Pero bueno, fíjate tienes una gotita en la punta, eso es que estás muy excitado, lo mejor es que te relajes antes de que siga con el reconocimiento

Pero bueno, fíjate tienes una gotita en la punta, eso es que estás muy excitado, lo mejor es que te relajes antes de que siga con el reconocimiento.

Por fin había encontrado un trabajo, solo me  faltaba unos los trámites burocráticos para empezar a trabajar y el reconocimiento médico.

Aquella mañana, a primera hora, me dirigí a la dirección que dieron, pregunté por el nombre de la Doctora que tenía asignada y esperé a que me llamaran. Estaba en la sala de espera leyendo alguna revista hasta que apareció una enfermera y dijo mi nombre. La acompañé, y fui con ella a varias habitaciones donde me hicieron bastantes pruebas. Dejando para el final el reconocimiento médico.

Era la primera vez que me hacían uno. Salió la doctora y me llamó, me hizo pasar a su despacho y me pidió que me sentara. Me hizo varias preguntas relacionadas con mis hábitos, enfermedades, etc. Lo veía todo muy normal, después de esas preguntas, me dijo con absoluta indiferencia:

– Desvístase y vaya a la báscula -señalando con el dedo en el otro lado de la sala.

Me empecé a quitar la camiseta, los zapatos, calcetines, pantalones y entonces tuve la gran duda, ¿me desnudo del todo? Ella no miraba, estaba anotando algo en mi informe. No lo pensé más y me quedé completamente desnudo subido en una especie de báscula.

Había una cortina que separaba su despacho del resto de la habitación, donde estaba la camilla y el resto de aparatos.

Estuve un par de minutos desnudo, esperando que la doctora viniera hasta que preguntó en voz alta:

– ¿Estas listo?

– Si -contesté yo.

La oí levantarse, el ruido que hizo la silla al desplazarla de su mesa y los tacones que indicaban que se dirigía hacia mi. Arrastró la cortina a un lado y se quedó mirándome un par de segundos de la cabeza a los pies, recorriendo con su mirada mi cuerpo desnudo sin decir nada.

Allí estaba yo, completamente desnudo de frente a ella, tenía la sensación de que observaba mi cuerpo formado a partir de muchas horas de natación, que yo intentaba cuidar al máximo y que sin duda para ella debía resultar, al menos, atractivo.

– Bueno -me dijo- no era necesario que te quedaras completamente desnudo.

– No sabia si debía…espere que me pongo…

No me dejo acabar:

– No, déjalo, así está bien, pero espera que voy a cerrar la puerta porque no estaría bien que entrara alguna enfermera y que te viera así.

Se fue hacia la entrada y echó la llave en la puerta. Se giró y cuando se dirigía hacia mi pude notar como sus ojos se clavaban en mi entrepierna, lo cual hizo que me sintiera ligeramente nervioso, empecé a notar como mi polla se estaba poniendo morcillona.

– Ahora súbete en el peso…así…gírate…bien.

Me subí en el peso, me hizo girarme y quedé de espaldas a ella, que iba anotando en una especie de ficha los resultados que obtenía.

– Ahora ponte de frente…ponte recto que te mida…

Para medirme tenía que ajustar una especie de barra que chocaba contra mi cabeza, mientras que la ajustaba se puso a mi lado y su bata blanca de medico rozaba mi polla. Notaba como cada vez estaba más pegada y que le costaba ajustar la dichosa barra…

– Vaya parece que no quiere…ahora.

Cuando bajo los brazos una de sus manos chocó accidentalmente contra mí ya semi-erecta polla, lo cual hizo que reaccionara del todo y noté como empezaba a crecer y a ponerse dura como una piedra.

La situación era muy comprometida, no es que me asustara que me viera una mujer desnudo y con la polla erecta, pero si esa mujer era la doctora que tenia que firmar mi reconocimiento medico era algo que si me preocupaba.

Evidentemente se dio cuenta del cambio, pero no me dijo nada, siguió con su trabajo…

– Ahora bájate y quédate aquí…

Se acercó a un armario y cogió los típicos utensilios que usan los médicos en estos casos. Empezó a hacerme algunas pruebas más mientras me preguntaba algunas cosas, yo continuaba con mi estado de excitación:

– Así que empiezas a trabajar ahora…

– Si.

