Como si nada, como si fuera algo tan normal. En el parque un hombre me hizo su perra, en un abrir y cerrar de ojos ya tenía un amo

Te doy 10 euros para que me la chupes.

-¡Cerdo machista¡

-¿Quién está hablando contigo? Es tu amiga la que está buena.

Yo no lo mire, ni si quiera cuando levantó la voz para gritar 20 pero que en ese caso me la tenía que tragar entera.

-Olvídate de él. Es un cerdo, un negrata de mierda y tiene pinta de chulo.

Yo asentí con la cabeza ante el comentario de mi amiga.

-Dios, espero que no nos esté siguiendo.

Mi corazón empezó a latir con fuerza ante la idea.

-Bueno, los servicios están por aquí. ¿Puedes esperarme? Voy para largo.

Yo volví a asentir, pues esa era la razón por la que nos habíamos desviado después de todo. Busqué y encontré un banco cercano para poder esperar sentada.

-¿Puedo sentarme aquí?

El corazón me dio un vuelco, pues reconocí al instante su voz. Él no esperó ninguna respuesta y se sentó a mi lado.

-¿Y tu amiga?

Señale tímidamente el retrete.

-Así que está cagando. ¿Fumas? -preguntó ofreciéndome un cigarro.

Negué con la cabeza. Él se encendió un pitillo y dio una calada.

-¿Tampoco la chupas?

Volví a negar con la cabeza.

-Lo harás en cuando tu novio te lo pida. Todas lo hacen. ¿O te van los coños? ¿Eres su novia? ¿Su perra?

-Su amiga -respondí para mi sorpresa -Soy su amiga.

-Pareces su perra. Aquí, esperando mientras tu ama caga.

-En ese caso sería su ama. Son las amas las que esperan que las perras… caguen.

-¿Eso es lo que eres? ¿Su ama?

-Su amiga -repetí.

-Estoy bastante seguro de que ella no te ve así. – Dio una calada al cigarrillo- Entonces, ¿Prefieres comer pollas o comer coños?

Eso fue pasarse de la raya. Quería levantarme, pero por alguna razón, mis piernas se negaban a moverse. Un par de chicos, altos, guapos y fuertes pasaron corriendo. Nos vieron, pero no hicieron nada. Mi amiga tardó un rato más en salir, echó un vistazo, y se fue caminando deprisa.

-¿Y bien?

-No voy a responder a esa pregunta.

Está vez sí que me levanté y caminé detrás de mi amiga.

-Pareces su perra.

-No soy su perra. -contesté indignada y dándome la vuelta para mirarlo.

-Pues no te comportes como tal.

No sabía que hacer. No debería importarme lo que pensará o lo que no pensará ese tío, pero el caso es que si me importaba. Camine hacía él y me senté a su lado.

-No soy su perra.

-No, eres la mía. -Me quedé mirándolo con la boca abierta. – Y ahora que lo sabes tráeme un pack de cervezas bien frías.

No me podía creer lo que estaba haciendo. Me estaba dirigiendo al bar para comprarle con mi dinero una cerveza a ese cretino. Tras pagar la cuenta, me di cuenta de que no tenía dinero para el bus.

-Vas a tener que pagármelas -le dije sentándome de nuevo a su lado.

-Ya sabes lo que tienes que hacer si quieres mi dinero.

-Lo digó en serio- Protesté

-Y yo. -dijó al tiempo que me acercaba una lata

-No bebó.

-No bebes, no fumas, no la chupas. Vaya chica aburrida eres.

-Si fuera tan aburrida no estarías conmigo -repliqué.

-Estás conmigo porque eres mi perra. Me gusta tener a mis nuevas perras cerca de mi.

Curiosamente está vez no me indigné. Cogí la cerveza y eché un trago.

-¿Tienes muchas? -pregunté curiosa.

-Unas cuantas, pero tú eres mi primera blanca.

