Cierto que la comunión es un punto de inflexión. «Cabe en la imaginación del lector pensar si el siguiente relato fue cierto o no.»

Me llamo Carlos, Lolo para los amigos y familiares. Ahora ya soy mayor de edad, pero lo que voy a comentar pasó en el momento de mi comunión. Las hormonas comenzaban a bullir en mi cuerpo, en forma de erecciones constantes, granos faciales anti-estéticos y molestos y un estado constante de excitación y masturbación casi enfermizo (una vez llegué a contar 10 pajas en unas cuantas horas sin la vigilancia de mis padres).

Mi familia está compuesta por mi madre, Laura, que en aquella época tenía 30 años, y mi padre, Eufrasio, que trabajaba como responsable de mantenimiento de una fábrica de bebidas alcohólicas y que casi nunca estaba en casa. Mi padre era un juerguista, no era mala persona, pero seguramente porque trabajaba en una empresa de bebidas alcohólicas, el caso es que cuando estaba en casa solía estar borracho. Mi madre, no sé si por despecho o igual porque ella ya era así anteriormente, era una provocadora. No tenía un cuerpo 10, pero sí muy voluptuoso y mu sensual. Tenía una melena castaña preciosa, siempre iba maquillada, uñas largas bien pintadas, escotes pronunciados que ayudaban aún más a enmarcar su grandes y redondos pechos, vestía siempre ajustado, para marcar su cintura de avispa y sus orondas nalgas, que al moverse hipnotizaban a cualquier hombre con sangre en las venas….Sin embargo el dinero que traía mi padre a casa era abundante y mi madre se encargaba de gastarlo, en la familia, pero sobre todo en ella. Creo que eso era casi lo único que los mantenía unidos, seguro que mi padre algún que otro clavo le echaría a Laura, pero poco más.

El caso es que, al comenzar en mi cuerpo el calentamiento continuo, la imagen de mi madre pasó de ser algo virginiano y puro a la gran fantasía de mis constantes onanismos. Ella no ocultaba su cuerpo en casa en los momentos más íntimos, ir a la ducha o volver de ella por ejemplo. Si yo estaba en el baño cuando ella se iba a limpiar no se tapaba….anteriormente, ya que mis continuas miradas a sus tetas y su sexo cuando se desnudaba a partir de esa edad creo que la hizo sentirse incómoda y desde entonces procuró realizar sus actos de higiene cuando yo no andaba cerca. El hito que hizo que mi madre dejara de desnudarse delante mío fue que un día la toqué una teta como si estuviera tocando una bocina de coche, de hecho realicé el sonido «MOC MOC», como si estuviera jugando a dar un bocinazo, aunque por dentro lo que quería era realmente tocarle las tetas.

Llegué a hacerme pajas hasta en la Iglesia donde estudiaba la catequesis para hacer la comunión. Cada domingo, después de que mi madre me dejara en la Iglesia, antes de pasar a la sala parroquial que había anexa, pedía ir al servicio y me limpiaba el sable recordando el cuerpo lascivo de Laura, el bamboleo de sus pechos y el trasero gracias al movimiento sexy, no sé si inconsciente, debido al uso de zapatos de tacón elevadísimos. Y su mirada tierna y pícara a la vez junto a sus labios carnosos que se despiden de mí dándome un suave beso mientras me susurra, “aprende y sé bueno”, sin tener la menor idea de que lo primero que quiero hacer es correrme imaginándome que lo hago en alguna parte de su cuerpo.

Siempre que descargaba mi leche esos domingos me quedaba bastante relajado y podía asistir a la catequesis con total concentración. Tal era el engaño, que el párroco llegó a decirle a mis padres que yo era el mejor “alumno” de todos, lo que me permitió pedir los mejores regalos y uno de los mejores restaurantes para la celebración de la comunión.

Por otro lado, yo no era el único que estaba así de salido. Mi pandilla más cercana de amigos, casi eran como mis hermanos, vivían las mismas experiencias que yo. Mis colegas del alma se llamaban Pedro y Pablo, sí, como los Picapiedra. No éramos malos, un poco gamberretes quizá, pero nada que causara grandes problemas a nuestras familias. Evidentemente que los 3 estábamos en la misma etapa, así que nuestras fantasías eran muy similares y la forma de sofocarlas idéntica. En alguna ocasión Pedro o Pablo traían escondida al colegio una revista porno que habían encontrado, a alguno de sus padres, hermanos o en alguna papelera de su barrio y, en algún que otro recreo nos encerrábamos en un servicio y nos hacíamos una paja grupal, haciendo concursos de a ver quién echaba más lefa en la foto de la revista donde aparecía la escena, musa de nuestros placeres, o a ver quién tenía más aguante y se corría el último.

