Entre bromas y sarcasmos mi cuñado comenzó a extender con sus manos todo el producto que yo había puesto sobre Ana

Os voy a contar una historia que ocurrió el pasado verano. Mi nombre es Alberto y mi mujer Ana es una excepcional mujer, muy normalita en lo referente al sexo, y muy dada a ser familiar y tratable con los amigos y conocidos.

En cierta ocasión, mientras hacíamos el amor Ana y yo le comente que me encantaría que hiciese top-less en la playa, me gustaría que otros hombres la mirasen y deseasen su cuerpo, ella me dijo si no me pondría celoso, le contesté que en absoluto, que me excitaba. Esa noche ya no hablamos más del tema, pero ambos sabíamos ese gusto mío por exhibir aunque a ella no le gustase.

Un fin de semana que jamás olvidaré, vino a nuestra casa mi cuñado Angel, casado con una hermana de mi mujer, ella se había ido con nuestra suegra enferma y él se vino a pasar un par de días con nosotros. Tenemos mucha confianza con Angel, ya que nos conocemos desde hace años, y nos une la relación familiar y afectiva. Era verano, de estos calurosos de la costa mediterránea, y Ana lógicamente va ligera de ropa para estar por casa, suele usar una camisola corta, que en cuanto se reclina enseña todo por detrás. Pero a mi no me importaba dado que además de que quien la podía ver era mi cuñado, me gustaba que fuese así. Aunque sí que me di cuenta de cómo se le iban los ojos a él cada vez que mi mujer pasaba por delante nuestro mientras hacía viajes desde la cocina al comedor cuando ponía la mesa para la cena. Ya no sabía bien si marcaban gol o no en el partido que estabamos viendo, pero si veía a Angel como miraba las piernas de Ana creyendo que yo no le podía ver, y como cuando se inclinaba para repartir los cubiertos se le podían ver la braguitas blancas medio metidas por su precioso culito. Lo cierto es que me excitaba todo aquello.

En nuestra casa tenemos un magnifico patio privado donde solemos tomar el sol sin que nadie nos pueda ver, así que después de comer le propuse a Angel que podíamos ir un rato a ponernos morenos, él asintió gustoso y Ana nos dijo que cuando acabase de fregar los platos se reuniría con nosotros. Extendimos las toallas y nos tumbamos bajo un fuerte sol, dejando a Ana el sitio entre los dos; al cabo de unos minutos se incorporó mi mujer al baño de sol, al sentarse me pidió permiso para quitarse el sujetador, cosa que me sorprendió porque jamás lo había hecho, pero naturalmente que me gusto la idea, le dije que claro que se lo podía quitar, que aquí no la podía ver nadie, y que Angel era de la familia; inmediatamente soltó la parte de arriba del bikini dejando al aire sus magníficos pechos con sus rosados pezones a los que mi cuñado no quito ojo por un buen rato.

Se puso crema por delante, y se tumbo para que le pusiese yo por detrás, así que aproveche la ocasión para ver que ocurría y dije que no me quería “pringar” las manos de crema, que yo le ponía con el bronceador pero que fuese Angel quién se “pringase” las manos, entre bromas y palabras del momento le fui poniendo crema, ella protesto por lo pulcro que me había vuelto al no quererme manchar, pero en ningún momento dijo quien se la debía extender, le puse por toda la espalda, le metí un poco el bikini por la rajita del culo y le puse también y en más cantidad por los glúteos , los muslos y las piernas.

Entre bromas y sarcasmos mi cuñado comenzó a extender con sus manos todo el producto que yo había puesto sobre Ana, mientras ésta estaba con la cabeza entre sus brazos, tumbada boca abajo y con los ojos cerrados. Antes de que terminase con la espalda me levante y les dije que iba a por algo que beber, que si querían alguna cosa fresca se la traería de la cocina; me metí en casa y me quede mirando desde la cristalera de salida al patio aquella escena tan excitante para mi, veía el bulto en el bañador de Angel que era excepcional, y lo cierto es que yo tuve que reprimirme porque la tenía a punto de reventar. Le vi como saltaba desde el borde de la espalda a los tobillos, ya no habían comentarios jocosos, estaban callados, Ana como dormida, dejando hacer, y él disfrutando del momento, tocando lentamente el cuerpo de ella, subiendo suavemente por las piernas y recreándose en sus muslos y sus glúteos donde yo deposité mayor cantidad de crema, desde mi posición vi perfectamente como mi mujer entreabrió un poco sus piernas, posiblemente para que pudiese extender la crema que había escurrido por sus piernas hacia el interior de sus muslos, junto a su vagina. Él no se lo pensaba mucho y seguía frotando, metió su mano hacia adentro y pude imaginar que en aquel momento le estaba rozando la concha a mi esposa. Cuando volví de la cocina todavía estaba frotándole la crema, y al verme lo dejo diciendo que ya estaba, la note muy acalorada, y a él intentando disimular la enorme erección que tenía.

