Cómo conocí a Nuria, la madre de un niño de la guardería. Es una mamá muy golosa y nunca decepciona, siempre dispuesta a hacer de todo y a complacer

Conocí a Nuria en la guardería donde llevábamos a nuestros niños. Desde el primer vistazo supe que me la quería follar, pero también supe que no sería fácil y que iba a requerir un buen trabajo previo. No era la típica mujer que se engancha a cualquier polla, tendría que juguetear, seducir y saber esperar mi momento.

Nuria mide en torno al metro setenta, pelo moreno liso, un culo pequeñito pero respingón, unos pechos de un tamaño considerable y una piel blanca como una perla. Su cara está salpicada de algunas pecas que la hacen aún más morbosa de lo que es. Los cuatro o cinco quilos de más le dan una voluptuosidad que enamora a primera vista, como me pasó a mi.

Después de nuestro primer encuentro, nos fuimos cruzando por el pueblo más veces, en el supermercado, en correos, en la panadería, en el parque con los niños… Un día estando en el parque con los niños, mi hija se acercó al suyo para jugar, lo que yo aproveche para hacer un primer acercamiento. Me presenté nos dimos dos besos educados y nos pusimos a hablar de cosas sin importancia. Yo solo podía fijarme en el escote que llevaba, además de ver el maravilloso canalillo que generaban esas generosas tetas, no pude dejar de fijarme en la vena que se le notaba en uno de sus pechos, salía de la zona alta del escote y se perdía hacia el pezón. Es lo que tiene tener la piel tan clarita, las venas se notan mucho más. Menos mal que llevaba gafas de sol y Nuria no se daba cuenta, sino habría pasado un mal rato. Esa tarde en el parque hicimos una buena amistad y desde ese día solíamos quedar ene l parque para que los niños jugasen. Algunas veces íbamos acompañados de nuestras parejas, otras veces solos pero yo tenía que esperar mi momento.

Poco a poco nos fuimos conociendo más, cogiendo confianza. Un día estando el parque, su pequeño estaba muy inquieto y llorando todo el rato, y decidió que le daría un poco de pecho para calmarle. Cuando vi como apartaba la camiseta de lactancia, el sujetador y asomaba esa preciosa teta blanca y venosa por la abertura, creo que sufrí un empalme inmediato. Ella cogió al bebé, se sujetó el pezón con dos dedos y se lo introdujo en la boca. Yo estaba en la gloria observado la acción, hasta que reaccioné y deje de mirar la teta de Nuria y la miré a los ojos.

Ella me miraba muy relajada, como si no la molestase que la mirase fijamente, cosa que es raro entre las mujeres lactantes. Seguimos hablando mientras daba el pecho al bebé, yo intentando controlarme y ella como si no pasase nada. Cuando acabó de darle el pecho, el protocolo que siguió fue algo raro y revelador. Le sacó el pezón de la boca al bebé y lo apoyo en su regazo, dejando todo su pecho al aire, me miró fijamente y mientras se pasaba un dedo por el pezón para retirar la última gota de leche. Acto seguido se guardó el pecho en el sujetador. Todo ello sin dejar de mirarme. La aureola era enorme con un pezón no muy grande y muy duro, a causa de la succión.

Estaba claro que Nuria quería jugar. Durante los siguientes meses, sus juegos fueron en aumento y mis ganas de follármela más. Por poner algunos ejemplos:

– Un día en casa de unos amigos, estando en la piscina fui al baño a mear, ella fue detrás de mí sin yo saberlo y justo al salir yo del baño entro ella. Yo salí del baño y ella entró. Justo cuando me daba la vuelta para cerrar la puerta, me dijo algo, yo me giré y ella se bajó el bañador entero, dejándome ver su precioso cuerpo níveo, los pechos y el pubis, y una ligera barriguita que la hacía más morbosa si cabe. Se recreó unos segundos para cerrarme la puerta y dejarme con cara de bobo.

– Otro día, estando en una función infantil en el teatro del pueblo, ella estaba sentada al lado mía, con los niños a nuestro lado y las parejas al otro lado de los niños. Cuando vi la disposición ya sospeche, pero en la oscuridad de la sala, aprovecho para ponerme su mano en mi entrepierna y hacer presión por encimad e los vaqueros, eso hizo que se me pusiese dura como una barra de acero. Nuria solo sonreía.

Así estuvo jugando conmigo un par de meses, hasta que todos los planetas se alinearon y pudimos quedarnos a solas una tarde. La pareja de Nuria se había llevado a los niños a casa de los abuelos para luego ir a ver un partido de fútbol. Mi mujer estaba trabajando y yo había dejado a mi hijo en casa de la abuela para madrugar al día siguiente e ir a trabajar.

Yo estaba en casa tirado en el sofá cuando Nuria me llamó al móvil y me preguntó una serie de dudas acerca de los radiadores, la presión de la caldera y pequeñas fugas. Yo intenté hacerme el duro diciéndole que esperase a su esposo para que lo arreglase él. Pero ella insistió, reconociendo que su esposo no era muy manitas y que si la hacía el favor. La colgué el teléfono diciéndola que en 10 minutos estaba allí. Me di una ducha rápida, me rasuré la polla, me puse unos vaqueros y una camiseta, sin calzoncillos debajo, cogí la caja de herramientas y fui para la casa de Nuria.

