Carmen, una zorrita infiel necesitada

Conocí a esta mujer en una página de contactos sexuales y tuvimos nuestros mensajes de contacto y tras decirme una de sus fantasías le indiqué que podríamos hacerla realidad.

Ella es casada, por tanto, sabía que no podría ser el encuentro de noche, es lo que tienen estas mujeres comprometidas, que las noches las pasan en sus casas, pero eso no era realmente un problema, al contrario, a veces son muchas las ventajas.

Carmen, que así es como la llamaré me dijo de quedar en algún sitio y yo le dije que para realizar su fantasía tendríamos que tener una casa o al menos una cocina para poder realizarlo, a lo que la invite a mi piso en el centro de la ciudad, bastante discreto para lo que realmente íbamos a realizar.

Cuando le di la dirección me dijo que, si me venía bien por la tarde de dicho día, y yo claro que no le puse ningún impedimento, siempre hay tiempo para dar placer a una mujer.

He de puntualizar que cuando llego me dejo bastante asombrado, porque venía muy discreta, pero sabiendo insinuar su cuerpo sin ser demasiado vulgar o descarado, por lo que nada más entrar en mi piso, nos dimos un buen morreo metiéndonos las lenguas hasta la campanilla. Mientras hacíamos este gesto de deseo y lujuria concentrada con un beso apasionado mis manos iban directamente a su culo, intentando ponerla más caliente de lo que ya ella venía, así, tras varios sobes en su anatomía y tras ella tocar todo mi cuerpo decidió que debía de probar el plátano que ya aventuraba buen grosor de excitación.

Tras dejarla que se pusiera de rodillas en el suelo y viendo que no le hacía falta ninguna ayuda por mi parte para tragarse literalmente y con algo de complejidad semejante trozo de carne mío, la deje que se diera el festín previo a la follada de boca que le iba a meter, por lo que Carmen se deleitó bastante, tanto que gemía con cada metida en su boca de mi miembro, ya gordo, ya erecto y ya con ganas de empezar a reventar su cuerpo de placer. Se tomaba su tiempo porque se notaba que le gustaba, aparte de saber mover su boca para no rozar sus dientes contra mi carne y eso siempre se agradece, aunque también es cierto que a veces un roce ayuda a elevar el grado sexual.

Agarre de su melena con una mano y su cabeza, con mi otra mano por debajo de su barbilla y sin esperar a que estuviera preparada empecé a bombear mi cadera contra su cara y así estuve un buen rato, incluso notando que ella con sus manos quería quitarse lo que tenía dentro de su boca, pero yo apretando más hice que incluso le vinieran alguna que otra arcada, por lo que cuando creí que ya debería de sacarlo de donde lo tenía metido ella grito mientras le salían bastante babas que le cayeron por el canalillo de su escote casi manchando su camisa y su sujetador, en donde yo le ayude a que se levantará e hiciera que se quitara dichas prendas y ya que me ponía, pues le desabroche la falda y le baje su culotte, porque de todas maneras íbamos a follar y las ganas que nos teníamos en ese momento hacían que su ropa impidiera o retrasará algo que no queríamos que sucediera, por tanto, cuando ella estuvo completamente desnuda y recuperando el aliento de esa follada brutal de su boca, yo me quite la camiseta que llevaba puesta y deslice el pantalón corto junto con mi bóxer para quedarme como ella, estando los dos totalmente desnudos.

