Andrea cada vez disfruta más del cuerpo de su tío porque le fascina, aunque muchas veces lo termina usando para poder tener su verga

Probando, probando…

Capítulo 9

La cabeza de mamá se asoma por la cortina, justo en el momento en el que acabo de ponerme el vestido y mi tío se ha subido los calzoncillos aunque sus pantalones quedan a medio muslo. Ni siquiera le ha dado tiempo a ponerse la camisa. Me quedo petrificada allí de pie, con mi tío al lado al que se le ve también muy nervioso, sin saber cómo actuar.

– ¿Pero qué hacéis? – pregunta mami al tiempo que mira hacia los lados con los ojos como platos por si alguien pudiera habernos visto u oído.

– Nada mamá, el tío se está probando ropa. – respondo con naturalidad aunque no sé si soy convincente del todo.

En ese momento, mamá entra en ese pequeño cubículo y cierra la cortina tras de sí. Nos sonríe para luego observar el cuerpo de su hermano que está tan solo cubierto por el diminuto slip.

– Te está algo pequeño, hermanito. – añade ella refiriéndose al slip y pasando sus dedos por la cinturilla del elástico como si fuera la cosa más normal del mundo.

– Sí, yo también lo pensé. – añado yo intentando parecer tan natural como ella.

Respiro al saber que mamá se lo toma de esa manera, aunque evidentemente no puede imaginar lo que acaba de suceder hace apenas unos segundos. Mi tío sigue ahí plantado de pie, con su pequeño calzoncillo como única prenda y los ojos de susto sin saber cómo reaccionar.

Mamá me sonríe y por un momento me parece ver en su rostro que sabe todo lo que ha pasado, pero evidentemente no puede imaginarlo ni por asomo. ¡Madre mía, si lo supiera me moriría de vergüenza!

– Voy a por otra talla. No os mováis. – dice ella, saliendo por la cortina.

Me abrazo a mi tío y me quedo ahí sin saber qué decir. Es él quien parece controlarlo todo, como siempre.

– Estate tranquila nena, tu madre no sospecha nada. – me apacigua.

– ¿Tú crees? – le pregunto mirándole a esos ojos que me atrapan.

– Sí. Estoy seguro.

***

Justo en el momento en el que me separo de Andrea, entra mi hermana en el pequeño probador con una nueva prenda para mí y varias perchas más con conjuntos de lencería para ellas.

– Pruébate esta, anda. – me dice ofreciéndome otra talla y mirando hacia el paquete que sigue formándose bajo mi apretado slip.

Estoy realmente sorprendido con el comportamiento de Rosa, a pesar de que siempre ha sido una mujer decidida y luchadora que nunca le tuvo miedo a nada, pero no hasta ese extremo.

– Vamos, hombre – me insiste.

– Pero Rosa, ¿cómo me voy a cambiar delante de vosotras? – le digo.

– ¿Acaso no te he visto desnudo antes?

– Sí…

– ¿Y no acabas de hacerlo delante de mi hija? – me dice sonriendo.

Andrea y yo nos miramos estupefactos, pues parece haber adivinado lo que ha ocurrido hace un momento aquí dentro o al menos en una parte.

– Nosotras mientras, nos probamos estos. – dice señalando a su hija los conjuntos que trae en su mano.

– A mí me gusta este. – responde Andrea señalando un tanga rosa y sujetador a juego.

No me puedo creer que se le haya pasado el susto tan rápido a mi sobrina. Yo en cambio estoy como un flan.

– Pues vete probándotelo, que ahora tu tío parece un remilgado. – añade mi hermana burlonamente, mirándome de arriba abajo.

En ese momento Andrea suelta la cremallera de su vestido y vuelve a quedarse desnuda, mirándome de reojo y yo vuelvo a admirar, una vez más, su juvenil y curvilíneo cuerpo.

– No llevas nada debajo – le apunta su madre.

– No, así me cambio más rápidamente – responde la otra.

– ¡Qué bonita es!, ¿verdad? – me apunta Rosa acariciando mis abdominales con la punta de su dedo índice viendo mi reacción.

– Sí, mucho. – contesto notando cómo se eriza mi piel y cómo mi verga está empezando a despertar bajo la prenda pequeña que la cubre.