Esa noche hicimos el amor como locos, yo recordando la escena de la tarde y ella por el calor que aún conservaba.

Al día siguiente la cosa fue a más… a mucho más diría yo, al igual que ocurriera el sábado decidimos ir a tomar el sol después de comer, pero a mi cuñado, que por lo visto se había decidido a todo, se le ocurrió la idea de tomar el sol desnudos, yo no opuse objeción alguna, pero decidimos pedirle permiso a mi esposa, quien dijo que a ella no le importaba ya que nadie nos podía ver, que dentro de un rato se uniría a nosotros.

Cuando llegó estábamos ya casi adormilados por el sol, escuchando una suave música veraniega de las que suena en los transistores a las 5:30 de la tarde, se tumbó entre los dos completamente desnuda, al igual que lo estábamos Angel y yo. Fue suficiente para espabilarnos del todo; comenzó a ponerse bronceador por delante y estaba casi dándome la espalda a mi, con lo cual sus piernas y todo su sexo estaban frente a mi cuñado que de inmediato se puso boca abajo para disimular la fuerte erección que tenía. Cuando terminó por delante hizo el mismo gesto que el día anterior, y yo del mismo modo le puse bronceador por todas partes para que él se lo extendiera.

En esta ocasión no fui a ningún sitio, me quede allí tumbado en mi toalla sin perder detalle de cuanto ocurría; comenzó desde los tobillos hacia la espalda y cuando llegó a las nalgas manoseó cuanto quiso los labios de Ana cuyo rostro mostraba el placer que le estaba proporcionando, Angel se coloco sobre ella para untarle la espalda con ambas manos, y al hacerlo su pene completamente erecto quedo sobre el culo de ella, pidió perdón tímidamente y deslizó su cuerpo hacia abajo y ahora estaba directamente en la puerta de entrada al sexo de mi esposa – (y todo esto delante mío a escasos 50 cm.) – yo no dije absolutamente nada, me limitaba a observar excitado cuanto ocurría y hasta donde aguantaría mi querida mujer.

Al mismo tiempo que Angel frotaba con ambas manos su espalda, el glande de su pene comenzaba un suave mete saca en la muy lubricada cueva de Ana, a la que además de no importarle todo aquello, parecía disfrutar de la situación presentada en este día; poco a poco fue entreabriendo las piernas para que la penetración fuese mayor, luego abrió los ojos, se dirigió hacia mi y levantó un poco su trasero y Angel ya no disimuló, cogió a Ana de la cintura y le introdujo aquel enorme miembro hasta el fondo de sus entrañas, que le hizo soltar un gemido ahogado por mi pene en su boca, era una orgía perfecta, como siempre soñé, dos hombres para mi querida y fiel esposa, los tres disfrutando del momento, del calor, de la excitación, de la lujuria sin limites que se desencadenó aquella tarde, del placer infinito que sintió ella con aquel polvo como nunca había tenido, y yo lógicamente disfrutando de cada momento….

Yo me corrí sobre su cara enseguida y mi cuñado hizo lo propio en su interior, luego ella se giró y terminó de limpiar la corrida de Angel con la lengua, saboreando el semen de ambos en su boca. Jamás había visto a mi mujer tan sumamente excitada; continuamos durante un buen rato cambiando de posición hasta que quedamos exhaustos durmiendo en el patio.

Esa misma noche regreso mi cuñada, (¿qué tal el viaje? ¿cómo está mamá? Y esas cosas…). No volvimos a comentar con mi cuñado lo que paso aquella tarde, ni tampoco lo hemos vuelto a hacer con él (tampoco hemos tenido ocasión), pero si que nuestra vida sexual a cambiado y mucho. Ahora dedicamos más tiempo a montar nuestros propios números…. es genial … quizá otro día os lo cuente.