Cogiéndome al novio de mi amiga

Llegado el Lunes, tenía todos mis deberes hechos y adelantado algunos de semanas siguientes en vista de las largas sesiones de sexo con Sneider y ahora, el profe de sociales. En general, era un chico bastante aplicado en el colegio. Entre los primeros puestos (si no el primero en algunas ocasiones) que a menudo iba a clases de natación, ya que era bastante propenso a tener un peso mayor al esperado. Con esto, lograba mantenerme en una talla Slim. Mi pelo es churco, soy de piel clara y tenías una vida con horario rutinario, hasta que los encuentros con Sneider se volvieron más recurrentes y excitante. 

Al llegar al cole y como Sneider y yo estabamos en salones diferentes, me senté tranquilo en mi puesto de siempre. Mi aula solo contaba con 17 estudiantes, por lo que en general todos eramos amigos de todos. Pasaron las primeras clases y no había visto por ningún lado a Sneider, por lo que hablé con mis amigos, sobre todo del hematoma que poco a poco se desvanecía de mi cara. No podía sacarme de la cabeza el exámen de sociales que tendría al regresar al aula. El profe ya había hecho una advertencia el viernes en los baños: «Ya verémos como arreglaremos tu nota». Sin embargo, no lo daba todo por sentado, así que bien había aprendido mi lección para el exámen. Cuando lllegamos, no había recibido ningún mensaje de Sneider y el profe entraba con un sobre donde llevaba los exámenes, por lo que pensé que todo iría normal. 

Antes de empezar, el profe cambiaba a algunas personas de puesto por obvias razones. A mi me dejó en un salón del fondo, lo cual me pareció raro ya que por lo general lo hacen con quien sospecharían de plagio o intento de sacar ayudas no permitidas en clase. Acaté la decisión con calma y me ubiqué en mi puesto. El profe empezó a repartir los exámenes después de las explicaciones que nos daba siempre, por cada puesto. Al pasar por mi asiento preguntó sobre mi cara. Claramente el muy cabrón sabía lo que había pasado con Sneider, sin embargo respondí que un incidente en la piscna había sido todo. Sonrió mientras me entregaba mi paquete del exámen, el cual notaba más gordo en comparación con los demás, por lo que mi cara fue de sopresa. 

Comenzó a correr el tiempo y fui mirando las preguntas. Habían unas muy fáciles y otras que consideraba bastante salidas de lo visto en clase, hasta que llegué a la tercera página, de un paquete que parecía de diez, que decía: 

«Considerando que eres la perrita del profesor, cuál es la actividad qué más disfruta hacer en su casa: (A) Chuparle la pija. (B) Entregarlo el culo. (C) Dejarse mear. (D) Todas las anteriores.»

Mi corazón dio un brinco ante la confusión de todo esto. Levanté mi mirada y mi profe me estaba concentrado fijamente en mí desde su escritorio. Podía sentir la excitación de éste detrás de su pupitre, al ver cómo ni siquiera podía decir nada. Aunque no podía negar que este jueguito me estaba calentanto un montón, por lo que decidí contestar la opción D. Seguí respondiendo mi exámen, con varias preguntas del tipo «De 1 a 10, qué tan bien le sabe la lefa al profe», «De una breve una explicación de qué es lo que más le gusta de la verga del profe», «Si tuviera que incarse  a darle culo al profe enfrente de sus alumnos, qué otro compañerito escogerio para mammarle el huevo», Hasta que llegué a la página 7, donde empecé a ver las fotos que había tomado con su móvil. Me empecé a poner rojo de la pena que me generaba tal situación. Sudando, levanté mi mano para hacer una pregunta. El profe se acercó a mí con una gran erección en el pantalón, hecho que los demás no pudieron ver al tener los ojos clavados en el exámen. 

– Solo resondo dudas del enunciado. 

– Yo… pesné que estas fotos estarían en privado si no decía nada – susurré para que nadie nos oyera. 

– Claro, y así seguirán, solo quiero tener algo de diversión con ellas – me decía mientras veía como su pantalón se encarpaba más – Y como ves, me estoy divirtiendo mucho. Te espero al final de la clase en este salón, así puedes completar el último punto del exámen. 

Al irse, me dirijí a la última hoja de éste, no dando crédito de lo que mis ojos veían. «Para terminar el exámen, haga una prueba oral con el profe al final de la jornada. Para prueba, haga que el profe se corra en esta hoja y trague el semen. La humedad de ésta será prueba suficiente para obtener su califiación». 

