Conociendo el límite de la perversión

Hacia poco más de un año que se habían establecido como pareja. No habían dado el paso de vivir juntos, pero si que habían iniciado una relación estable donde cada fin de semana ella venia a dormir a su casa, o iban juntos a la casa de la playa.

– Hijo, esa mujer es una destroza hogares, seguro que lo entiendes. Solo tiene 9 años más que tu, y ya anda liada con tu padre, un hombre de 50 años. Si por lo menos fuera atractiva.

Ana, era la nueva pareja de su padre. Una mujer de 29 años, bajita, ligeramente redonda y cuyo único atractivo era un pelo rubio platino y unos ojos azules intensos. Él tampoco veía como podía gustarle aquella mujer. Su madre, estaba como loca, la separación le había afectado muchísimo, y saber que su ex-marido estaba con una mujer mucho menos atractiva que ella, le ponía de los nervios.

Él, Marcos, por estudios, había decidido que lo mejor era vivir el mayor tiempo posible con su padre, pero mantenía la promesa que en cuanto acabase la carrera volvería con su madre.

Pero de mientras su madre tenia otros planes.

– Tienes que encontrar lo que sea. Esa mujer esta jugando sucio. Me imagino lo peor. Algo se trae entre manos. Tu padre no tiene tanto dinero como para que valla a por él una caza fortunas. Esa mujer no es atractiva. Y lo mejor, tu padre nunca ha sido brillante en el sexo, eso tampoco puede ser.

– Joer mama, no hables de esas cosas.

– Ya eres mayor, tus padres tuvieron actividad sexual, pero tu padre siempre fue un aburrido. Has de encontrar que es. Espiarlos y contármelo. Prometeme que lo harás.

Su madre estaba siendo un poco exagerada, pero era cierto. Aquella mujer, Ana, era demasiado joven para su padre, y su popropía madre, siendo bastante mayor, era mil veces más atractiva y sensual. Algo de razón tenia. Su padre era un hombre tranquilo, puede que si fuese aburrido. No era del tipo de hombre que fuese a por sexo. De eso estaba seguro. Cumpliría los deseos de su madre, y los espiaría.

La oportunidad se le presentó ese mismo fin de semana. Ana le invitó a ir junto a su padre al apartamento de montaña que tenia ella. Un dublex con ático y salida al exterior, en un pueblo mediano, en una zona no excesivamente turística en medio de las montañas. Una zona excelente donde hacer deportes de aventuras. Ir con su padre y su nueva novia no era un buen plan, pero pensó en su madre.

No perdió el tiempo, fue a investigar tan rápidamente como pudo. Lo dejaron un rato solo, y lo aprovechó. Ellos salían a comprar la cena, y él dijo que no tardaría en salir a buscar algo de ocio nocturno. Evidentemente no salió. Rebuscó, por todos los armarios, cajones, estanterías, cajas…. Todo lo que encontró fueron objetos personales. En la habitación de ella, que tenia una cama excesivamente pequeña para ser de matrimonio, solo encontró ropa interior demasiado atrevida para aquella mujer, algunos juguetes eróticos y un par de botes diferentes de lubricantes aromáticos. No tenia ni idea si su madre también tenia esas cosas, lo que si que quedaba claro era que aquella mujer era activa sexualmente. No era lo que buscaba, aquello era insuficiente. Tampoco tenia esperanzas de encontrar información tan rápido.

Aquella habitación tenia una puerta que daba acceso a una planta superior privada. Ana no se la había enseñado. Un pasillo estrecho daba a una escalera corta, a un descansillo, y para su desgracia a una puerta que parecía cerrada con llave. Por el cristal veía que era una terraza pequeña con una zona de descanso sencilla. Si, sencilla, pero bonita. Volvió a bajar.

– ¿No esta? Marcossss!!!- Era la voz de su padre.

Se le heló la sangre. Aquello era una ratonera. Si salia por la puerta, sabrían que estaba espiando.

