Así comencé vestido de mujer

Mis comienzos vestido de mujer.

Me llamo Sergio y quiero contaros como fue la primera vez que me vestí de mujer, fue algo fortuito y jamás se me había pasado por la cabeza pero a partir de ese momento mi vida cambiaría y comenzaría asiduamente a utilizar ropa interior de mujer y algunas otras prendas como leggings, sandalias o medias.

Por aquella época tenía 19 años y ese viernes me llamó una tía mia a ver si el sábado la podía acercar al pueblo ya que tenía que hacer unas gestiones y volveríamos a la ciudad por la tarde. Hasta el pueblo había cerca de 200 km. Yo le dije que sin problemas y el Sabado por la mañana pase a recogerla, era primavera y hacia buen tiempo por lo que me fui con una camiseta, bermudas y unas deportivas.

Llegamos al pueblo y después de dar una vuelta por la casa, nos acercamos a un restaurante a comer. Después de comer, Elena que así se llamaba mi tía fue a realizar las gestiones pero resultó que un vecino al que tenía que entregar unos papeles ese sábado había salido y no volvía al pueblo hasta el Domingo.

– Sergio, ¿tienes algún problema si nos quedamos en el pueblo hasta mañana?

– No, no tengo nada planificado, aunque no he venido preparado para quedarme, no me he traído ni una muda.

– Por eso no te preocupes, respondió mi tía Elena. Ahora en cuanto lleguemos a casa te duchas, me dejas la ropa en la puerta y pongo una lavadora y para mañana con el tiempo que hace la tienes seca.

Así lo hicimos, nada más llegar a casa, me metí al baño, me desnude, deje tirada la ropa al lado de la puerta y comencé a ducharme. En ese momento, se abrió la puerta y mi tía Elena cogió la ropa y volvió a cerrar. Yo estaba tras la cortinilla por lo que no me pudo ver pero el simple hecho de encontrarme desnudo detrás solo de una cortinilla y además saber que mi tía Elena se había llevado toda mi ropa me ponía muy excitado. Solo el pensar en que me iba a poner durante toda la tarde hacia que estuviera cardíaco. Al poco rato, volví a oír la puerta del baño.

– Soy yo otra vez, oi decir a mi tía. Te dejo aquí en la silla la ropa para que te vistas.

– Gracias tía, le dije desde detrás de la cortinilla y cada vez más excitado deseando que saliera del baño para mirar que ropa me había dejado.

Nada más oír la puerta, corrí la cortinilla, mire y encima de la silla pude ver que había unas braguitas blancas con encaje de flores, las cogí y las abrí y parecían una talla grande, sin duda eran suyas y una camiseta rosa, la estire y vi que era muy larga, era una camiseta que podía hacer de vestido y que mi tía usaba en verano camisetas de este tipo, de hecho recordaba haberla visto el verano pasado con esta camiseta y era una de las que más me gustaban junto con otra que tenía en color blanco que me ponía cardíaco ya que estaba algo desgastada y se le clareaba la ropa interior cuando la llevaba.

Tras ver esta ropa, me hice una paja en el baño y salí todo excitado a sacarme, nunca había tenido esta sensación pero estaba deseando ponerme esas ropas. Me seque rápidamente y me puse las bragas, eran de mi talla y la primera sensación fue sensacional, acostumbrado a las bastas gomas de los slips, estas bragas tenían unas finas gomas con las que no notabas nada de presión, me subían algo más que mis calzoncillos lo que me causaba una sensación muy placentera y me miraba al espejo viendo como mi pene crecía debajo de las flores de encaje. En ese momento oi nuevamente la puerta, abrió mi tía y yo me encontraba en bragas.

– ¿Que tal te quedan preguntó? En cuanto se se seque tu ropa te la podrás poner, me dijo.

Mi tía me había visto en calzoncillos muchas veces ya que había estado temporadas en su casa pero era la primera vez que me veis en bragas.

– Ya ves, le dije sin mostrar un ápice de satisfacción pues no quería que se diera cuenta de que estaba disfrutando al vestir sus bragas.

– Toma, te traigo estas zaptillas.

Ok, dejalas ahí, le dije sin mirar a ver que traía como si no me interesara.

– Si quieres una faja dímelo y te traigo una, me dijo antes de salir.

Cuando cerró la puerta de nuevo mire que zapatillas me había dejado y eran como unas sandalias de esparto, cerradas por delante y con una tira para sujetar en la parte de atrás, azules y con una cuña de varios centímetros, solo verlas me daban ganas de volver a pajearme. Me puse la camiseta rosa, me quedaba bastante ajustada y me llegaba a mitad del muslo, me mire una y otra vez al espejo y me encontraba eufórico, después cogí las sandalias y cuando me las puse la, sensación fue total.

Salí del baño y pasé a la cocina donde estaba mi tía.

– ¿Que tal Sergio?

– Pues que quieres que te diga Elena, me encuentro un poco ridículo.

– Tranquilo, si no te va a ver nadie.

Salí a la terraza y la sensación de estar con un vestido y que me pudiera ver alguien era sensacional, pero en el pueblo hay muy poca gente y nadie me vio.

– Ahora cuando baje un poco el sol si quieres damos un paseo, me dijo mi tía.

Cuando oi eso y pensar en salir a pasear de aquella manera me ponía cardíaco total.

Sobre las 20.00h, me dijo Elena, vamos a, dar una vuelta. Toma una faja pontela que ahora puede que haga algo de fresco. Me dio una faja una prenda que me parecía lo menos sexy que pudiera haber para una mujer pero en ese momento al verla, color carne y con una pequeña flor cosida en la cintura en la parte delantera ne ponía más cachondo aún. Allí mismo delante de mí tía cogí y levante una de las piernas y luego la otra y me la subi. Me bajé el vestido y al estarme tan ajustado se marcaba la faja pero la verdad que me daba igual, lo unico que tenía eran ganas de salir a dar el paseo con ese vestido y esas sandalias.