Llegó el día de la celebración de mi Primera Comunión. El trajecito de marinero que me compraron, la gomina en el pelo y el fotógrafo de marras fueron un suplicio…mis amigos se rieron de mí un buen rato, pero me daba igual porque sabía que después de ese tedioso día tendría videojuegos y otros regalos chulos, además de algo de dinero.

Mi padre iba vestido como todo un gentleman y mi madre, después de 2 horas en la peluquería venía vestida, peinada y maquillada como una Diosa. El pelo largo se lo habían dejado con unos bucles y un color castaño claro divino, las uñas tenían la longitud perfecta, ni largas ni cortas y pintadas con el mismo rojo que el de sus preciosos labios. Su rostro iluminaba la habitación, iba maquillada pero de una forma tal que no solo realzaba su belleza sino que además la rejuveneció una década. Las bases de maquillaje borraron toda pequeña arruguita que tuviera en su piel.

Fuimos al restaurante del banquete, muchos primos y tíos míos, mis abuelos, mis padres y mis amigos Pedro y Pablo. Antes siquiera de empezar a comer mi padre Eufrasio ya llevaba una tajada monumental, y mi madre procuraba evitarle para no estar más abochornada aún más si cabe. En la mesa, ya no tuvieron mas remedio que sentarse juntos, lo que mi padre aprovechó para sobarla y abrazarla descaradamente. Mi madre reía incómoda, como si de bromas se trataran e hizo que los pezones se le endurecieran y se marcaran en su vestido. Inmediatamente mis ojos no dejaron de enfocarla en constante fijación y mi mente divagaba muy de vez en cuando con fugaces imágenes de felaciones, cubanas, folladas y corridas en su cara y tetas.

Después de la gran tarta me trajeron los regalos, aunque yo tenía una erección del 15 y lo que buscaba era un momento para poder escabullirme para aligerar a mis doloridos testículos de tanto “zumo de amor” que estaban sobreproduciendo. Sinceramente no me acuerdo qué me regalaron, pero procuré sorprenderme y hacer ver que me encantaba al abrir cada uno de ellos, aunque en realidad quería que todo eso pasara rápido para desahogarme lo antes posible.

Sin haber abierto el último regalo noté que mi madre ya no estaba y mi padre estaba tumbado entre dos sillas, durmiendo la mona. Terminé de abrir el último obsequio, di las gracias y besos a todos y tomé un muñeco de acción que me regalaron, llamé a Pedro y Pablo para que nos perdiéramos de aquel jolgorio y hacer una paja grupal que, si en esta ocasión apostábamos quién duraba más yo perdería, pero no así en cantidad de leche eyectada.

Buscando los servicios en ese mega restaurante nos perdimos y creo que llegamos hasta un rincón donde debía estar la bodega o algo similar. Había un cartel en la puerta de SOLO PERSONAL que prohibía el paso a toda persona no trabajadora en el restaurante, sin embargo oíamos jadeos en su interior, una follada en toda regla. No creo que tenga que decir que con ese calentón y, con la curiosidad de un infante, no hizo falta más que una mirada cómplice entre Pedro, Pablo y yo para tomar la decisión indudable de abrir y mirar a la parejita en pleno empuje conejero.

Suavemente empuñé el tirador de la puerta, lo giré procurando no hacer ruido aunque un pequeño crack del gozne nos avivó el temor a ser descubiertos y dejé de mover la mano. Al seguir escuchando a la pareja gozar sin parar, proseguí con la acción y empujé con prudencia la puerta para abrirla y poder ver las imágenes que esperábamos, sin embargo, delante nuestro había una pared de madera, parecida a una colmena, llena de botellas, que escondía a los amantes.

Como si de ninjas nos tratáramos nos pegamos de espaldas a dicho obstáculo visual, a mi derecha Pedro, a mi izquierda Pablo y yo en medio. Nos deslizamos suavemente hacia mi derecha, ya que el sonido prometía sonar más cercano a esa zona. A la altura del final de esa pared, donde se abría la habitación, paramos. Pablo y yo miramos a Pedro, indicando con la mirada y alzando el mentón en dirección a donde tenía que fisgar que diera una ojeada segura para luego avisarnos de cómo hacer.