Delante del timbre de la casa, respiré profundo, me coloqué y llame al timbre. Pero no est6aba preparado para lo que vi al abrirse la puerta. De arriba abajo. Nuria llevaba recogido el pelo en dos moñitos en la alto de la cabeza, dándole un aire juvenil y muy excitante. Llevaba una camiseta de color amarillo palo sin sujetador debajo y con un escote generoso. Sus pezones se marcaban claramente en la camiseta. Y por último llevaba unos pantalones hippies muy anchos, pero ajustados a la cadera y a su culo.

Yo me quedé sin palabras y ella con media sonrisa me hizo pasar. Ya delante de la caldera recobre la consciencia. Respiré y me serené, quería ser yo quien gobernase esa situación. Mientras que hablábamos de temas banales, yo revisaba la caldera y Nuria adoptaba las posiciones más sugerentes y que u dejaban más a la vista su pecho. Al acabar de revisar la caldera y los radiadores, la dije que abriese el agua caliente de algún baño para confirmar que la caldera no daba fallo y que la presión estaba bien. Mientras que ella estaba en el baño, yo estaba delante de la caldera, que estaba en el garaje. La caldera se encendió y a los pocos segundos Nuria me llamó dando un grito. Fui al baño a ver qué es lo que sucedía, ya oliéndome la tostada. Pero como siempre, las mujeres van un paso por delante.

Nuria estaba en medio del baño solo con unas braguitas de R2-D2 muy ajustadas, con los pechos al aire y una nube de vapor de agua detrás de ella. No hizo falta que dijese nada, dejé la herramienta que había llevado, y me desnudé poco a poco, primero la camiseta y después el vaquero. Nuria mientras tanto masajeaba suavemente sus pechos. Cuando bajé los vaqueros y dejé a la vista mi polla Nuria soltó media sonrisa y se mordió el labio inferior.

Nuria se acercó a mí y restregó sus pechos por mi torso mientras agarraba mi polla y la meneaba lentamente. Yo la aparté, la miré de arriba abajo y me lancé a comer, lamer y besar sus pechos. Era algo divino, unas tetas enormes y blancas, con unas aureolas enormes y varias venas cruzando los pechos dirección el pezón. Las agarré con las dos manos, las junté y no sé cuánto tiempo pasé succionando, besando y mordiendo esas tetas, pero no me cansaba. Nuria solo gemía y me agarraba del pelo.

Cuando tuvo las tetas bien empapadas de mi saliva, me separé de ellas, me pude de rodillas y metí mi nariz en su entrepierna. Estaba caliente, húmeda y olía a sexo. Bajé lentamente sus braguitas de R2-D2 y dejé a la vista un pubis totalmente depilado, una rajita pequeña y dos labios menores que sobresalían de los mayores. Introduje mi dedo índice entre esos dos labios menores y saboree su flujo. Ella se apoyó en el mueble del lavabo y abrió más las piernas, de modo que pude apreciar todo su coño. Yo agarré sus muslos, separé y levante sus piernas de modo que Nuria solo le quedaba echarse para atrás y apoyar las manos en el lavabo. De esta manera veía perfectamente su culo y su coño. Mi lengua se dio un festín con sus flujos y sus agujeros, no dejé medio milímetro sin lamer, besar o succionar. Nuria me agarraba del pelo y me iba guiando. Tuvo su primer orgasmo cuando metí mi lengua en su coño haciendo ochos y con mi nariz rozaba su clítoris. Fue una sensación brutal notar como se contraían todos sus músculos justo en el momento de correrse.

Nuria bajo del lavabo, me empujó hacia la taza del wáter y me obligo a sentarme en ella (con la tapa cerrada). Se acerco a mi oído y me dijo muy bajito y morbosamente:

– Te voy a comer la polla como nunca te lo han hecho.

Y acto seguido se puso de rodillas delante de mi polla. Yo abrí bien las piernas y me acerqué al borde del wáter para que mis huevos colgasen. Nuria empezó a pasar su lengua desde la punta de mi capullo hasta mis huevos, subía y bajaba, cada vez por un camino diferente, mientras que con la mano no dejaba de masajear mis huevos y mi perineo. Mi polla estaba tan dura que no dejaba de palpitar. En un momento dado, Nuria agarro mi polla con la mano entera y apretó fuertemente. Solo sobresalía mi glande y unos 3 cm de polla. Agarró mi glande entre sus labios y empezó a succionar y a jugar con su lengua en mi punta. La mezcla de placer y dolor era increíble. Solo pude cerrar los ojos y dejarme hacer. Cuando estaba a punto de correrme o desmayarme, ya no lo recuerdo, Nuria soltó su mano de mi polla y se la introdujo entera en la boca, dejando caer la saliva que no era capaz de tragar, repitió el movimiento varias veces, de manera que yo notaba como su saliva goteaba por mis huevos y como m polla estaba bien lubricada con sus babas. Lo que me hizo correrme como un loco fue cuando introdujo un dedo por mi culo y se tragó la polla de golpe, todo a la vez. La corrida fue instantánea y generosa, pero Nuria ni la saboreo, ya que mientras que me corría, mi polla estaba alojada en lo más profundo de su garganta, mi semen fue directo a su estómago.

Después de una buena ducha, en la que seguimos jugueteando y calentando el tema, pero eso ya os lo contaré en la segunda parte del relato.