– Si que se ha ido rápido. Si no hemos tardado nada en volver.- Esa era la voz de Ana, y sonaba muy cerca.

– Mejor.- dijo con una risita su padre.- Eso quiere decir que acaba de salir, no tenia llaves verdad? Vamos a aprovechar ahora, que por la noche seguro que te oye gritar.

– Tu si que vas a gritar, suplicando que te deje correrte otra vez en la boca. Hoy te voy hacer sufrir de lo lindo.

Hay dios, pensó. Estaban en la habitación y estaban apunto de hacerlo. Miró por una ranura de la puerta. Sí allí estaban, encima de la cama besándose.

– Joer, me van a pillar.- se dijo para si mismo.

Luego comprendió, que aunque no fuese de gran ayuda, puede que grabarlos le fuese útil a su madre. Era arriesgado, pero desde aquella zona, era fácil poder espiar sin que lo viesen. Sobre todo si mantenían solo la luz de la mesita de mesa encendida, y se dedicaban a follar tumbados de forma aburrida.

Pronto descubrió que tanto su madre, como él, estaban equivocados. Aquella pareja si estaba por el sexo. Los gritos orgásmicos de Ana empezaron casi al instante. Una locura, que le ponía a él, con su juventud y sus aventuras, por los suelos en lo que era sexo salvaje. Ana no se cortaba, animaba a su padre a reventarle, a que le diera fuerte y que la metiera profundamente.

Fueron solo unos pocos minutos, en los que su padre se puso encima de ella, en la clásica postura del misionero, y descargo toda su furia y energía. Era excelente postura para poder gravarlos. Parecía que habían acabado.

– Vas muy bien, te falta fondo, pero ya no te corres tan rápido. – Dijo Ana saliendo de debajo. – Hoy te has ganado el premio.

Se escondió tras la puerta rápidamente. Ahora era mejor que no los espiara. Esperaría a escuchar gemidos de nuevo.

– Joder que culo tienes. Como me gusta esto. Que maravilla.

– Tu dejame hacer. Voy a sacarte todo lo que tienes.

Tuvo la tentación de mirar. Estaban ya metidos en faena, y era el momento.

Se quedó blanco cuando al mirar, se encontró a Ana subida sobre su padre, en la postura inversa, cabalgando de forma lenta y sensual. Su padre estaba tumbado y quedaba tapado por el cuerpo de ella. Pero a ella, la tenia justo en frente, a muy poca distancia. ¿Lo había visto? Se volvió a esconder rápidamente.

Estaba seguro que ella lo había visto, lo había mirado, e incluso había sonreído un poco. Se le puso completamente dura con la visión de su cuerpo. Tenia unos pechos enormes y duros, blancos, con unos pezones bien marcados. No se la veía tan gorda desnuda. Las curvas eran marcadas y sensuales. Joder, pensó, se había excitado con aquella mujer? Lo tenia claro, era puro fuego, y conociéndola, era normal que su padre se perdiera. Siendo sincero, a él mismo le gustaría probar aquella mujer.

Se había excitado mucho. Ahora no iba a mirar por espiarlos, era por pura excitación. Su pene había tomado el control. Se quería ver follar aquella mujer.

Se asomó, y fue consciente de que ella lo estaba viendo. No era difícil ser consciente, le había giñado un ojo, le sonreía mientras gemía y se corría, e incluso se había llevado un dedo a la boca para que indicarle que se mantuviera callado. Quería que participara como espectador.

Ella estaba tumbada entre las piernas de su padre y movía las caderas de una forma que no había visto nunca moverlas. Sabía que su padre se lo tenia que estar pasando en grande. En su mente se hizo la visión de ver aquel culo, mostrando el sexo abierto siendo penetrado. Él ya se habría corrido. Solo de pensarlo creía que se iba a correr.

Ana volvió a realizarle un gesto. Que mirase, que mirase con los dos ojos? Y señalo la polla de su padre. Y se señaló la boca.