Como estaba bastante erecto y Carmen bastante mojada no hizo falta mucho preliminar la verdad, porque fue acercar mi pene duro a su cuerpo en donde por nuestras medidas hacía que estuviéramos casi a la misma altura para llegar sin problemas y mientras le metía mi lengua dentro de su boca, sus labios iban impregnando y deslizando mi capullo para así encontrar esa zona ardiente de su cuerpo y completamente húmeda aunque también apretaba o rozaba su clítoris que ya estaba como sus labios, hinchados, ardientes y con ganas de guerra, lo que hizo que de su boca se escapara un gemido de placer que no oculto para que yo supiera que le estaba gustando dicha caricia, por lo que hice el movimiento de meter y sacar tan lento como pude mientras nuestras lenguas seguían jugando a su juego de “si te pillo me escapo de ti” y notando que si yo me apartaba de ella, su cadera me buscaba y si yo me deslizaba su cuerpo se alzaba todo para que el roce de nuestros cuerpos siguieran un vaivén semi vertical y casi diagonal haciendo que tuviéramos ese sonido ambiente tan agradable como excitante.

Alce una pierna suya para apoyarla en una de las sillas que tenía en el salón y sin ningún impedimento por parte de sus muslos entré dentro de ella, con un golpe seco, duro, certero y que se frenó cuando mi pelvis chocó contra sus muslos, por lo que con una mano la agarre del culo y con la otra me agarre a una de sus tetas y empecé a darle envites fuertes mientras Carmen no paraba de gemir, de jadear y de respirar rápidamente y yo seguía perforando ese agujero encharcado. Estuvimos en esa posición hasta que ella sin poder aguantar más, mordiendo mi cuello, porque no podía besarlo de todo el movimiento que teníamos los dos, hinco sus uñas en mi espalda y note como su vientre empezaba a vibrar, como las paredes de su vagina se contraían y entonces arremetí más fuerte, más rápido hasta que Carmen grito que se corría, con ello hice que mis movimientos fueran más lentos, pero sin frenarme porque uno de mis placeres es sentir sus contracciones, su vibración y sobre todo esa manera de oprimir mi miembro cuando la mujer tiene el orgasmo es casi como hacerme una masturbación pero en este caso por todo el conducto vaginal.

Una vez que acabo de tener su primer y largo orgasmo, saque mi polla de su coño y viendo que estaba algo blanquecina le dije que limpiara bien con su boca su corrida, ya que necesitaba que probará su orgasmo desde mi taladro a lo que ella con cara de felicidad y sonriendo, se agacho de cintura y pecho para agarrar con una mano mi miembro aún duro y palpitante y empezó a lamer, tragar, besar y relamer de nuevo, hasta que no dejo ni una sola gota de su orgasmo, mientras ella tragaba y me decía que sabía sabroso. Aparte también porque me gusta que no haya muchos residuos vaginales para ponerme el condón que mientras yo lo hacía ella se masturbaba mirándome mientras frotaba sus dedos entre sus labios y clítoris, para que ese volcán no se apagará, aunque yo no iba a dejar que se apagará al menos durante todo el rato que estuviéramos juntos, para eso a veces decirle algunas palabras calientes y subidas de tono hace que se sienta incluso más ardiente que si le masturbará con mis dedos o con mi lengua, aunque siempre hay que saber que decir y en que tono, porque no siempre sienta bien, así como las palabras que ella pueda decir por lo que está sintiendo y que yo nunca dejo que se las callen, es preferible expulsarlas (ya sea para bien o para mal) que dejarlas dentro porque eso es un orgasmo cancelado, un sentimiento sexual que se produce en una contradicción y que para mí puede incluso llegar a fastidiar totalmente ese momento erótico entre dos personas o las que haya, pueden ser tres, cuatro, cinco, orgía o simplemente amistad nudista.

Entonces ella me dijo que deseaba más (muy normal en cualquier mujer que sabe que lo va a pasar bien), por tanto, le indique nos fuéramos a la cocina, para beber algo fresco y así recuperar algo de líquidos que habíamos perdido, y mientras ella iba delante mía, mis ojos no podían mirar a otro lado que no fuera su culo, que por cierto ese no lo tuve en esa cita, sino en la siguiente, porque no se había preparado para ello, pero no me hizo falta follarla por atrás en esa primera cita.

