estaba confiado en que me había entendido bien lo que en realidad le estaba proponiendo.

– Pero no dijiste que era mejor asociarnos…

– Si, y eso es justo lo que le propuse… Pero necesito que sea ella quien lo diga…

– Eres… eres… eres bueno en esto… – dijo algo perpleja Karina, ese momento pude ver algo en sus ojos que me dejaron desconcertado, era un brillo muy intenso, era algo así como ver los ojos de alguien que ha descubierto la alegría. – ¿Pero por qué no lo dijiste directamente?

– Bueno, estoy seguro de que ella ahora está pensando en la propuesta y lo más fácil es rechazar la mía y proponer la suya… que espero sea una colaboración de las dos empresas… ahí yo me haré el sorprendido por su suspicacia y todos ganaremos… Pero siempre que ellos acepten, caso contrario seguiremos igual…

– !Siiii… estoy segura que aceptara¡

– Si, y todo gracias a ti… Buen trabajo compañera…