– Hace falta gente, sobre todo gente tan joven como tú…¿practicas algún deporte? te veo tan fuerte y desarrollado.

– Si, natación

Ella seguía preguntándome cosas y anotando en la ficha. Hasta que hizo la pregunta que me temía:

– Bueno, veo que no se te baja, ¿estas muy excitado? ¿es por estar desnudo delante de una mujer?

– No se que me ha pasado – le contesté.

– Pues muy sencillo, te ha pasado que tienes una erección muy considerable y ya veremos como te puedes vestir luego. Anda,  túmbate en la camilla que sigamos con el reconocimiento, y no te preocupes que esto es muy normal es chicos de tu edad…

Me tumbé en la camilla y empezó a cogerme las pulsaciones, la tensión, me empezó a apretar en el estómago, cada vez más abajo…

– Perdona, pero tengo que apartar tu pene para palpar mejor esta zona. ¿te importa?

– No, claro -balbucee-

Se puso un guante de látex y me cogió la polla delicadamente con dos dedos, apartándola y empezó a palpar con la otra mano. Así estuvo un tiempo hasta que se escapó y chocó contra su brazo.

– Vaya, si que la tienes dura, te la tendré que agarrar mejor…

Y me agarró la polla con toda la mano, como si de una empuñadura de tratara

– Así mejor…

Siguió palpando, yo notaba la presión de su mano y estaba excitadísimo pero no me atrevía a decir ni hacer nada.

– Pero bueno, fíjate tienes una gotita en la punta, eso es que estás muy excitado, lo mejor es que te relajes antes de que siga con el reconocimiento.

No sabía a que se refería hasta que empezó a meneármela, no podía creerlo, me estaba haciendo una paja. Primero desplazo la piel hasta abajo dejando visible todo el capullo, luego la subió y así sucesivamente, muy despacio al principio hasta que comenzó a hacerlo más rápido.

– Incorpórate y apoya los codos en la camilla…bien…quiero que me avises cuando vayas a eyacular porque no quiero que me manches…

Ella seguía haciéndome la paja mientras me hablaba:

– ¿Te gusta lo que te hago?…

No podía aguantar más, iba a correrme enseguida y se lo dije:

– Me…me corro…

Ella siguió meneándomela con fuerza, mientras veía como los chorros de semen saltaban de mi polla y chocaban contra mi pecho, la cantidad de semen que había sobre mi pecho era muy abundante. Me dijo que no me limpiara, que esperara un momento…

– ¿Te ha gustado? -preguntó.

– Si, mucho -contesté.

– Ahora quiero que me esperes tumbado en la camilla.

Se fue a su mesa y se sentó, la oí como llamaba por teléfono y le decía a su enfermera que cancelara todas las citas que tuviera para hoy y que entrara porque tenía que ayudarle a realizar unas pruebas a un paciente.

Eso quería decir que… iba a entrar en la consulta y yo estaba desnudo y con todo el semen esparcido por mi cuerpo. Me incorporé un poco y miré a la doctora, ella solo me sonrió y me dijo que estuviera tranquilo que todo iba a ir bien.

Llamaron a la puerta y cuando la doctora abrió apareció la enfermera, que quedó bastante sorprendida al verme en esas condiciones.

– Venga María, -dijo la doctora- límpiale porque tenemos que repetir todas las pruebas, ¿has visto como se ha puesto?

– Si claro -contesto María.

Se acercó a mi con un rollo de papel y empezó a limpiarme, estaba colorada como un tomate, sin duda no se esperaba encontrarse con esta situación…

– Venga María, date prisa y déjale bien limpio…

La verdad es que yo no entendía demasiado aquello, pero María se afanaba por dejarme lo más limpio posible, me limpió todo el cuerpo y cuando solo quedaban restos de semen en mi morcillona polla miró a la doctora pidiendo conformidad:

– Vamos, acaba ya, ¿nunca has tocado un pene? Se que es tu primer trabajo pero ya va siendo hora de que espabiles.

Me agarró la polla con mucho cuidado, solo con dos dedos y con la otra mano me la empezó a limpiar. La reacción fue casi inmediata y mi polla reaccionó, empezando a endurecerse. María estaba nerviosísima y se le escapó la polla…

– Pero bueno, que haces!!! -le grito la doctora- si se la pones dura no vamos a poder hacerle la prueba…

Yo no sabia a que prueba se refería y empecé a pensar que todo era una trampa para María, que era nueva, como yo y no podríamos decir nada sobre lo que estaba pasando.