– Joder, quiere que vea como se corre en su boca.- Se dijo casi en voz alta. – Esta mujer es una obsesa.

Posiblemente ella podía verlo tan bien que interpretó su cara. Le hizo una negación con el dedo. Y volvió a indicarle que mirase. En ese momento, ella podía comunicarle lo que quisiera, sus muslos y su coño tapaba cualquier tipo de visión o sonido que pudiera llegar a su padre, y este parecía muy entretenido comiendo aquel coño rubio.

Mientras masturbaba a su padre, y empezaba a chupar la punta, otro mensaje muy claro. Le señaló a él y le hizo el gesto de masturbar. Luego otro dato, se señalo a ella misma, y a su padre, y luego a él. Ese mensaje era claro, si no se masturbaba, se lo diría.

– Comemela, ya!!!- Dijo su padre sacando un poco la cara de entre aquellos muslos.- No aguanto.

– Te dije que te iba hacer sufrir. Quiero que sea divertido. Quiero ver como te corres poco a poco, y si no lo consigo me voy a enfadar. – Esto ultimo, lo dijo mirándolo a él, y señalándolo.

Ahora no había duda, quería verlo como se masturbaba. El tenia unas dudas enormes, pero estaba completamente salido. Tenia una carga de semen enorme pendiente de ser descargada. La imagen de Ana comientole la polla a su padre, de forma sensual y lenta, no ayudaba. Empezó a tocarse. Ana le sonrió con la polla en la boca.

Le hizo un gesto otra vez. El mensaje era claro. Su padre no veía, así que quería que se asomara un poco y le dejara ver como se masturbaba. La pareja parecía estar disfrutando muchísimo. Y él, apoyado en el marco de la puerta, con la polla completamente fuera, se masturbaba completamente fuera de sí.

Se corrió al instante con la sola visión de la boca de Ana expulsando el semen que no podía tragarse. Chupando con vicio el tronco y recogiendo las gotas para que no se escaparan. No era que se tragara el semen por placer, lo estaba haciendo de forma visible para que él lo viera, para excitarlo aún más.

Justo cuando dejó de correrse, comprendió el enorme error que había cometido. La primera eyaculación había salido violentamente, con demasiada fuerza, a presión, y había cruzado casi la habitación. Ahora estaba allí en medio, y el no podía ir a limpiarla. Entró otra vez a su escondite, presa del pánico.

Hizo la ranura de la puerta lo más pequeña que pudo, mirando acojonado si llegaba su fin.

– Toma, anda, limpiate. – Le dijo Ana tirandole una toalla.- Y no te muevas, aún no he terminado.

Completamente desnuda, se dirigía hacia su escondite. Llevaba una toalla en la mano, una pequeña, la dejó caer muy hábilmente encima de su corrida, se agachó a recogerla, limpiando aquella enorme mancha. Su padre ni se enteró, estaba demasiado concentrado en no olvidarse de respirar.

Ana entró en el pasillo y cogiéndolo de la mano, lo llevó escaleras arriba.

– Eres un autentico semental, niño. Te ha gustado el espectáculo?

Estaba demasiado cerca de él. Podía sentir su calor, su sensualidad. Quería follarsela. Ponerla cara a la pared, y darle con todo lo que tenía.

– ¿No respondes? – Le metió la mano entre los pantalones.- Te has corrido como un elefante, no puedes negar que te ha gustado.

Le sacó la polla, sin que él se opusiera, o hiciera ningún tipo de gesto. Estaba demasiado sorprendido por todo. Ella se agachó y se la chupó.

– Me gusta tu semen. Pero quiero probarlo en serio. ¿me dejarías?.- Y lo besó en la boca. – Estoy segura que puedo enseñarte muchas cosas a ti, y de paso podrías darme la caña que me falta y tu padre no me da.

Él solo pudo asentir con la cabeza.

