Con 18 años recién cumplidos, descubro el sexo y mucho más

Sentada en el muro del rompeolas, sentía la brisa del mar. Era de noche y la competencia había tenido más éxito que yo. Qué difícil es aceptar que con 30 años una puede sentirse mayor. Pero el tiempo me ha demostrado que hay alguien ahí arriba que me cuida, que me protege y que nunca va a permitir que me falte mi alegría de querer vivir. He aprendido a vivir el presente… y este momento en el muro, sentada, viendo el mar, oyendo las olas entre las piedras, no me lo va a robar nadie. Es raro que no esté escuchando música, pero en mis pensamientos están esos recuerdos de 18 años, en los que dejamos de jugar con muñecas.

Mi mejor amiga, me invitaba todos los días a su casa. Y un día me robó un beso. Me sentí extraña. Seguimos jugando pero, pero mi inocencia era tal, qué no me di cuenta hasta que pasaron unos años que ella sentía algo por mí. Qué ingenua. Y lo feliz que me siento de no haber sentido esa picardía porque me quedaban dos años de jugar como una niña.

Algunas veces invitábamos a los amigos de la escuela. En su casa jugábamos a lo primero que se nos ocurría. Y a los 18 años las ocurrencias eran un poquito picaronas. Que si el juego del beso… te tapaban los ojos y sentías un beso en la mejilla y a reconocer quién te lo había dado. El juego se fue animando y lo que era un beso en la mejilla paso a ser un morreo en toda regla.

Fuimos descubriendonos nuestros cuerpos a muy tierna edad. Y había tal inocencia entre nosotros que no pensábamos en más allá de la amistad.

Descubríamos que bebiendo cerveza éramos más extrovertidos. Las ocurrencias se multiplicaban por 10. Y hubo un día que no sé describir bien, en el qué nuestro amigo Mac nos dejó impresionado con su miembro viril. Recuerdo pequeñas cosas de ese día. Nos ánimo a tocarle su miembro porque se había puesto duro. Y la primera fue mi amiga que sin cortarse un pelo, le agarro aquello que ya preveíamos iba a ser descomunal.

Habían venido dos amigos más, y mis dos manos fueron a ellos. Roberto estaba empalmadísimo, aunque su tamaño era normal. Y Chema por mucho que agarraba ni se la encontraba. Todos reímos de la ocurrencia que había tenido Mac. Y yo me dispuse a no solamente agarrarsela a Mac, si no a ver tremendo pollón.

Le baje el pantalón y delante de mí apareció tremendo monstruo. Y riéndonos mi amiga y yo, le empecé a masturbar. Mac, estaba en la gloria. Y sin avisarnos empezó a soltar chorros de leche. Le sujetaba fuerte con la mano y apuntaba a mi amiga o a mis amigos como si de un cañón se tratase. Mi amiga Iliana y yo nos reíamos a carcajadas. Y a su vez imitábamos el sonido de los disparos de la Guerra de las Galaxias.

A Roberto y Chema se les quedó una cara de bobo que no se me olvidó jamás. Pobres… no articulaban palabra viendo esa gran polla en mi mano eyaculando gran cantidad de leche. Su cara era un poema.

Y el tiempo hizo que me fuera interesando mas y mas el gran monstruo de Mac. Nos gustaba agarrarle esa enorme tranca y masturbarle hasta que empezaba a echar chorros y chorros de leche. Ni se nos pasaba por la imaginación el chuparla, saborear ese gran capullo… mientras una le masturbaba la otra le besaba con pasión metiéndole la lengua hasta la campanilla. Hasta que un día el juego cambió. Estábamos los tres de pies, mirándonos, y él nos agarró con unas manos grandes por detrás del cuello y acerco nuestras bocas a la suya. Fue mi primer beso a tres. Unas veces me besaba con mi amiga, otras con Mac, otras le comía el cuello a Mac mientras este besaba a mi amiga Iliana… en nuestras manos estaba su gran miembro, masturbándole las dos a dos manos, hasta que se corrió manchando nuestros pantaloncitos cortos.

Y llegó el día que una amiga nuestra nos explicó que ese calentón que teníamos entre nuestras piernas cada vez que le masturbabamos, era debido a que esa gran polla tenía que estar ahí dentro… haciéndonos gozar. Y dicho y hecho, al siguiente día, en el sillón de la casa de mi amiga, empezamos nuestros preliminares, besándole, desnudandole, besándonos con pasión… y cuando vi a mi amiga montarle, haciendo desaparecer dentro de ella es enorme pollón, mi mano se fue dentro de mi braguita y empezó a acariciar mi interior. Eso no me lo tenía que enseñar nadie, lo aprendí sola y fue mi mejor corrida. La vista era espectacular. Mi amiga echada hacia delante con sus pechos tapando la cara de Mac, y su polla desaparecía dentro de ella hasta que los dos empezaron a gemir como locos.

Sus caras se giraron. Me estaban viendo retorcerme de gusto. Mi cuerpo se doblo y un gran chillido les hizo saber el gozo de correrme. Nos quedamos en el sillón acostados uno encima de otro. Quedamos derrotados.

Y el día llegó. Sabía que Mac ese día iba a estar dentro mio. Hummm me di una buena ducha y me puse colonia… estaba fresquita con mis 18 años. Un yogurin. Y cuando le vi aparecer por casa de mi amiga me excité. Tomamos un poco de cerveza y está vez Iliana estuvo al margen. Tome la delantera y me desnude delante de Mac. Se sacó su polla y se masturbaba. Mi coño chorreaba de placer y me acomodé encima de él y poco a poco entró ese monstruo. Le bese con pasión y sus manos me sujetaron mi culo duro y pequeño de una cría de 18 años. Los gemidos míos eran suaves y acompañados con con su respiración. Fuimos aumentando el ritmo y llegamos los dos al éxtasis a la vez. Sentí mucho calor dentro de mi vagina cuando me llenó con su leche. Me quedé pegada a sus labios un buen rato. No quería que terminara ese momento de placer. Sentía como su polla perdía fuerza hasta que salió de mi al apretar mi coño por la tremenda corrida que tuve…. mi amiga estaba a nuestro lado masturbándose y al mirarla a los ojos me dedico una mirada de vicio corriéndose y gimiendo hummmmmm que bonita fue esa primera vez.

Lo repetimos unas cuantas veces durante meses, hasta que note que me encontraba rara. Tenía malestar como de mareos. Y al poco mi mamá me pregunto si había tenido sexo. Y la que se montó en mi casa… uffffff tremenda se armó. Mi madre habló con la familia de Mac. Y no quisieron saber nada de mi. Mac me dejó de hablar. Al poco marchó al oriente. Y la noticia se corrió como la pólvora. Me miraban y me trataban como una fulana. Pasé de ser una joven a ser una madre. Y ahí empezó mi vida como luchadora. En una sociedad machista e hipócrita. Pero saqué con todo mi ingenio a mi hija adelante. No me arrepiento porque esa es la vida que me tocó vivir.

Por Ogún Tolle