– …tienes que tratarla con más cuidado. Venga límpiala de una vez.

María la agarró con más firmeza con toda la mano y empezó a limpiármela de nuevo, yo ya estaba completamente empalmado y la tenía durísima, sentía la mano de María y como me limpiaba los restos de semen con delicadeza.

La doctora se acercó y se quedó mirando mi polla:

– Mira ahí le queda un poco de semen ya seco, humedécela para que salga bien pero no la sueltes…

María no sabía que hacer para humedecerme la polla.

– Venga échale un poco de saliva.

No lo podía creer, María se agachó sobre mi erecta polla y le dió un lametón a mi capullo.

– Ya que estás chúpasela entera y la dejas reluciente…

– Pero doctora -contestó María- es que yo nunca…

– Nunca que?

– Que nunca he… que con mi novio nunca he practicado…

– ¿Que nunca se la has chupado? Pues ya va siendo hora.

María se agachó y empezó a darme lametazos mientras yo creía estar en la gloria. La doctora se acercó y la cogió por la cabeza agarrándome por la base de la polla.

– Así… trágatela entera

María tenía más de la mitad de la polla en su boca y la doctora le ayudaba para que se tragara más haciendo un movimiento de sube y baja con su mano.

– Sigue así…¿ves que fácil? la estas dejando muy limpia. Venga sigue así que te ayudo para que estés más cómoda.

Me fije como la doctora empezó a desabotonar la bata de María.

– Espero que te hayas vestido como te tengo ordenado.

La doctora le continuaba desabotonando la bata. Me fije que María solo llevaba debajo de la bata el sujetador, las bragas y unas medias hasta el muslo, todo ello de color blanco.

La doctora le quito la bata y María se quedó casi desnuda mientras me la seguía chupando. La verdad es que para ser la primera vez no lo hacía nada mal.

– sigue chupando María -le decía la doctora- verás como te gusta esto…

Cuando me fije la doctora le había quitado el sujetador y aparecieron dos enormes tetas coronadas por dos oscuros pezones que apuntaban directamente hacia el suelo. Aquella visión desapareció cuando la doctora cubrió las tetas de María con sus manos, las apretaba y jugaba con ellas, le pellizcaba los pezones mientras no dejaba de hablarla…

– Ves como te gusta esto…¿no decías que te gustaban los hombres?…ya tienes uno para ti sola, pero también tienes que darme placer a mi…yo te contraté a cambio de unos favores que ahora tienes que empezar a pagar…zorra.

María no dejaba de chupármela cada vez más rápido y estaba a punto de correrme hasta que se apartó rápidamente de mi boca y dio un gemido. Giré la cabeza y aquella visión nunca la olvidaré, María tenía las bragas bajadas, enrolladas a la altura del muslos y la mano de la doctora la estaba trabajando su coñito, un coñito peludo, negro que contrastaba con el color blanco de sus medias y bragas.

María no podía seguir chupándomela porque estaba recibiendo los dedos de la doctora en su interior y le flaqueaban las piernas aunque seguía agarrándome la polla con su mano.

– ¿Te gusta lo que hago? -le decía la doctora- ahora si quieres que siga más tarde tendrás que hacer lo que yo te diga, puta.

Y según le decía esto continuaba jugando con su coñito mientras que con la otra mano le daba azotes en el trasero.

– Venir los dos conmigo…

Nos llevó a un sofá que tenía en la consulta y se desnudó por completo, pude apreciar el contraste de los dos cuerpos, el de María se veía joven, con dos buenas tetas coronadas por dos pezones que desafiaban la gravedad y un coñito peludo, moreno. Mientras que es de la doctora era un poco más maduro, en el que sus pequeñas pero bien formadas tetas empezaban a decaer y su coñito casi depilado mostraba una rosa tatuada justo encima.

La doctora se sentó en el sofá y le hizo gestos a María para que se sentara a su lado, le abrió las piernas y continuó jugando con su coño, mientras que María cerraba los ojos y echaba su cabeza hacia atrás.

– María, ahora vas a hacerme un trabajito, quiero que me comas el coño y tendrás como premio a este joven que el destino ha querido que venga hoy a la consulta. Vamos, ponte de rodillas…

-…y tu -me dijo la doctora- haz con ella lo que desees excepto el coño, el coño es solo mío.