– Mira, si quieres volver a espiarnos, cosa de la que estaré encantada de que hagas, solo tienes que mirar en esta repisa. – Sacó una llave del marco.- Salgamos.

La terraza era más grande de lo que parecía, y en un lado había un sofá bajo una cubierta de madera. Las vistas daban a la montaña, y ella podía ir completamente desnuda que nadie la vería.

– Ese muro da al terrado de la escalera. Es fácil saltar, por eso cerramos con llave. Encontraras otra llave en el comedor. Si estas fuera, puedes entrar por aquí y espiarnos follar. – Y le guiñó un ojo. – Sal a la calle bajando por la escalera y date una vuelta. Cuando estés tranquilo vuelve. Pero danos tiempo a terminar.

Eso hizo. Estuvo como una hora fuera de casa, supuso que era tiempo suficiente para un segundo asalto largo. Ya estaba calmado, tenia hambre y no encontraba nada que hacer. En su mente solo había sitio para aquellos ojos azules mirándole mientras el se corría en su boca.

Su madre estaba equivocada. Aquella relación era solo puro sexo. Era, seguramente, orgía tras orgía, perversión tras perversión. Y ahora Ana lo había incluido a él en la ecuación. Miró un par de veces el video. Los gritos de Ana podían ser fingidos, pero no se lo parecía. Aquella mujer vivia el sexo, lo disfrutaba de verdad, y no le daba ningún miedo reconocerlo. Él también quería una mujer así en su vida.

Cuando llego a casa, ellos ya estaban fuera de la cama, vestidos y preparados para salir.

– Marcos, sabes si el colmado esta abierto ya? – Le pregunto su padre.

– Creo que si.

– Bien, bajamos otra vez rápidamente, que antes no pudimos comprar.

Nadie hizo preguntas, ni se sorprendió por aquella extraña situación. Los tres tenían algo que esconder. Aunque Ana parecía no querer esconder nada y se mostró excesivamente cariñosa con él.

Cenaron en casa y luego salieron juntos a beber y conocer la escasa actividad nocturna de aquel pueblo. No era la mejor temporada y eso estaba claro. Encontraron un bar tranquilo y pasaron un par de horas hablando con tranquilidad y conociéndose. Cuando volvieron, su padre estaba visiblemente perjudicado por el alcohol. Marcos, solo estaba algo mareado, estaba mucho más acostumbrado a beber que su padre, parecía. Quien no parecía nada afectada, era Ana, que se había controlado muchísimo al beber.

En aquella situación no había mucho más que hacer, todos se fueron a dormir, y la noche estuvo tranquila, aunque a marcos no le dejaban de venir imágenes de sexo duro, iguales a las películas porno.

Le costó dormir, debatiendo si masturbarse pensando en Ana, o esperar por si la fortuna le sonreía y podía follársela con todo. Follar con ella, quizás era demasiado, pero no lo veía improbable. Si se la encontraba a solas, lo intentaría.

Soñó que follaba con ella a lo loco, dejando en el acto hasta el ultimo aliento. Que le destrozaba el coño con embestidas fuertes. Que follaba como un animal y ella lo gozaba con esos gritos que ya se le habían metido en la cabeza. Sintió una fuerte erección, de aquellas que duelen, de las que con pantalones, aprieta y queda visible el tronco. Estaba medio despierto, necesitaba liberar a la bestia.

Se estaba imaginando a Ana, en la misma postura en la que se puso en la tarde anterior, arrodillada y chupándole la punta llena de semen. Solo que esta vez, era para comérsela de verdad, para que el violento orgasmo acabara dentro de su boca.

No podía aguantar, el sueño de estar con Ana y que esta se la comiera, era demasiado real. Incluso podía sentir como se la comía lentamente mientras lo miraba con aquellos ojos azules y aquella sonrisa de adicta.

– Incluso siento la humedad de su boca.- Murmuró despertándose.

El sol estaba apunto de salir, podía ver claramente los primeros rallos. Aun era pronto. Alargó la mano para sacar la polla de su prisión.