***

Mi madre está siendo algo perversa con el tío… ahora entiendo a quién he salido yo de juguetona y provocadora. Me hace gracia la manera en cómo está pasando todo y reconozco que con mamá todo resulta mucho más sencillo, pues ella, sin saber nada de la historia, me está ayudando a que salga todavía más que redondo mi plan.

Mamá se gira para pedirme que suelte la cremallera de su vestido quedándose en ropa interior ante la atenta mirada del tío que parece cada vez más nervioso y excitado. Ella se vuelve frente a nosotros mirando los distintos conjuntos que ha traído y después de decidirse por uno, acaba desnudándose del todo en un periquete, con esa naturalidad sorprendente y cachonda que me deja flipada y al tío no digamos. ¡Mamá tiene un cuerpo precioso!

Miro de reojo al tío y puedo notar que su bulto está creciendo por momentos hasta notarse bien marcado en su ajustado slip. No es para menos, pues dos mujeres están desnudas prácticamente pegadas a él en ese pequeño cubículo.

– Venga, hombre, ¿a qué esperas? – dice mamá mostrando su preciosa desnudez ante su hermano con sus brazos en jarras.

Su hermano sigue paralizado observando sus tetas mientras ella me sonríe cuando noto cómo se han puesto de punta sus pezones. Está sin duda muy cachonda con la situación. Y yo, no digamos…

– Nena, vamos a hacer que este hombre se suelte un poco. – añade mamá dirigiéndose a mí.

En ese instante mamá se pega a mi cuerpo y comienza a besarme en la boca. No logro ver la cara de mi tío, pero imagino que debe de estar flipado. Yo simplemente me limito a cerrar los ojos y abrir mis labios para recibir la cachonda lengua de mamá que comienza a jugar con la mía mientras sus manos acarician mis tetas y mi culo. Es una escena lésbica en toda regla.

En alguna otra ocasión, mamá y yo hemos jugado con nuestros cuerpos con la excusa de que me enseñara a besar o a buscar mis puntos más sensibles con el fin de conocer mejor mi cuerpo y al final, con tanto juego, hemos acabado teniendo un sexo muy directo, aunque, eso sí, nunca lo habíamos practicado delante de nadie. Ahora estamos haciéndole todo un show al tío.

Noto como mi chochito vuelve a empaparse al momento, sobre todo cuando los dedos de mamá empiezan a jugar con mi rajita inflamada. Yo hago lo propio con la suya y noto aparte de los besos cómo emite algún gemido, igual que yo.

***

No soy capaz de reaccionar al tener ahí a esas dos espectaculares mujeres, completamente desnudas besándose apasionadamente y metiéndose mano con todo el descaro. ¿No es para flipar? ¿Esto está pasando realmente aquí y ahora?

– ¿Qué hermanito?, ¿Más animado? – me pregunta de pronto mi hermana retirando por un instante sus labios de la boca de su hija.

No sé exactamente si por el cachondeo que flota en el ambiente o por su desafío provocador, pero me apetece desnudarme en ese momento y lo hago con el mismo descaro que han hecho ellas. Lógicamente mi polla está completamente erecta. Esta vez no la oculto y la muestro orgulloso.

– ¡Guau, hermanito, vaya cosa tan gorda! – dice mi hermana

– Mirad lo que habéis conseguido. – respondo y masajeo mi rabo.

– ¿Es tan duro como parece? – pregunta susurrante, Rosa.

Andrea me sonríe de forma cómplice porque ha podido comprobar la dureza hace apenas un rato, haciéndome la mejor mamada de mi vida.

Mi atrevida hermana alarga su mano, retira la mía de mi polla para ocupar su lugar y empezar a masturbarme lentamente. Andrea se limita a mirar mordiéndose un labio. Mis suspiros van en aumento al notar esa habilidosa mano que está pajeándome dulcemente. Cierro los ojos disfrutando de ese balanceo increíble que me está haciendo mi hermana en un pequeño espacio en donde los tres estamos desnudos. Ya no me cuestiono que la locura está al límite, pero es que estoy tan cachondo que no pienso en otra cosa que no sea esas dos bellezas increíbles delante de mí. Ni me planteo que mi propia hermana, totalmente desnuda, me esté masturbando como si tal cosa. Ella me mira con esos ojazos cargados de deseo. Yo gimo.

– Si que está dura, ¿eh? – añade Rosa, pasándose la lengua por los labios y apretando sus dedos contra mi falo.