Al llegar a la cocina, le puse un delantal de cocinero, mientras ella se lo ajustaba, yo me puse uno yo, y entonces cuando note que estaba algo más excitada, la ayude a que se sentará en la mesa de la cocina. Hice que se tumbará en ella, abriendo sus piernas, levantando el delantal por su cintura para tapar sus pechos que ya estaban tapados por la parte de arriba de dicha prenda. Yo me puse delante de su cabeza y acercándome a ella, le dije que si quería que la follará brutalmente o la boca o su coño a lo que ella se quedó pensando un momento, cosa que eso me hizo hacer lo que realmente quería hacerle. Me dirigí a su coño. Agache mi cabeza. Le bese su clítoris. Azote un poco con mis manos sus tetas cubiertas por la prenda que tenía puesta. Enrolle mi parte del delantal hasta mi cintura. Abrí sus piernas. Agarre de sus muslos, y sin pedir permiso, sin decirle nada metí de un fuerte y brusco movimiento mi taladro en su coño. Con ese empotramiento, su cuerpo se fue un poco hacia delante de la mesa, por lo que la agarre de nuevo, estando yo dentro de ella, por sus muslos y entonces empecé a bombear mi cadera contra ella, y no paramos de follar, brutalmente, incluso azotando sus caderas, pegando fuerte en su culo, a veces en su clítoris y no paré de meter y sacar tantas veces como pude hasta que le dije entre espasmos de mi respiración que si quería mi liquido dentro de ella o en su boca a lo que ella me dijo que para ser la primera vez lo quería donde fuera y yo seguí metiendo y sacando mi pene de su coño hasta que se lo llene en una fuerte expulsión de líquido blanco.

Al acabar de exprimirme dentro de Carmen, me separé y note como su coño expulsaba algo de mi corrida, por lo que hice que sus dedos fueran a recoger mi pasta blanca y sin que yo le dijera nada, ella se los metió en su boca, relamiendo, y volvía a sus labios, para seguir recogiendo ese néctar que estaba saliendo, mezclado con sus jugos, con su otro orgasmo y felizmente así tuvimos nuestro primer encuentro, eso sí, desde ese momento ella no quiere que me ponga condón, total, si no lo hace con su marido, para que lo va a hacer con su amante secreto que encima la empotra cada vez que se ven.

Tras ese primer encuentro seminal dentro de ella yo quería más por lo que dejando como estaba ella en la mesa me puse delante de su boca y no hizo falta decirle nada ya que abrió su boca y tras meter mi capullo en ella digamos que dilato su garganta, pero jugaba con mi falo dentro de ella y empezó a realizar uno de los deportes acuáticos mejores de la vida, y yo solo tenía que estar quieto, porque todo lo hacia ella. Saboreaba lo que apenas salía de dentro de mí, escasas gotas y volvió a ponerme algo erecto mientras yo no paraba de estirar suavemente sus pezones con una mano mía mientras que con la otra no paraba de frotar sus labios y clítoris a lo que ella parecía gustarle mucho por como movía su cadera, como queriendo decirme que deseaba volver a estar penetrada.

Estuvo un buen rato hasta que volvió a tener dura e hinchada mi polla dentro de su boca y claro, como se estaba dando un festín mientras yo la estaba masturbando enérgicamente pues no pudo aguantar mucho y tuvo varios orgasmos encadenados.

Carmen cuando se recuperó o al menos eso yo creía, se levantó de la mesa y apoyando sus brazos en la encimera, abrió sus piernas bastante para indicarme que ahora quería que fuera empotrada desde atrás. No es que no me guste empotrar, que la verdad es algo que realmente cultiva el cuerpo, pero yo tenía ganas de que ella me cabalgará un poco pero no se lo dije, total, ahora yo tenía más ganas de destrozarla y que mejor que desde su trasero que hacía de amortiguador, por lo que ni me lo pensé dos veces. Apunte mi miembro a la entrada de su cueva. Me agarré de sus caderas y como bien dice la palabra “empotrar” empecé a follarla tan fuerte y tan brusco que creo que en las primeras embestidas casi sus tetas se aplastaron contra el borde de la encimera, por lo que ella empezó a gemir y jadear, tanto eran los jadeos que casi sonaban a gritos. Creo que se volvió a correr, pero es que en ese momento ni me interesaba saberlo, porque yo no paraba de bombear fuerte, agarrando incluso de su melena hacía mí, para que se tensará su espalda y así poder romper su coño por dentro, pero si es cierto que notaba como vibraba su vagina por lo que seguí un buen rato dando esa tortura deliciosa que solo unos pocos sabemos hacer para conseguir que tengan varios orgasmos, necesidad para un sexo placentero.