– Peroooooo!!!!- Exclamó sorprendido.

– Si que has tardado en despertarte, ya pensaba que te ibas a correr dormido.

Ana, metida entre sus piernas, tumbada con casi medio cuerpo fuera, masturbaba su enorme miembro mientras lo chupaba lentamente, como si fuera un helado.

– Que pollón tienes tu también, niño, de largo creo que es como el de tu padre, pero definitivamente es más gordo. Menudos sementales he encontrado.

Se metió la polla en la boca de nuevo y continuo chupando.

– Pero que estas haciendo?- Marcos estaba apunto de correrse, su mente no le funcionaba correctamente.

– Intentar que te corras en mi boca. Estoy apunto de conseguirlo. Pero si no quieres, paro.

– No, no, nooo.

Ana, que era toda una experta en conseguir que los hombres se corrieran, había comenzado a masturbarle rápidamente, metiéndose la polla en la boca con velocidad. Marcos no fue capaz de resistir aquel ritmo y enseguida sintió como el semen se le acumulaba apunto de explotar violentamente. Y así lo hizo. Ana no paró en ningún momento, controlando a la perfección la intensidad del trabajo que le hacía, para acompañar los espasmos de las eyaculaciones, con el movimiento de su boca. No sacó su boca en ningún momento, y el semen que se escapó, volvió a recogerlo con la lengua al terminar.

Para Marcos, había sido el orgasmos más intenso y largo de su vida, también el más excitante y en la situación más extraña.

Se puso a pensar, tenia narices que el mejor sexo hubiera sido oral con la novia de su padre. Aquella experiencia era insuperable. Pero aquello no era normal, le había robado la pareja a su padre. Que clase de hijo era.

Ana parecía que le leía la mente.

– Ep!!! Tu tranquilo, tu solo quedate con lo bueno de la experiencia.- Se acerco y lo besó en la boca.- Déjame a mi, y no pienses en tu padre.

– No pienso en él, lo que pienso es en reventarte ese coño rubio que tienes, para que puedas comparar. Potencia o experiencia.

Ana se hecho a reír, y se subió encima de él. Hasta entonces no se había dado cuenta que estaba en ropa interior. Ana se desabrocho el sujetador y liberó aquellos dos enormes pechos. Cogió una de las manos de Marcos y la guió hasta su coño.

– Mira, mete un dedo. Crees que este coño se puede quedar sin catar esa polla enorme que tienes? Si estoy que no puedo más.

Marcos no quiso esperar, su polla palpitaba aun con reminiscencias del ultimo orgasmo, y estaba aun medio dura. Podía correrse fácilmente de nuevo, tenia las hormonas del sexo por las nubes. Quiso darle la vuelta, inmovilizarla y metersela violentamente. Pero descubrió que Ana era ágil, enormemente ágil, flexible y con una fuerza sorprendente para una chica de aquella estatura.

– Ningún hombre ha conseguido nunca imponerse a la fuerza. Aprenderás, como ha aprendido tu padre, que en el sexo, mando yo, y solo yo. Vas a follarme, pero no aquí. Los gritos despertarían a tu padre. – Se incorporó, y lo tomo de la mano.- Siguemé.

Marcos se puso nervioso al comprobar que se dirigían a la habitación de la pareja. Intento dejarse llevar, controlando los nervios. Respiró al ver que entraban por la puerta que llevaba a la terraza privada.

– Arriba puedes darme con todo, yo puedo gritar, y tu padre no se despertará. De paso le damos un poco de alegría al pueblo. Veamos si consigues sacarme gritos que se escuchen desde el otro lado del pueblo, y al medio día todo el mundo pregunte quien era esa mujer.- Le dijo casi susurrándole al oído mientras le acariciaba una polla que iba al aire y completamente dura de nuevo.