Mi suspiro se convierte en un largo jadeo, cuando la voz de una dependienta al otro de la cortina lado nos sorprende preguntando:

– ¿Va todo bien ahí adentro?

En ese instante los tres nos quedamos paralizados y nos vestimos apresuradamente, pues si abren la cortina lo que se pueden encontrar no va a tener explicación ni allí ni en la comisaría de policía.

***

Tras pagar varios conjuntos de lencería, salimos los tres a la calle, bastante sofocados por cierto. Me agarro al brazo de mamá y avanzamos por la acera, mientras mi tío sigue detrás de nosotras cargado de unas cuantas bolsas.

– Te gusta esa polla, ¿eh, mami? – le pregunto sabiendo que mi tío viene detrás pero no puede oírnos.

– Claro hija, como para no. ¡Menudo pollón se gasta tu tío!

– ¿Te gusta tanto como el de Jorge?

– Bueno, no es por comparar, son distintos cariño. La polla de Jorge me encanta por lo tremendamente larga que es. La de tu tío tiene un buen tamaño también, pero sobre todo una forma que atrae.

– Es verdad, es gorda y cabezona. – le digo al tiempo que las dos reímos.

Miro hacia atrás y mi tío anda algo mosqueado porque oye nuestras risas, pero evidentemente no sabe el motivo.

– Además, está durísima. – continúa mamá.

– Sí, es muy dura. Es como una roca.

– Tú lo sabes de primera mano. ¿O debo decir de primera boca? – me comenta ella de pronto sonriendo y esos ojos que lo dicen todo.

Enrojezco ante esa sorpresa y ella vuelve a reír al ver mi apuro.

– No me ha sido difícil conocer su sabor cuando te he besado.

– ¿Cómo? – le pregunto embobada.

– Hija, tu boca sabe a semen. No hace falta que te hagas la loca.

– Yo…

– Cariño, entiendo que para ti es un juego pero no quiero que se te vaya de las manos.

– No, pero mamá, fue algo accidental.

– Cariño, recuerda que es tu tío. No puedes follar con él. No lo has hecho todavía, ¿verdad?

– No, mamá, claro que no. – contesto con apuro.

– Que no se te olvide eso. Tu tío es un hombre al que es fácil hacer caer en la tentación. Se la has chupado y querrá más. – añade más seria con su enorme sabiduría.

Las palabras de mamá logran hacer que mi cuerpo se estremezca de nuevo con la sola idea de ver a mi tío follándome.

– Lo sé, mamá ya sé que los hombres solo piensan en meterla. Tendré cuidado. – añado, aunque en realidad soy yo la que lo desea.

– Y ¿Tú crees que yo me he pasado en el probador?

– Un poco, mamita. El pobre se ha quedado cortado.

***

Sigo detrás de esas dos bellezas que acaban de regalarme un show inolvidable en el probador de la tienda, por no hablar del inicio de paja de mi hermana, que ha sido brutal. Ahora las tengo ahí, a ambas, caminando delante de mí, mostrando, no sólo su belleza si no toda su sensualidad, calzadas con alto tacón y con dos vestidos que son objeto de miradas de todos los hombres que pasan. Siento de nuevo esa mezcla de celos y orgullo… Ellas me miran de vez en cuando y se ríen. Supongo que excitadas como yo por la situación.

El resto de la mañana lo dedicamos a seguir buscando cosas para la boda y al final cuando Andrea se queda en la caja pagando un vestido, mi hermana se agarra a mi brazo.

– Hermanito, espero no haberme pasado antes en la otra tienda. – dice de pronto Rosa.

– ¿Cómo dices?

– Sí, cuando nos quedamos desnudos los tres y te acaricié ahí… – apunta señalando a mi entrepierna.

– Creo que nos hemos pasado todos un poco. Lo siento. – digo.

– Sí, ha sido un juego tonto, pero divertido.

– Un poco fuerte, la verdad, Rosa. – respondo juicioso.

– Bueno, no nos vamos a asustar… aunque reconozco que tu polla me ha impactado. Es gruesa y dura.

Las palabras de Rosa me dejan confundido pero con solo escucharla mi cipote se ha vuelto a poner a tope.

– Creo que es bastante normal. – apunto.

– ¿Tu polla? De eso nada… es preciosa. Mi cuñada estará contenta.

Debería enfadarme con mi hermana por hablar de mi rabo de esa forma, pero en cambio me siento orgulloso y noto como me voy empalmando más y más. Parece ser que mi miembro está impactando a ambas.