Mi sensación nada más salir a la calle fue total, notaba como mi pene crecía debajo de las bragas y disimuladamente lo coloque hacia el lado izquierdo, me mire el vestido y se notaba el bulto al estar el vestido ajustado pero como no se veía nadie por las calles y la iluminación de las farolas era muy baja me sentía seguro. Nos encontramos con varios vecinos del pueblo, yo como no conocía a nadie me mantuve callado y fue mi tía quien conversó con ellos. Después de más de una hora volvimos a casa.

Cenamos y tras descansar un poco le dije a mi tia que me iba a dormir. Cuando entré en mi habitación vi que me había dejado un camisón de tirantes. Me quité el vestido y la faja y me puse el camisón encima de las bragas, el camisón se transparentaba y dejaba ver las bragas.

Casi no pude dormir en toda la noche con lo excitado que me encontraba. A la mañana siguiente me levanté, me dirigí a la cocina en camisón

– ¿que tal has dormido Sergio?

– Bien, le dije aunque no había sido así, voy a ducharme ¿esta el calentador encendido?

Ahora te lo enciendo, contestó mi tía Elena pero dame esa ropa que voy a poner la lavadora.

La miré porque no pensaría que me la iba a quitar allí delante de ella pero entonces me dijo.

– Venga, a ver si ahora te va a dar vergüenza delante de tu tía.

Cada vez estaba más cardíaco, me quite el camisón y me bajé las bragas y me quedé desnudo delante de mí tía, mi pene permanecía erecto en toda su extensión, me puse la mano delante intentando taparme.

– Venga ya puedes ir a ducharme dijo mi tía sin hacer ninguna mención a mi pene aunque pude ver cómo lo miró.

Pase a ducharme y rápidamente me hice una paja, me seque y me puse la toalla por debajo de las axilas cubriendome el cuerpo y salí a desayunar.

Desayune con la toalla y solo me venía a la mente la idea de dejar caer la toalla pero no hizo falta, ya que mi tía me dijo, dame la toalla que la meta también a lavar, ya mi pene se encontraba más calmado después de la paja que me había hecho en el baño ir lo que me quité la toalla se la di y acabo desnudo el desayuno hablando con mi tía tranquilamente.

Cuando acabé me levanté y le dije voy a vestirme pero antes me asome por la ventana, estaba disfrutando muchisimo el poder estar mostrandome desnudo y no deseaba que acabara ese momento, pero cuando ya no podía alargarlo más me fui hacia la habitación pero tuve que volver a pedir a mi tía ropa interior, se fue a su habitación y me trajo unas bragas más simples que las del día anterior, estas no tenían encaje ni nada y eran unas bragas de talle alto blancas de algodón, también me produjeron una sensación muy placentera, me puse la camiseta rosa y las sandalias y salí de nuevo a la cocina.

– Parece que hace algo más de fresco ssta mañana, le dije

Y sin pensarlo con esa frase conseguí otra excitación aún mayor.

– Si dijo mi tía, espera que te saco unas medias si tienes frío.

Y volvió con unos panties color carne, yo siempre había odiado los panties, me parecían una prenda horrible para las mujeres no como unas medias pero en ese momento estaba cada vez más cardíaco. Me fui a la habitación y no sin esfuerzo conseguí ponermelos. La sensación de la lycra en mi piel era increíble, salí de nuevo a la cocina

– ¿Que tal te quedan? Me preguntó mi tía,

– Bien, le dije, se me estaban quedando las piernas frías, y reí.

En un rato te las tendrás que quitar porque tendrás calor. ¿Subes a por una barra de pan? Me preguntó.

En ese momento no sabía que decir, mi tía me estaba pidiendo que subiera a la panadería vestido de mujer, pero tras pensarlo un momento y darme cuenta que allí nadie me conocí le dije que si, sin problema.

Recuerdo que el entrar en la panadería con ese vestido y las medias y que la panadería me mirara fue algo que me puso a cien.

Cuando bajé le dije a mi tía que me iba a quitar los panties que ya empezaba a pegar el sol fuerte.

Si quieres baja al jardín a tomar un poco el sol, con los arbustos que lo cubren además no te va a ver nadie por lo que puedes tomarlo desnudo si quieres.

Le pedí si tenía crema solar y me dijo que ahora me la bajaba, yo bajé al jardín eché la toalla sobre el césped y me quité el vestido quedandome en bragas. Cuando mi tía bajó me dijo que ella me daba la crema por la espalda, comenzó y cuando llegó a la parte de abajo me bajó las bragas y me dijo.

Aprovecha que aquí no te va a ver nadie y siguio dándome la crema por el culo. Después yo cogí la crema y mientras me la daba por mi pene, ella continuo dandomela por el pecho. Cuando acabo, se subió a la casa y yo me quedé en pelotas en el jardín.

Al rato desde la terraza comenzó a hablarme yo me levanté y me acerqué poque no la oía bien.

– Te decía que ya tienes tu ropa seca por si quieres subir a por ella.

– No te preocupes le dije, iba a continuar con las bragas y el vestido hasta que nos volviéramos a la ciudad.

Pase la mañana tomando el sol y después me volví a poner sus bragas y vestido, comimos y llegó la hora de la vuelta a la ciudad. Tuve que ponerme mis calzoncillos, Bermudas y camiseta pero sabia que aquello solo había sido el comienzo.