Y Marcos cumplió con su parte. La empotro violentamente contra la pared mientras le daba desde atrás con todas sus energías. Ella gritaba completamente desatada a pleno pulmón a los 4 vientos. Sin ningún tipo de complejos o de control.

– Desgarrame el coño, destrozarme, dame más fuerte.- Lo animaba.

El coño de aquella chica parecía no tener fin, su polla se deslizaba con sorprendente facilidad, y por fuerte que la metiera, ella lo único que hacia era gemir de placer. Independientemente de si realizaba un movimiento violento, la metía profundamente de golpe, o le pegaba en la nalga con la mano. Hiciera lo que hiciera, ella gritaba de placer, y su coño respondía mojándose y eyaculando, haciendo que la polla resbalara aún más. Desesperado por no conseguir domar aquella mujer, la tumbó en el sofá y encima de ella, usó todo su peso y fuerza para conseguir tener ese polvo desesperado que consiguiera que ella cediera y le demostrara que ya había tenido suficiente.

Lo único que consiguió fueron más gritos de ella, y su propio orgasmo. Un orgasmo descontrolado, que no pudo evitar que fuera dentro del coño de ella. Cuando se quiso escapar para correrse en su cara o sobre aquellos dos golosos pechos, descubrió que ella lo tenia apresado con aquellos dos enormes muslos. Descargó todo lo que tenia dentro de ella.

– Espera, no te muevas, dejala dentro. – Dijo Ana mientras lo besaba. – Has estado a punto de conseguir que llegara al limite. Eres el hombre que más cerca ha estado de conseguir que me quedara saciada con un solo polvo. Y eso es mucho.

Marcos la miraba intentando entender que quería decir con aquello. Ahora, pasada la excitación comprendía lo que había hecho. Estaba compartiendo mujer con su padre. Aquella mujer era una diosa del sexo, sumamente inteligente. Se había follado al padre y al hijo.

– Te mereces un premio. Uno épico.- Se levantó como si quisiera que el semen se quedara dentro de su coño y no se escapara. – Sígueme, vas a ver como cumplo una de mis mayores fantasías sexuales, y tu estas en ella. Dejate llevar.

Los dos desnudos, chorreando de sudor y fluidos sexuales, bajaron de nuevo por aquella escalera.

– Ves, tu padre no se ha enterado de nada.- Le dijo al oído. – Siéntate en ese sillón y coge aire. Mantén el silencio y observa.

Ana se montó sobre su padre, y besandole, fue sacando la polla de entre las sabanas y se la metió en aquel coño lleno de semen. Marcos, vio aquella perversión como algo completamente nuevo y excitante. Su padre la estaba metiendo en el coño que acababa de llenar él. Los instintos primarios de cualesquier joven era poder demostrar a su padre que podía fecundar a una hembra mejor que el progenitor. Comprendía que era el juego de Ana. La perversión del hijo era follarse a la mujer del padre, sin ser su propia madre. La del padre, era sentirse orgulloso de su hijo y disfrutar del trabajo realizado.

– Que es esto? Tienes el coño fantástico, como se desliza. Me vas a matar. – Decía su padre mientras disfrutaba del movimiento sensual de Ana.

– Te gusta, eh!!! ves como tienes que hacerme caso.- Miró a Marcos y le indicó que se acercará.- Tu hijo es el responsable de esto. Entre los dos, hemos prepara el terreno. Te gusta el regalito especial?

Miró a su hijo, loco de placer, sabiendo que aquello tan placentero que sentía, era los fluidos de su hijo. Pero no podía parar. Era demasiado placentero, y Ana se movía como una autentica maestra, y tumbada sobre él, controlando la penetración, era imposible no correrse cuando ella se lo proponía.

Marcos vio como su padre se corría descontroladamente dentro de aquel coño ya inundado. Se estaba excitando con la escena y con el olor a sexo que adquiría toda la habitación. Pensó en Ana. Aquella mujer desprendía un aura calida, un aroma que hacia que fuera imposible no desear follártela, por muy exprimido que estuvieras, por muy acostumbrado que estuvieras a follarte mujeres jóvenes con cuerpos perfectos.