– Perdona si soy tan directa, pero es que veo una buena polla y pierdo la cabeza. Como la que vi el otro día en la finca. – añade Rosa dejándome aún más confundido. ¿A qué polla se refiere? ¿A la mía? O es que… ¿También ha visto la de Jorge?

– Hola, ¿de qué habláis? – pregunta Andrea cuando regresa a nuestro lado.

– Nada, hija, tonterías mías. – dice su madre con sus mejillas rojas.

**

Hoy es la boda de Fabiana y es un momento muy feliz para mí, porque es una gran amiga y le deseo lo mejor. Rebusco en mis cajones para ponerme mi nuevo conjunto de lencería y entonces encuentro el pequeño dildo con el que mi tío jugó en la distancia con su Smartphone días atrás. Al recordarlo mi chochito se humedece solo. Ni corta ni perezosa le llamo por teléfono.

– Hola nena – me responde – ¿Ya estáis en la boda?

– No aun no me he vestido. Estoy aquí con el dildo ese con el que me pusiste cachondísima el otro día ¿recuerdas? El que me metí en la rajita y tú me controlabas desde tu móvil…

– Ufff, sí, claro, princesa. ¡Como para olvidarlo!

– Pues hoy en la boda quisiera que lo manejaras otra vez.

– Pero Andrea cariño, esto ya es demasiado. ¿No crees?

– La otra vez lo hiciste sin problemas.

– Sí, pero la otra vez era una prueba, no creo que…

– Tío, me lo debes. – le digo seria, cortándole. – Te hice una mamada y yo me quedé con las ganas, ¿recuerdas? – añado y él tarda unos segundos en contestar, supongo que dándole vueltas al asunto, aunque estoy segura de que está deseando hacerlo.

– Está bien, pero solo un poco. – dice al fin.

– Gracias guapísimo, eres un cielo. Un besote gordo. Muackksss!

En ese momento entra mamá en el cuarto y se soprende al verme todavía desnuda:

– ¿Todavía estás así?

– Si ahora mismo voy. – añado intentando ocultar el dildo pero ella lo ve enseguida.

– ¿Qué es eso?, ¿un consolador? – me pregunta.

– Sí, es de los que vibra a distancia, desde un teléfono móvil.

– ¿En serio?, ¿Lo maneja Jorge y lo activa cuando quiere?

– Esto… yo… sí. – respondo mintiendo, pero no voy a decir que es mi tío quien tiene el mando de esas vibraciones a distancia.

– ¡Lo quiero!

– ¿Cómo dices, mami?

– Sí, déjamelo. – añade arrebatándomelo de la mano.

Se sube el vestido, baja sus braguitas y se mete de un golpe ese pequeño dildo rosa en su coñito sin ninguna dificultad. Creo que el hecho de querer llevarlo ya le ha puesto cachonda. Y yo no le puedo negar eso, aunque no le diré en ningún momento quién tiene el mando realmente. El hecho de que crea que lo maneja Jorge, también me resulta morboso y divertido.

**

Tengo la aplicación abierta y a estas alturas ya imagino que Andrea estará en plena ceremonia de la boda. Le doy al nivel uno y le mantengo pulsado un buen rato. Supongo que estará recordándome en este preciso momento mientras los novios pronuncian el “sí, quiero”.

Me distraigo un poco con la tele y de vez en cuando le aplico otra descarga a la aplicación famosa que hará las delicias de mi sobrina dentro de su tierno coño. Sé que está mal, que no es algo que debería estar haciendo, que esto ya no es una prueba, que no es una experiencia nueva y que no estamos calibrando el dichoso cacharro, pero la idea de poder dar ese placer a distancia a mi dulce Andrea, el hecho de que alrededor suyo alguien pueda notar su calentura o sus temblores y el morbo de jugar a eso, es algo que me estimula.

He comido algo ligero y ahora vuelvo al ataque con el aparatito, pero esta vez, sabiendo que estarán en el banquete de bodas, le doy a un nivel más alto. Directamente al tres y a tope. Estoy imaginando su cara y sus muslos rozándose al recibir cada uno de mis meneos virtuales que llegan desde la distancia. Lo que daría por ver su cara y su cuerpo retorciéndose de gusto y ella mientras disimulando delante del resto de invitados.