La doctora agarró por la cabeza a María y la acercó hasta su depilado coño.

– Vamos, comételo puta…

La cabeza de María quedó encajada entre las piernas de la doctora mientras yo seguía de pie viendo como la doctora hundía la cabeza de María entre sus piernas sin duda forzándola para que su lengua trabajaba más a fondo en su depilado y experimentado coño.

Decidí pasar al ataque, tenía la autorización de la doctora para hacer con María lo que quisiera excepto su coño, pero aquello incluía su culo. Algo que mi novia nunca me había dejado probar, pero ahora tenía uno delante de mí, totalmente expuesto para mi.

Me puse de rodillas detrás de María y contemplé su culito y su coño desde esa posición, una visión maravillosa, su coño se veía húmedo, sus labios abiertos que yo no podía tocar. Decidí chupar aquel culo, acerqué mi lengua a su agujero trasero y le di un lametón, María lanzó un gemido, levantó la cabeza y se giró para decir un “no” que fue rápidamente contestado por la doctora. Le dio una sonora bofetada en la cara y volvió a sujetarla por la cabeza mientras le decía:

– No decías que te gustaban los hombres, pues ahora vas a comprobar lo que los hombres quieren de las mujeres. Sigue comiéndotelo…

María volvió a lo suyo mientras yo empecé a chupar su agujero, ella intentaba contraer los glúteos para impedirme la entrada pero estando en esa posición lo tenía muy difícil, además recordé los azotes que le había dado la doctora y le di uno no muy fuerte.

– Eso, azota a esta zorra -me dijo la doctora- dale más fuerte y verás como se abre bien de piernas.

No lo pensé, el siguiente se lo di más fuerte y el siguiente aún más. Notaba como se relajaba más cada vez que recibía un azote, después de darle unos cuantos azotes y ponerle los dos cachetes rojos parecía totalmente entregada.

Volvía a jugar con mi lengua en su orificio y ahora no tenía ninguna oposición, al contrario, notaba como empezaba a moverse en círculos, sin duda le estaba gustando.

Decidí que era el momento de meterle un dedo por su estrecho y oscuro agujero.

Lo chupe bien y empecé a metérselo, poco a poco, sentía la presión de sus músculos y como este se abría paso, lentamente, la sensación era exquisita, mientras la doctora empezaba a gemir cada vez más fuerte, sin duda la lengua de María estaba haciendo perfectamente su trabajo en el coño de la doctora.

Ya tenía el dedo completamente dentro, de vez en cuando le daba un azote y María respondía moviendo sus caderas en círculo, parecía una auténtica zorra. Mi polla estaba a punto de reventar y decidí probar, me levanté y puse mi polla a la altura de su culo, pero los gemidos de la doctora me hicieron parar, sin duda se estaba corriendo apretaba con fuerza la cabeza de María tanto con las manos como con las piernas y tenia los ojos en blanco, dio varios grititos muy cortos y se relajó encima del sofá soltando la cabeza de María que no se atrevía a quitar la lengua del coño de la doctora por miedo a otra bofetada.

– ¿Ya la has enculado? -me preguntó la doctora.

– No, iba a hacerlo ahora mismo.

– Espera un segundo que vamos a encular a esta puta entre los dos.

Cogió del pelo a María y la levantó obligándola a situarse a cuatro patas sobre el sofá, luego cogió un bote con una especie de gelatina que untó sobre mi polla:

– La verdad es que tienes una buena polla, vamos a ver como se abre camino en el culo de María.

Me agarró la polla y me dirigió hacia el culo de María, allí empezó a meter un dedo por el estrecho y angosto agujerito, que cada vez ofrecía menos resistencia a la penetración, cuando el dedo de la doctora entraba y salía sin dificultad metió otro más. María movía sus caderas en círculos, sintiendo como la doctora se abría camino. La doctora decidió meter un dedo más y cuando este entró María dio un grito, al que la doctora acompaño de un sonoro azote en su nalga, que quedó completamente enrojecida.

– Creo que ya esta lista para recibir tu polla, acércate…

La doctora me agarro la polla y la acercó a su agujero, apoye el capullo y empecé a empujar lentamente, notaba como entraba, sin duda ayudado por la crema que la doctora había utilizado. Según iba entrando los quejidos de María iban en aumento…

– No, no, noooo…espera…no…sácala, sácala…

La doctora le propinó otros dos azotes:

– Cállate puta y recibe con dignidad tu premio.

