Mi compañera de trabajo fue infiel a su novio conmigo en un arrebato de despecho que aproveche muy bien

Hola me llamo Luis y esto que os voy a contar me ocurrió hace poco, yo trabajo de camarero en un restaurante de las afueras de Madrid, y el fin de semana viene una chica que se llama Leticia a hacer unas extras de camarera también, ella es espectacular, mide cerca del metro ochenta y tiene unas curvas de espanto, unos pechos de la 100, y un culo de alucinar.

Siempre estábamos vacilando de cuando va a dejar al novio para venirse conmigo, pero solo eso, hasta que un buen día me dijo: si quieres podíamos salir algún día a tomarnos unas copas o ¿algo no? Me lo dijo en un tono que yo ni me imaginé lo que me tenía preparado, así que un jueves me llamó para quedar, yo dije que si.

Me puse a vestirme para ir a trabajar y luego salir con ella. Al terminar de trabajar me fui corriendo ya que llegaba justo y allí me la encontré, en la puerta de la taberna irlandesa donde habíamos quedado, estaba sencillamente espectacular, con un vestido negro que marcaba todas sus curvas, nos metimos dentro y mientras yo pedía, ella se fue a una mesita para poder hablar un poco tranquilos, estuvimos hablando bastante rato así que nos dio tiempo a pedir un par de rondas más y como no, le pregunté en tono de vacile: bueno, y ¿cuándo vas a dejar a tu novio para venirte conmigo? ya sabes que me gustas, si mediar palabra, me dijo que había pillado en el móvil de su novio unos mensajes a otra chica con la que al parecer traía bastante “confianza” ya me entendéis. Entonces, todo el plan que había preparado cambió por completo.

Ella siguió hablándome de su novio, que le quería y no le quería dejar, pero entonces yo le dije: mira, si te hace daño no merece la pena que sigas con él porque solo quiere estar contigo para saber que siempre tiene a una segura (eso lo digo porque todos los hombres somos iguales aunque nos empeñemos en decir que no), al oír eso, Leticia se quedó como colapsada e intentó decir algo, pero no pudo porque yo me adelanté y la dije: mira, una chica como tú no tiene que estar con un patán como ese, te mereces alguien que te cuide y sienta por ti algo especial, que se interese por ti y tus cosas, ella seguía igual, pero entonces dijo en una voz que apenas se podía oír: bésame. Yo me quedé dudando un poco, pero al final me lancé y fue el mejor beso que yo recuerde, tenía una boca suave, unos labios carnosos y una lengua como de terciopelo con un ligero sabor a un chicle que se estaba tomando.

Pasado un rato, nos separamos y Leticia me dijo, ¿sabes? tienes toda la razón, a partir de ahora voy a hacer lo que me de la gana, y que le den por el culo a ese bastardo, yo me quedé asombrado del efecto de mis palabras en ella así que le dije que si quería ir a mi casa para estar más cómodos a lo que ella asintió con la cabeza, me cogió de la mano y empezamos a andar hacia el coche. Camino de mi casa ella seguía hablando de lo que su “querido” novio le hacía hasta que llegamos al punto ese en el que comenzó a decirme sus intimidades, hace mucho que yo no me corro, me decía, esto me puso bastante cachondo, ella seguía contándomelo todo, a veces hemos intentado cosas nuevas, como el sexo anal o la dominación, pero yo lo hacía por complacerle, cada vez que hablaba de su novio me parecía más cabrón de lo que me imaginaba.

Llegamos a casa y al entrar Leti me dio otro de sus suaves besos, esta vez acompañados de una suave caricia por mi entrepierna, se quedó un rato así y me dijo: vaya, si que vas bien armado Luis, yo no me hice de rogar y comencé a desnudarla poco a poco, tenía la respiración muy fuerte lo que me indicaba que iba por el buen camino así que con el vestido a medio quitar, le desabroché el sujetador de un plumazo y ¡menudas tetas! Eran mejores que en mis mejores sueños, me puse a juguetear con sus pezones ya duros, ella seguía alterada y me decía que no parase, estuve chupando aquellos pezones un buen rato y mientras mi mano exploraba ese coñito empapado, le quité el vestido del todo, jun

to con el tanga negro que llevaba y así se quedó, en pelotas, yo me separé un poco para admirarla ¡y madre!, un cuerpo de 10, entonces me dijo: a que esperas ven aquí que no te voy a comer, ¿o si?, esto me espoleó de tal manera que no tardé ni dos segundos en tumbarla en el sofá del salón y decirle: ahora el que te va a comer voy a ser yo.

Me hundí en su gruta y empecé a hacer la mejor comida de toda mi vida, ella jadeaba, me decía que no parase que era maravilloso, lo mejor que le habían hecho en mucho tiempo hasta que noté como su cuerpo se estremecía, entonces paré, me levanté con la cara empapada, me quité la camisa, el pantalón y el calzoncillo que llevaba, ella puso una cara de vicio que hasta yo(soy muy vicioso) aluciné, sin más, ella se acercó y me comenzó a chupar mi verga, me la exprimía queriendo sacar hasta la última gota, pero yo no estaba por la labor de correrme tan pronto, así que la volví a poner en el sofá y le dije: ahora vas a ver lo que es una buena tranca y sin más empecé a moverla suavemente por sus labios, ella estaba fuera de si, por lo menos yo nunca la había visto así, me dijo: estoy a cien, quiero que me la claves ya, yo por supuesto le hice caso.

Aquello era una delicia, tenía el coño tan apretado que no podía meterla toda del tirón, hasta que ella se inclinó un poco hacia atrás, dejando ver el culito, ese culito empapado en sus propios jugos, entonces le cogí las piernas, me las puse en el pecho y se la metí entera, ella dio un gritito de placer y dolor juntos, empecé a bombearla al principio tranquilo, pero luego ella quería más y aceleré el ritmo, ella estaba gozando hasta que empecé a frotarle el clítoris con una mano, llegó al orgasmo enseguida, seguí, pero ahora era ella la que quería llevar la voz cantante, así que cambiamos la posición, ella se puso encima de mí y empezó a moverse en círculos de una manera que yo empecé a notar que me corría, ella también lo notó, por lo que se puso de rodillas y empezó otra vez a chuparme la polla, se la metía hasta la mitad solo porque no podía más.

Yo estaba a punto y se lo hice saber, pero ella aceleró más todavía para quedarse con toda mi leche, me corrí en su boca de una manera bestial, casi se atraganta, pero no soltó ni una gota de esperma, al terminar, me limpió la polla hasta dejarla impecable, luego, se puso a mi lado y la tapé con una manta, me dijo: gracias, lo necesitaba. Yo me quedé dormido enseguida, es un fallo, pero bueno, cuando me desperté eran las seis de la mañana y ella no estaba ya, me había dejado una nota en la que ponía: espero que lo repitamos, te veo el finde.