– Hola peque, ¿Qué tal la boda? – le pregunto al teléfono para saber si voy bien con mis mensajes en forma de sacudida.

– Muy bien títio, ahora estamos bailando.

– Genial. ¿Te llegan bien mis vibraciones? – le digo.

– Sí, perfectamente, jeje. Eres malvado.

En ese instante, pongo activado el nivel 4, el máximo de la aplicación y le doy a tope, esperando oír jadear a mi sobrina al otro lado, pero de pronto se escucha un sonido parecido a un golpe y se corta repentinamente la comunicación.

Por un momento me quedo preocupado, incluso cuando le mando varios mensajes y mi sobrina no contesta a ninguno.

Después de un buen rato, recibo la llamada de Andrea.

– ¿Puedes venir a buscarnos?

– ¿Qué ha pasado, preciosa? ¿Va todo bien?

– No, nada… hemos bebido más de la cuenta y no podemos conducir. Mamá está muy mareada y no puedo dejarla así.

– Claro, os voy a buscar ahora mismo.

***

Mamá está tirada en el suelo y no encuentro a Jorge por ningún sitio, tengo que pedir ayuda a alguno de los invitados y a duras penas logro que ella se siente en un pequeño sofá de la zona de baile. Creo que una de las sacudidas del tío le ha impactado de lleno llevándola al paroxismo. Es posible que su desvanecimiento haya sido también producto del alcohol, que por cierto, ha ingerido con alegría pero yo creo que el hecho de haber bebido y meterle la descarga mayor de la ha provocado que mi madre temblase, emitiera un largo gemido, pusiese los ojos en blanco y cayera al suelo medio desmayada. ¡Me ha dado un susto de muerte!

Mientras la abanico, llega mi tío, que ha venido como el rayo. Siempre es tan atento, tan servicial. Él me mira desde la distancia y me saluda como siempre con su sonrisa y esa mirada que logra encenderme cada vez más.

– Hola, tíito, – le digo pegándome a él y dándole un beso en la mejilla.

– Hola cariño, veo que tu madre está algo indispuesta. – añade él viendo a mamá tumbada en el sofá.

– Si, no sé que le ha pasado. De pronto se ha caído al suelo.

– Se ve que ha bebido mucho. ¿Y Jorge?

– No sé, debe estar con otros invitados, no lo encuentro. Llévanos a casa y luego le mando un mensaje desde allí.

Mi tío agarra a mamá con suma facilidad, ya que tiene mucha fuerza en sus brazos hasta pasar su mano por encima de su cabeza y tirar de ella. Yo me pongo al otro lado y a trompicones la llevamos hasta el coche. La tumbamos en el asiento de atrás mientras mi tío se pone al volante y yo a su lado.

– Estoy pensando en que no puedo dejar sola a mamá en su casa. Me quedaré con ella esta noche. – le digo.- ¿Me ayudarás a subirla a casa?

– Claro… cariño.

En ese momento se me enciende la bombilla y pienso que voy a poder tener otro momento íntimo con el tío en la casa de mamá y que intentaré aprovechar al máximo. Es posible que no suceda nada, pero yo tengo que seguir intentándolo, por muy difícil que parezca.

– Tengo que decirte una cosa. Espero que no te enfades. – le digo a él acariciando su muslo mientras sigue atento a la carretera.

– ¿Qué pasa?

– El dildo… ¿recuerdas? No lo he llevado yo puesto.

– ¿Ah no?, ¿Entonces?

– Lo lleva mamá ahora mismo. – le digo y veo que él detiene el coche en el arcén, inmediatamente y me mira con sus ojos abiertos de par en par.

**

No consigo asimilar lo que acaba de contarme Andrea cuando me ha dicho que su madre es la portadora de ese pequeño consolador dentro de su coño y que he sido yo, ni más ni menos, el que ha estado activándolo continuamente hasta conseguir… ¿Qué se desmayara de placer?

– Pero entonces… Andrea, yo… – intento recobrar el aliento y entender qué es lo que ha ocurrido.

– No pasa nada, tío. – responde ella riendo.

– ¿Cómo que no? Te parece gracioso, por lo que veo, pero resulta que he estado estimulando a mi propia hermana con ese aparatito.

– Bueno, también lo hiciste conmigo, guapo.

– Ya, pero es que es diferente. Era una prueba…

– Tranquilo, tío, ella no sabe que eras tú quien lo manejaba.