Cuando ella se giró un poco la cabeza con sus ojos medio cerrados, quiso decirme algo, pero no le salían las palabras, por lo que con una de sus manos, intento separarme de ella, pero yo seguía destrozando su coño con mis metidas fuertes y duras, por lo que cuando ya quise cambiar de posición, me salí de Carmen y pude notar como su orificio se quedaba algo abierto, vamos, se había relajado tanto que sus músculos vaginales solo estuvieron abiertos todo el rato que se quedó ella quieta.

Me tumbé en el suelo de la cocina y le dije:

— Ahora te toca cabalgar y ya sabes cómo hacerlo.

Ella se sentó encima mía casi cayendo todo su cuerpo y empezó a hacer un movimiento con su cadera, casi apenas entraba o salía de ella, pero ese movimiento realmente estaba estrujando mi pene dentro de su coño y ella gozaba más.

Estuvimos un largo rato, no sé cuánto, porque con mi primera corrida yo tarde mucho más en la segunda y ella ya necesitaba descansar, por eso, mientras que le mordía sus pezones o se los estrujaba con mis dedos o manos, ella me pidió que acabáramos pronto, pero le dije que eso dependía de ella y de cómo me follará, porque realmente al estar encima mía es lo que hacía realmente, por eso acelero los movimientos de su cadera.

Le pregunte si tenía sed y ella al responderme que si, la ayude a que dejará de estar encima mía, pero agarrando su cabeza con mis manos, hice que se tragará toda mi herramienta por su boca, hasta llegar a un punto que desapareció completamente y agarrando fuerte empecé de nuevo a follarle la boca hasta que en uno de los movimientos míos para aprisionar su cabeza contra mía, explote dentro de su garganta y eso hizo que tuviera una buena arcada, pero como tenía toda la boca llena no pudo escupir nada, sino tragarse todo, y realmente eso fue lo que hizo que ella también consiguiera cumplir otra de sus fantasías, una garganta profunda tragando por su garganta, sin que su lengua o boca pudieran saborear mi leche, y así fue como quedamos tras mi segundo orgasmo y no cuál de los que tuvo ella.

La solté su cabeza de mis manos y se dejó caer encima de mí con su boca llena, y cuando intento levantarse, note que su rímel no se había corrido, sino desaparecido, por lo que la invite a que nos fuéramos a la ducha, para darnos una merecida lluvia de agua y disfrutar de nuestros cuerpos mezclados con el agua y gel de ducha.

Cuando acabamos, Carmen miro el reloj y me dijo:

— Creo que voy a tener que quedar más veces contigo, porque con ninguno he tenido tantos orgasmos, se han cumplido tantas fantasías mías y me han tardado tanto, por tanto, oficialmente eres mi nuevo amante secreto.

Ella se vistió, mirándome todo el rato y yo me puse mi camiseta y un pantalón corto y cuando la acompañe a la puerta le dije que cuando quiera, me avise para destrozar de nuevo otros delantales de cocina, pero eso si, en los próximos les haríamos agujeros, para así ser más calientes de lo que fue esta primera cita.

Las siguientes citas fueron incluso mejores, pero eso lo cuento en el cuento erótico que hago de cada una de mis amigas especiales.

Ahhh, este encuentro se ha hecho antes de la semana santa del dos mil diecinueve.