Eché trago pues tenía sed. ¿Y qué haría a sus perras? Prostituirlas, seguro. Y follárselas por donde le apeteciera, donde le apeteciera y cuando le apeteciera. Iba a echar otro trago, pero me la había terminado. Él me ofreció otra.

-No vas a conseguir emborracharme

Su mirada me demostró que no estaba para bromas. Cogí la cerveza y me terminé de un tragó.

-Buena perra.

Me ofreció otra que también terminé. Él llevó sus manos a mi pelo y me lo soltó.

-Mucho mejor.

Me dio otra y me la bebí mientras él revisaba mi bolso. Cogió mi móvil y mi monedero, quitándome el poco dinero que me quedaba. Busqué ayuda, pero no encontré a nadie.

Se levantó y me ofreció su mano. Yo cogí otra cerveza y la mitad se me cayó encima de la camisa.

-Habrá que limpiarte

Agarré su mano y nos dirigimos al retrete de hombres. Una vez dentro el cerró la puerta, aislandonos del mundo exterior.

-Y ahora se buena, desnúdate.

Quitarme la falda fue mucho más fácil de lo que nunca pensé. En un momento me quedé con las bragas al aire y le arrojé la falda a él como me ordenó. La camisa fue más difícil. Mis manos no dejaban de temblar mientras me iba quitando un botón tras otro. También la arrojé hacía él.

-Las manos atrás, no te tapes.

Obedecí. Nunca antes había estado así delante de un chico u hombre alguno. Llevaba un conjunto de braguita y sujetador blancos y unos tenis. Él aprovechó para sacarme fotos con el móvil.

Se acercó a mi con clara intención de besarme.

-No, no… Apesto a cerveza.

Me quitó el sujetador y mis bragas comenzaron un lento descenso.

Grabó toda la escena y todo mi cuerpo. Mis tetas, mi coño, mi pubis…

Me hizo suya encima del suelo de un sucio y frío retrete de hombres. Cada vez que entraba dentro de mi, yo gemía como una perra. Lo hacía rápido y duro, como si en lugar de ser mi primera vez fuera una vulgar puta.

Cuando acabó de usarme, entraron otro dos, un enano y un gigante. Apenas puede verlos un momento cuando el enano se me echó encima y ya estaba gimiendo como una perra otra vez.

Tenía su cabeza entre mis tetas, y mientras me follaba violentamente me mordía con furia los pezones.

Podía ver como era grabada mientras era taladrada una y otra vez. Cerré los ojos, lo que provocó que me mordiera aún más fuerte para que los abriera, solo para mostrarme una bolsa entera de condones usados en la manos del gigante.

Giré la cabeza y noté el como derramaron el contenido del primero condón en mi mejilla. El enano dejó de moverse, pero aún seguía dentro de mi y se entreteníoa sobándome los muslos. Y un segundo y tercero y un cuarto… Igualmente me empezaron a salpicarme el pelo de semen.

-Muerdela para que enseñe la cara y abra la boca.

-Grita…

El enano me dio un par de embestidas rápidas y no pude terminar la frase, solo gemir ante las risas de los presentes. Él pasó su dedo por mi mejilla cogiendo un pegote de semen y me lo pasó por los labios. El gigante y el enano no fueron tan compresivos. Uno me tiró del pelo y el otro me mordió hasta que no pude más.

Terminé cediendo, mostrandoles mi rostro. El enano se levantó y se dedicó a quitarme los tenis para dejarme completamente desnuda.

Comenzaron las salpicaduras de semen en mi rostro, pechos y en mi vientre, como un millón de hombres se estuvieran corriendo encima de mi, al tiempo que el enano metía su mano dentro de mi coño hasta pinzarme el clítoris.

Inició un juego que consistía en retorcer su mano a un lado y al otro. Perdí el control de mi cuerpo. No dejaba de cabecear para un lado y para otro y de patalear el suelo.

Me agarraron de la cabeza y derramaron en mi boca todo el resto de semen quehabían juntado en una botella.

-Lo que no te tragues ahora lo lameras del suelo.