Muy muy despacio se giró para poder ponerse de cara a lo que pudiera ver y, con la misma lentitud, asomó poco a poco su cabeza para vislumbrar el espectáculo amatorio….y una vez sacó todo el “melón” puso cara de sorpresa, se giró para mirarnos con las manos en la cabeza para luego volver a mirar a la pareja, así en dos o tres ocasiones. Nosotros le hacíamos gestos como diciendo: “¿Qué pasa, qué pasa?”, pero parecía petrificado. Al ver que esa situación no se desbloqueaba Pablo y yo nos asomamos también…….No me extraña que se quedara como si un taxidermista le hubiera empalado el culo, yo me quedé igual. Un joven camarero del restaurante estaba de pie follándose a una señora que vino a la comunión que estaba ofreciendo su retaguardia a este, con el vestido, el sujetador y las bragas en el suelo, mientras ella se apoyaba con sus dos brazos en una barra ancha de bar que había frente suya. Sus tetas se bamboleaban a cada empuje del camarero. Ella clamaba por cada envite diciendo: “Vamos chaval, fóllame bien”…..a todos se nos puso la poya dura por la escena, pero sobre todo porque la señora ¡era MI MADRE!

Unos segundos después de reaccionar al ver tremenda escena, Pedro, Pablo y yo nos miramos de nuevo como si hubiéramos encontrado un tesoro y, sabiendo qué pensábamos sin siquiera hablar ni hacer ninguna otra indicación, nos sacamos las mingas y sin perder de vista la follada adúltera de mi madre comenzamos a cascárnosla.

Duró poco, ¿5, 10 segundos? No sé cuánto exactamente, pero fue poco. El camarero giró su cabeza y nos vio:

¡Largaos de aquí niños! – Nos espetó.

Mi madre se tornó para mirar y cuando se dio cuenta se desenganchó del camarero, se tapó las tetas y chilló:

¡Lolo, Pedro, Pablo!

¿Les conoces?

¡Joder que si les conozco, mi hijo y dos amigos suyos! ¡Déjanos solos, lárgate! – Le gritó al camarero.

¡Pero si….!

¡Que te largues joder!

¡Putos niños, me habéis jodido una follada de las buenas, cabrones! – Nos decía mientras se subía los pantalones y se abotonaba la camisa para poco después salir por la puerta.

Mi madre intentaba recoger la ropa, Pedro y Pablo pararon de cascársela pero no se movieron del sitio y asistían a la escena completamente pasmados. Yo le dije a mi madre:

¿Así que te gusta ponerle los cuernos a papá con chavalines?

No hijo, esto no es lo que tu crees – argumentaba tartamudeando al tiempo que trataba re recoger su vestido, el sostén, las bragas y tapándose al mismo tiempo.

¡Pues a nosotros nos ha parecido que te estaba follando como un campeón y le estabas pidiendo que te diera más!

¡No me hables así Lolo, soy tu madre!

Y seguro que no querrás que papá se entere, ¿verdad?

¡Claro que no hijo! Por favor no le cuentes nada hijo, por favor. Te compraré la Playbox 5, lo que tu quieras, pero no le digas nada a papá.

Será fácil mamá….te gusta follar con chavales, yo no diré nada, si te follamos ahora los 3. – Pedro y Pablo me miraron sonrientes y si no hubiéramos tenido nuestros sables en las manos seguro que habría querido chocar los cinco.

Me envalentoné movido por la calentura y también por el enfado de ver cómo mi madre le era infiel al pobre borracho de mi padre.

¿¡QUEEEE!? – Me miró desencajada y sorprendida – ¡Lolo qué estás diciendo, soy tu madre!

Y me tienes con la polla dura desde hace tiempo y esta ocasión no creo que la encuentre en otro momento.

¡Pero hijo, por favor, qué me estás diciendo, es que no creo lo que me estás pidiendo! Por favor Lolo, piensa lo que me pides.

Mamá, seguro que no pensabas mucho mientras te follabas al camarero y vete tú a saber a quién más te has tirado. Resulta que te tengo ganas desde hace mucho y tú te liabas con otros chavales, pudiendo haber follado en casa…..No hay más tratos mamá, o follamos aquí todos, o nos subimos la bragueta y en cuanto a papá se le pase la moña que lleva le contamos que te estabas tirando al camarero.