La calentura me empezaba a subir por todo el cuerpo, sentía como mi ano se contraía imaginando la ración de polla que me daría el profe al final de la jornada. En mi mente también pasaba que entre todos los cabrones de esta escuela, me habían tocado los más pesados de todos, lo cuál me encantaba. La prueba terminó y todos entregamos nuestraos exámenes. Tuve mis dos últimas clases y estaba ansiosos de saber cómo terminaría esto. Al sonar la camapana de salida, un corrientazo pasó por todo mi cuerpo, imaginando lo cruel y gilipollas que podría llegar a ser el profe conmigo. Todos salieron y el profe entró, cerrando con seguro la puerta.

– He notificado a las directoras que debido a una prueba oral con los estudiantes en su exámen de historia, debía tomar este salón – dijo pesadamente – y eres el único estudiante que debe presentarlo, así que transcurrirá más pronto de lo informado. De rodillas. 

Me hinqué sobre mis rodillas y con una mirada excitante rogaba por ser sodomizado. Podía imaginar como sus huevas cargadas de leche se aprisionaban en su pantalón y yo quería hacer todo lo necesario para liberarlas. Se bajó el cierre dejando salir su mastil de mando, caminando hacia a mí. Mis ojos se abrían deseaosamente al verlo más cerca. Salté con mi boca abierta a complacer al profe, mientras me miraba intensamente con las manos en el torso. 

– Mírate, mírate maricón. Ni un  minuto puedes resistire ¡Jajaja! Pero eso me gusta. Cómo me hubiera gustado resolver las notas de periodo así desde un inicio, en vez de tener que soportar tu vocecita chillona preguntando de más – dijo mientras tomaba mi cabeza para dirijir la mamda. 

Su ritmo era constante, por lo que sentía algo de dolor al tener mi mandíbula abierta, pero hacía todo mi esfuerzo para que mi excitación ganara al cansación. Seguí lamiendo su tronco de forma que iba desde la base, lamiendo sus bolas, llegando a su capullo rebozante de pre – cum. Vaya si me había vuelto adicto a ese líquido salado y glorioso. Cuando me concentré en sus testículos, sentí cómo las manos del profe presionaban para que llegara más cerca a su periné y a su culo. 

– Ya Sneider me ha contado que eres un gran mamador de culo, vamos a ver cómo lo haces conmigo. 

A diferencia de Sneider, el profe tenía algo de bello en el culo, lo cual, hacía que la humillación y la calentura se elevaran a niveles inimaginables. Lamí y re lamí su ano, de forma que pudiera retorcer mi lengua lo más profundo posible. El profe se pajeaba mientras yo segía explorando sus cavidades más profundas. Me toma del pelo, sacando mi cara sudada y empieza a desabrocar mi pantalón. 

– También me habló de tus habilidades cabalgado una verga, así que problemos. 

Rápidamente, bajé mi pantalón y el profe sacó un poco de lubricante que puso en su polla. Como había ordenado, comencé a a comerme esa polla por el culo, sin ningún tipo de compasión. Justo en la mitad del tronco, sentí como el profe subía su torso para clavar completamente su miembro. Ahogando mi gemido, tocaba el cielo al sentir mi esfinter aprisionado por su invitado fálico. Después de unos segundos, comencé a calvalgar, mientras sentía cómo el profe me nalgeaba durísimo, que me sorprendía que nadie entrara al salón. El roce de su gruesa verga entrando por mi esfinter me hacía delirar de placer, el cual no pude controlar. Mientras tenía las manos en el pecho del profe, mi pobre polla comenzaba a botas borbotones de semén, haciéndome secar la gargante y sentir ese éxtasis del placer completado. En ellos, el profe comienza a jadear más fuertemente.

– Trae tu exámen, puto. 

Al tenerlo en sus manos, tal y como el enunciado lo indicada, el profe se corría lo más controlado que podía, en la hoja del exámen. Una vez acabado, tomé la hoja y doblándola en forma de cono, tragué el espeso nectar del profe, que al verme acabar, ordenó que limpiara su miembro. 

– Gran nota te has ganado, maricón. Vaya que sí – dijo entre suspiros. 

Alistó sus cosas mientras yo trataba de secar todo mi sudor de la frente. Pronto, el profe decía a mi oído «El viernes te traeré un regalito para que sigamos con el entrenamiento de tu culo» 

Salió del salón con mi exámen finalizado y yo satisfecho por mi esfuerzo en el curso. 

Continuará…