Estoy tan aturdido que no acabo de entender nada de lo que ha sucedido.

– Explícame eso de que ella no lo sabía. – le digo y miro al asiento de atrás para asegurarme de que mi hermana sigue dormida como un tronco.

– Pues me lo iba a poner yo, pero entonces entró mamá en mi cuarto y lo quiso probar. Le dije que era Jorge quien lo manejaba.

– ¿Jorge?

– Sí, fue lo primero que se me ocurrió. ¿No querrías que le dijera que eras tú el que lo hacía?

– Por supuesto que no.

– ¿Le diste mucha caña, tíito?

– Creo que más de lo debido.

– Ya me di cuenta, primero en la ceremonia cuando mamá suspiró varias veces, me imaginé que estabas dándole al botoncito.

– Pero, Andrea, ¿cómo no me avisaste?

– ¿No te resulta morboso?

– ¿Y si se entera?

– Tranquilo. No sabe nada. Eso sí, le diste luego muy fuerte en el banquete porque una de las veces estaba bailando con el novio y creo que se estaba corriendo. Menos mal que nadie más se dio cuenta, bueno el novio sí. ¡Qué carita el pobre!

Llegamos a casa y tras sacar a Rosa del coche la llevamos a la cama y se queda en la misma posición en la que la dejamos. No dejo de ver su figura enfundada en ese ajustado vestido y pensando en la cara del novio cuando bailando con él, mi hermanita entró en trance. ¡Todo por mi culpa!

**

– ¿A dónde vas? – le pregunto al tío cuando veo que tiene intención de irse de la habitación una vez que hemos tumbado a mamá en la cama.

– Pues a dejarla dormir la borrachera. No creo que se despierte.

– Por eso… y ¿la vamos a dejar así, con el vestido puesto?

Él se me queda mirando un momento y luego entiende que mamá no puede dormir el resto de la noche con ese vestido ajustado. A duras penas logramos sostenerla medio sentada en la cama, sin que ella ayude ni lo más mínimo pues está totalmente grogui.

– Es un peso muerto. – apunto – menos mal que tú estás tan fuerte.

Mi tío sonríe cuando acaricio ese brazo musculoso que posee. Mientras él sujeta a mamá por las axilas, yo voy tirando de ese vestido que me cuesta sacar del cuerpo muerto de mi madre, hasta que por fin lo extraigo por su cabeza. Ella se queda solo con unas braguitas diminutas, pues no lleva sostén. Mi tío se queda observando su cuerpo medio desnudo y especialmente sus bamboleantes tetas.

– ¡Qué bonita es!, ¿verdad? – le digo cuando veo que sus ojos se van a sus pechos desnudos se mueven como globos en cada movimiento.

– Sí, claro. Tu madre es preciosa. Como tú.

– Si ella supiera que la estás desnudando… – le digo insinuante.

– Bueno, esto no es…

– No te excuses, tío, entiendo que te empalmes de ver a una mujer como mamá., aunque sea tu hermana.

Él sabe que yo le veo el bulto bajo su pantalón y ya no disimula como otras veces, se limita a seguir recostando a mamá que sigue totalmente dormida.

– Podrías follártela que no se enteraría de nada. – le digo de pronto, totalmente decidida.

– ¡Andrea! – responde él a modo de enfado.

– No, solo digo, que no se enteraría… ya sé que no puedes follarte a tu hermana por mucho que lo desees.

Creo que él quiere decirme algo, como por ejemplo que no es cierto y que no lo desea realmente, pero su cara lo evidencia todo.

– Bueno, creo que tú también deberías dormir, porque me imagino que has bebido más de la cuenta. – me dice él saliendo del apuro.

– La verdad es que sí, pero… si quisieras follarme a mí, sí que me enteraría. – añado y río a carcajadas ante su estupor.

***

Decido no seguir el juego a Andrea, pues está algo bebida y no debe saber lo que dice. La pobre siempre es tan inocente en sus frases, pero no es consciente de que eso logra ponerme más nervioso.

– Pero, espera tío. ¿otra vez me dejas sola? – me pregunta cuando decido dejar el cuerpo medio desnudo de mi hermana que sigue totalmente dormida sobre la cama.

– ¿Qué pasa?

– Pues tenemos que sacarle el dildo a mamá. Aún lo lleva metido en su coñito. ¿Recuerdas?