Espera, espera. – No lloró, no gimoteó, pero sí le temblaban las manos y tenía cara preocupada. No estaba pensando en mí, ni en el pseudo-amor por su marido, estaba pensando, estoy seguro, en quedarse sin dinero, sin sus joyas, sin sus cremas y su ropa, sin su bmw…..y entonces habló – Lolo, está bien, está bien. Pero prométeme que no contarás esto nunca a nadie, ni lo que pasó aquí antes ni lo que pase ahora.

Claro mamá, sería una tontería enorme. Pedro y Pablo serán una tumba también.- Al decir esto miré a uno y a otro pidiendo su confirmación que me dieron sacudiendo su cabeza de arriba abajo en varias ocasiones, impacientes e incrédulos acerca de la situación futura.

Habiendo llegado a un acuerdo, mi madre, como indecisa, se descubrió y acercó lentamente a nosotros. Arrastró su vestido para ponerlo de nuevo bajo sus pies, nos pidió acercarnos rodeándola, se arrodilló y, después de un acto de duda, agarró nuestros miembros con sus manos y boca.

Comenzó a succionar la polla de Pedro para pajearnos a Pablo y a mí, unos segundos más tarde cambió a mamar la polla de Pablo y a trabajarnos manualmente a Pedro y a mí. Cada poco tiempo se estuvo turnado de esta manera. Yo disfrutaba del asunto, pero me incomodaba ver que no se llevaba mi verga a su experimentada boca y en unos minutos después de ver cómo turnaba sus sensuales labios de uno de mis amigos al otro sin que me catara dije molesto:

¡Mamá, a mí no me la chupas! Por favor cómeme el rabo a mí también.

Ella paró toda acción y mirándome a los ojos desde esa posición me suplicó:

Cariño…..soy tu madre….por favor….

Mamá….me encantaría que me la chuparas a mí también porfi.

No sé si ella entendió esa petición como una amenaza de que si no lo hacía avisaría a mi padre, o más bien como yo realmente la había lanzado, como una súplica de acrecentar el placer que estaba sintiendo siendo masturbado por mi madre. El caso es que, después de un suspiro, claudicó y empezó a comer mi falo…..¡qué maravilla! Evidentemente lo único que había sentido alrededor de mi pene cada vez que me masturbaba era mi mano, lubricada en algunas ocasiones con aceites o cremas que utilizaba mi madre…..pero su boca, caliente, salivada, experimentada…..no pude aguantar mucho más. La visión era increíble, mi madre de rodillas, con las enormes y redondas tetas bamboleando, sólo vestida con sus joyas y unos tacones altos, con las vergas de Pedro y Pablo en las manos agitándolas para exprimir sus huevos, mi polla en su boca que engullía con un saber hacer brutal, mi glande que sentía cada succión con gran sensibilidad y placer….mis huevos mandaron todo el contenido de su depósito a través del palpitante tronco de mi polla al tiempo que gritaba a Laura, mi madre:

¡Me corro mamá!

Ella se apartó justo a tiempo para no tragar nada, yo entonces me agarré el nabo para seguir agitándolo y entonces los chorros de semen brotaron furiosos de mi glande para estallarla en los labios, la nariz, un pómulo cerca del ojo. Ella había parado de pajear a Pedro y a Pablo, quienes la aferraron sus manos a sus vergas y, queriendo imitarme, se pajearon hasta correrse casi al unísono en las orejas, el pelo, los hombros y las tetas de mi madre.

¡Joder cómo me habéis puesto, miradme el pelo! ¡Estáis llenos de leche, coño!

Estábamos recuperando el aliento, eso sí, con las estacas aún izadas cuando mi madre se levantaba para buscar un clinex en su bolso.

Bueno, ahora ni una palabra a nadie de…

Mamá, no hemos terminado, – la corté – aún no te hemos follado.

¿Pero qué estás diciendo Lolo? Si ya os habéis…

Sí, nos hemos corrido, pero no estamos satisfechos – miraba a Pedro y a Pablo como pidiendo consenso.- Además, creo que tú también te quedaste a medias cuando entramos nosotros.

Pero…pero…está bien. Venid aquí. ¿Supongo que nunca habéis follado verdad? – Los 3 confirmamos con la cabeza que éramos vírgenes.- Pero estoy segura de que habéis visto en alguna revista o película porno cómo se hace, ¿no es cierto pequeños salidos? – afirmamos categóricamente con nuestras cabezas. – Entonces será rápido.