Tenía los cachetes del culo al rojo debido a los azotes que le habíamos dado. La doctora me dijo que siguiera empujando mientras el cuerpo de María se contorneaba cada vez que recibía un centímetro más de polla, había dejado de gritar pero sin duda lo estaba pasando mal. Cuando entró el capullo completamente dio un suspiro y note como la presión sobre el mismo cedía, lo peor para ella había pasado, aunque todavía faltaba por entrar el resto de mi polla.

Tenía miedo de hacer daño a María pero la doctora me agarro las pelotas y me dijo que empujara, las piernas de María empezaron a temblar, sin duda debido al castigo que estaba recibiendo su culo. La doctora bajo su otra mano al coñito de María y empezó a jugar con su clítoris para relajarla un poco. Mi polla estaba a punto de entrar en su totalidad y la doctora me pidió que empezara con el mete-saca.

Empecé despacito pero la sensación era tan agradable que aumenté el ritmo y cuando me quise dar cuenta estaba bombeando con todas mis fuerzas, el culo de María admitía todos mis embites y la doctora estaba disfrutando viendo como su enfermera era sodomizada.

La doctora se sentó delante de María y abrió las piernas:

– Vamos comételo mientras te rompen el culo y tú dale unos cuantos azotes a esta guarra que parece que le va gustando esto…

María empezó a comerse el coño de la doctora mientras yo seguía enculándola, empujando cada vez con mas fuerza y más rápido, estaba a punto de correrme.

Además seguía las instrucciones de la doctora y comencé a azotar a María, aquello me gustaba.

Oír los jadeos de la doctora mientras María le comía su coño y la visión de mi polla entrando y saliendo de aquel hermoso culo hizo que me corriera dentro del mismo, solté todo el esperma dentro de aquel agujero y dejé de azotarla. Mientras María seguía con su trabajo y la doctora se pellizcaba los pezones, saqué la polla y vi como restos de mi semen salían de su culito y chorreaban por sus piernas, la doctora empezó a gemir y se corrió en la boca de María otra vez.

María estaba extenuada, la doctora la ordenó tumbarse y le dijo que había llegado el momento de que ahora disfrutara también ella, yo me senté en una silla a contemplar el espectáculo.

La doctora extendió los restos de semen que salían del culo de María por sus piernas y luego introdujo los mismos en la boca de María que los chupara y los limpiara, el coño de María estaba totalmente abierto y húmedo, desde mi sitio pude comprobar como la doctora estaba jugando con su clítoris, hasta que hundió su cabeza entre las piernas de María y esta comenzó a gemir, sin duda estaba deseando que alguien se ocupara de su fuente de placer.

La doctora estaba haciendo un gran trabajo, así lo demostraban los gemidos de María, creo que debió de correrse un par de veces en la boca de la doctora aunque esta no dejaba de saborear tan delicioso manjar.

La doctora levantó su cabeza de las piernas de María y me ordenó que le chupara el culo, eso sí, me dejó claro que nada de polla, solo chupar. Obedecí y tuve el enorme placer de saborear su culo, su agujerito se dilataba cada vez más y gustosamente le hubiera metido la polla pero no quería arriesgarme a que se enfadara conmigo.

Después de algunos minutos en aquella situación la doctora se retiró y se sentó encima de la cara de María, para que ella le devolviera el placer que antes le había dado y me dijo:

– Fóllate a esta puta, métesela por el coño y llénala con tu esperma.

Pese a que me había corrido un par de veces, chuparle el culo a la doctora me había excitado y estaba de nuevo en forma, ahora tenía la oportunidad de follarme en condiciones a María y no iba a despreciarlo.

Le entró con mucha facilidad, y la empecé a bombear con fuerza, me corrí dentro de ella llenándola por completo como me había pedido la doctora. Mientras que María seguía proporcionándole placer con su lengua y sus labios.

Me retiré a un lado y espere a que acabaran, la doctora se tumbo al lado de María y empezó a jugar con sus tetas y sus pezones, sus manos subían y bajaban del pecho a su coñito, recorría todo el cuerpo de María y esta empezó a hacer lo mismo con ella.

La doctora me invitó a que me vistiera y me marchara, me pidió el número de teléfono para llamarme en otra ocasión.