Porque Ana era la diosa del sexo. Y podía enseñarles muchas cosas a los dos.

– Ven.- Le dijo a marcos, sin sacarse la polla de su padre del coño.- acercate.

Le dijo algo al oído, algo que su padre no pudo escuchar. Se tumbó encima y comenzó a besarlo, mientras poco a poco liberaba la polla de su inundada prisión. Marcos, obediente como un perro domesticado, cumplió los deseos de Ana, y colocándose detrás de ella, esperó a que terminara de salir la polla de su padre y la metió el a continuación.

Aquella era la orden de Ana, que él también experimentara el placer de meter la polla en el coño caliente recién regado. Para Marcos, lo que podía parecerle una guarrada o depravación, ahora era un autentico placer.

Ana gimió como loca al oído de su padre, intentando excitarlo al máximo.

– Ves, mira lo que tu hijo hace por ti. Esto lo hacemos para tí. Mira como me destroza, mira como me corro.

Ana tubo un fuerte orgasmo tumbada sobre su padre. Pero Marcos había recibido instrucciones precisas, e iba a cumplirlas. La voluntad de Ana se debía cumplir siempre, pues llevaba a nuevas fronteras del placer. Sin pensárselo, cogió la polla de su padre, que estaba dura de la pura excitación de vivir el orgasmo de Ana a manos de su hijo, y la introdujo en el coño aun húmedo de ella. Se acomodó y apuntó su polla. ¿destino? Su culo. Ahora, con un control absoluto, y con un territorio inexplorado para él, pensaba en conseguir reventar aquel culo, como venganza de no haber podido apagar el fuego de aquella mujer.

El trío fue salvaje, y si antes los dos hombres habían pensado que Ana tenia orgasmos demasiado animales, ahora serían conscientes de que podían ser aun más intensos. Ambos se corrieron en sus respectivos agujeros mientras ella gritaba con todas sus fuerzas.

– Si, si siiiiii. Por finnnnnnn!!!!!!

El grito de Ana desgarró la misma realidad, atravesando las paredes y paralizando los corazones de los dos hombres. Sabían, que habían conseguido atravesar la barrera infranqueable del placer de Ana. Por fin estaba saciada.

– Dios, que bien. Habéis cumplido. – Dijo jadeando. – Es el mejor polvo de mi puta vida. Me duele todo. Que orgasmo dios…..

Padre he hijo se miraron sonriendo. Habían derrotado a la bestia. Habían conseguido domar a la yegua, pero se daban cuenta que solo era una ilusión y que continuaban bajo su mandato.

– Veis, tenéis que hacerme caso. El mejor sexo para un hombres es cuando la mete en caliente, disfrutando de un coño compartido. Cuando se juntan en su polla el orgasmo de ella, con el orgasmo de otro hombre. Y que mejor manera de compartir un coño que entre padre he hijo?

Ellos callaban exhaustos. Ella dominaba aquel ámbito, ella tenia el control.

– Para los dos era la primera vez, verdad? Supongo que de ahora en adelante no seréis capaces de tener sexo normal. Ahora los dos sois míos.

– Ana!!- Dijo Marcos absorto sentado en el sillón.- Podemos corrernos los dos en tu cara?

Ana se rio con una fuerte carcajada, se levantó y sentándose en su regazo, tomó la polla con la mano.

– Así me gusta, que expreses tus fantasías. – Miró al otro hombre que continuaba en la cama. – Dejamos para la noche un polvo tranquilo? Seréis capaces de cumplir?

Ambos asintieron con la cabeza. Desde ese mismo instante, preferirían morir, a no cumplir un deseo sexual de aquella mujer.

Una mujer en su casa, a solas, tardaría en descubrir que había perdido la batalla. Había perdido a un marido, y ahora a un hijo. Mas cornuda no podía ser. Pero se vengaría.