Literalmente tuve mi boca entera llena de semen que tragaba como lo más rápido que podía, pero resultó imposible hacerlo con todo.

Sacaron la mano. Sabía lo que se esperaba de mi, lo que no sabía eran las consecuencias de no hacerlo. Nunca antes había sentido nada semejante. Fije mi vista en el charco que se había formado a mi lado. No era muy grande…

Lamer a cuatro patas y completamente desnuda un charco de semen en el suelo de un retrete de hombres no es precisamente el sueño de una chica. De ninguna chica, creo. O al menos no era mi sueño. Pero era lo que estuve haciendo.

Cuando levanté la mirada y vi a los tres machos que estaban haciendo riéndose por lo buena perra que era me sentí increíblemente humillada.

Me levanté echando mano de la poca dignidad que me quedaba. Me dirigí a coger mi ropa, pero el gigante tenía otros planes para mi.

Me agarró de los brazos y me colocó contra un lavabo. Comenzó a empalarme con su enorme trabuco mientras yo veía en el espejo la cara de guarra que estaba poniendo.

Ocurrió algo. Alguien llamó a la puerta. Yo me mordí los labios para parar de gemir, pues el gigante no tenía intención alguna de parar de follarme. Vi entre asustada y excitada como mi amo se dirigía a la puerta a preguntar.

Entró un caballero, un vagabundo, que simplemente preguntó cuanto.

Era gratis, invitaba la casa.

Cuando el gigante terminó, yo no me moví. Espere simplemente a que me follara mi primer cliente. Pero este se meo dentro de mi. Lo note por el escozor y por como la orina me recorrió la pierna.

A continuación me rompió el culo aún virgen. Yo solo tenía ganas de llorar.

Al fin me dejaron sola. No tenía dinero ni móvil. Apestaba a meados y cerveza y me dolía todo el cuerpo.

Me dirigí al bar donde había comprado las cervezas. El propietario vivía allí. En cuanto me vio, supo que me había pasado.

-El baño de las perras está por aquí.

No supe que decir, simplemente le seguí hasta una ducha mugrienta.

-Desnúdate -ordenó -Quiero apreciar la mercancia.

Esta vez fue mucho más fácil. Mi ropa casi se cayó sola y sin esfuerzo. Incluso coloqué mis manos detrás de la espalda. Me palpó las tetas, el coño, el culo…

-De rodillas.

Me folló la boca como un cabrón. Me la metió hasta el fondo de la garganta y me tuve que aguantar las arcadas. El tío encima tardó lo suyo en correrse de una buena vez. Como premio, me devolvió el móvil y me dio algo de dinero.

Por mucho que me frotará, no conseguía quitarme la porquería que tenía en mi cuerpo, pues la mierda estaba mucho más en mi mente que en mi cuerpo. Cuando me ví en el espejo solo podía ver a una puerca.

Cuando al fin llegué a mi habitación no me lo podía creer. Todo era tan lejano que me resultaba imposible de creer. Pero los dolores estaban ahí para recordarme lo real que había sido todo.

No solo eso, también mi amo.

Me llamó a las dos de la mañana, pues sabía de sobra que no estaba pudiendo dormir. Me dijó que estaba a punto de subir el vídeo y que si quería disfrutarlo.

-Piensó decírselo a la poli. -en realidad estaba aterrada

-¿Con la carita de guarra que tienes? Difícil que crean tu versión

-¿Qué quieres? ¿Respondí al fin? ¿Dinero?

-¿Dinero? No me insultes perra.

¿Qué quería? Me quería a mi. Pero yo ya era suya… ¿O no?

-Si me quieres, no lo hagas… Si de verdad me deseas…

-Necesitó algo más, una muestra de lealtad. Mira por la ventana.

Él estaba afuera, en la calle. Me dijó que bajará tal y como estaba. Agarré una bata y luego me la quité. No quería hacer trampas. Bajé delcazá y en ropa interior a la calle.

Me desnude baje la luz de una farola y completamente desnuda, comencé a comerle la polla a mi amo.