Estiró el vestido sobre el suelo de la bodega, se puso a cuatro patas y pidió que uno se pusiera bajo ella, otro detrás de ella y el tercero delante. Obedecimos, Pedro se puso delante, Pablo debajo y yo detrás. Ella se chupó los dedos y, antes de tocarnos comenzó a masturbarse….al ver esto nos volvimos a agarrar nuestros miembros para agitarlos de nuevo. Mi madre entre gemidos nos decía:

Esperad….ahh….esperad un poco que me ahhh humedezca más….ahhhh….

Cuando sus dedos chapoteaban entrando y saliendo de su carnosa cueva vaginal, los sacó y muy despacio los fue introduciendo en su culo. Primero uno, muy despacio, que al entrar y salir con facilidad dio paso a un segundo y más tarde a un tercero. Al tiempo de autoperforarse el culo, con la otra mano se masajeaba el clítoris, jadeando aún más fuerte, tanto que llegué a creer que estaba a punto de tener un orgasmo en cualquier momento.

Nuestros cipotes estaban más duros que una roca, yo no podía más y casi sin pedir permiso le agarré la mano que tenía en el culo, se la quité y reemplace sus dedos por mi verga. Pablo al verme tomar la iniciativa empinó su trasero para encipotarla su empapado chocho y Pedro se arrimó a la cara de Laura, mi madre, para que ella arrimara su boca al pilón.

Torpemente, debido a la poca experiencia práctica de las artes amatorias, intentamos que nuestros bombeos fueran conjuntados y taladráramos los agujeros de mi madre al unísono. Mi madre notó enseguida nuestra inexperiencia y nos detuvo para tomar ella la iniciativa. Nos quedamos los 3 quietos y Laura comenzó un vaivén adelante y atrás que conjugaba perfectamente la penetración DP que realizábamos Pablo y yo en sus agujeros bajos, y la mamada que le hacía a Pedro.

Ahhhh….síiii….qué maravilla – decía de vez en cuando al sacarse de su boca la barra de carne de Pedro – joder qué bien lo estoy ahhh pasando ahhh.

No parábamos de jadear ninguno, pero me asombró gratamente que mi madre disfrutara tanto como nosotros. Si fingía lo hacía tan bien que podía haberse llevado un premio de la AVN al mejor gangbang de una “cougar”.

Supongo que, por haberse quedado a medias y porque nosotros ya habíamos realizado una descarga anteriormente, y repito que si fingía habría engañado hasta a un profesional, mi madre soltó de su boca la polla de Pedro, y al grito de “¡ME CORRO!”, se convulsionó ferozmente y contrajo y relajó sus esfínteres (al menos el del culo, puedo confirmar yo), intermitentemente, mientras Pablo y yo intentamos proseguir el entrecortado ritmo de mi madre para atravesarla con nuestras pollas.

Seguro que el espectáculo porno que estaba ofreciendo mi madre fue demasiado para Pedro quien, pajeándose frente la cara de mi madre, no pudo reprimir tener un orgasmo llenándola de nuevo la cara de leche. Sin embargo en esta ocasión, cuando mi madre hubo recuperado un poco el control de su cuerpo, agarró el cimbel de mi amigo para intentar esta vez beber lo que quedaba por salir de él.

Pablo, lanzó un grito de: “¡ME VOY!”, al tiempo que mal-bombeaba dentro del coño de mi madre y se corría en él.

Yo seguí follando el culo de mi madre, pero esta vez me acerqué a su espalda agarré sus pedazo de tetas para, bien asido a ellas, penetrarla fuerte lo más profundo que podía.

¡Fóllame bien el culo hijo, ahhhh….haz que me corra otra vez! Ahhh….ahhhh…– Me alentaba abandonando la seca polla de Pedro, buscando mi cara para jalearme en la follada anal – ¡Me ahhhhh….follaréis cuando queráis, ahhhh…..seré vuestra puta guarros, qué ahhh… placer me dais hijo! Ahhhh…..

Mamá…..ohhhh….eres la mejor….ohhhhhhh

Sigueeeeee…..sigueeeeeeee Lolo….ahhhhhhhhh

Y, con mi polla presa en su culo, volvió a correrse, su ano palpitaba alrededor de mi hombría. Yo ya no pude más y mientras mi madre se tumbaba y convulsionaba en el suelo, yo la llenaba el intestino con mi abundante y juvenil lefa.

Agotados y sin decir nada nos mantuvimos los 4 unos minutos. En parte también porque queríamos seguir disfrutando de la “sobremesa” de la orgía y porque temíamos que mi madre tornase ahora furiosa. Pero fue todo lo contrario.