Creo que mi polla ha vuelto a soltar sus jugos pues noto que mi entrepierna se ha humedecido cuando mi sobrina me recuerda que Rosa sigue con eso metido ahí.

– Pero Andrea, ¿pretendes que te ayude a sacar eso?

– Claro, no podemos dejárselo metido ahí. Venga, échame una mano. – añade.

En ese momento, ella tira de sus braguitas y deja a mi hermana completamente desnuda sobre la cama. Andrea me mira y sonríe sosteniendo las pequeñas bragas de su madre en su mano.

– Están empapadas. Le has dado una buena sesión. – me comenta mientras yo noto mis mejillas arder.

– ¿Y cómo hacemos? – le pregunto sin poder apartar la vista de la entrepierna de mi hermana que se ofrece más que apetitosa.

– Pues ábrele los muslos y yo intento sacarlo.

Así lo hago. Sostengo sus rodillas y mi hermana, totalmente fuera de juego, se queda con sus piernas abiertas y todo su coño expuesto. La rajita rodeada de un suave y recortado vello parece inflamada. Mi polla da un respingo nuevamente.

– Está buena, ¿verdad? – me apunta Andrea sonriente.

No contesto, me limito a sujetar sus rodillas y a disimular lo que es tan difícil de controlar para un mortal, teniendo a ese bellezón desnudo delante. No puedo negar lo buenísima que está Rosa desnuda.

– Si no fuera tu hermana, ¿La echabas un polvo ahora mismo?

– Andrea, por favor… – respondo pensando en mi polla insertada en ese chochito abierto.

**

Soy malvada poniendo al tío en esta situación pero la sola idea de practicar este juego tan morboso es algo que no quiero perder la oportunidad de disfrutar. Me pongo a hurgar en el chochito de mamá pero sin mucho afán, porque estoy pensando que esto me puede dar mucho más juego. Miro al cuerpo tumbado de mi madre y a sus ojos, que siguen cerrados. La pobre no parece enterarse.

– Nada tío, no consigo sacárselo. Está muy cerrada ahora mismo y creo que se ha quedado atrapado en el fondo de su coño.

– Uf, ¿qué hacemos? – responde él nervioso sin quitar ojo a su hermana desnuda que reposa inerte sobre la cama.

– Pues estoy pensando que le podías dar alguna descarga, a ver si así, logramos que se mueva y salga.

– Pero cariño, ¿cómo vamos a hacer eso, estando ella dormida?

– Pues precisamente… Ella no se entera y posiblemente eso nos ayude.

Tras pensárselo unos segundos, mi tío saca el móvil de su bolsillo y le da al primer botón. El cuerpo de mamá tiembla ligeramente y sus párpados se mueven un poco más. Está dormida, pero seguramente siente de lleno esa primera descarga.

– ¡Dale más fuerte tíito! – le animo.

Entonces él oprime un nivel más alto y la boca de ella se abre, como si quisiera coger aire. Sus pezones se erizan y se ponen duros al instante.

– ¡Otra vez, vamos bien! – le aliento con mis dedos metidos en el coño de mamá.

En la siguiente sacudida, más fuerte que la anterior, percibo como los flujos de mamá se hacen más intensos, notando calor en su piel, que se eriza ligeramente y mueve las piernas en su sueño erótico.

– Nada, no consigo que salga. Creo que tienes que darle más fuerte.

– ¿Estás segura, Andrea? Solo me queda el nivel 4.

– Sí, vamos, dale.

Mi tío sigue mis instrucciones y entonces todo el cuerpo de mamá se tambalea, noto un retemblido que recorre su anatomía y cómo encoge sus muslos atrapando mis dedos que siguen manoseando su sexo. Ella abre la boca y emite un gemido sin despertarse pero envuelta en un gran orgasmo, echando su cabeza hacia atrás incrustándose en la almohada y retorciéndose de gusto.

**

Estoy flipando viendo el cuerpo desnudo de mi hermana tambaleándose en pleno orgasmo mientras mis dedos oprimen el máximo nivel de vibración a través mi Smartphone y llegando hasta lo más profundo de su coño. Por fin dejo de accionar ese impulso y el cuerpo de Rosa se va sosegando poco a poco sin llegar a despertar.

– Vaya orgasmo que le has dado a tu hermanita. ¿Eh? – me expone Andrea divertida con eso.

Mientras tanto la otra sigue con su cuerpo desmadejado sobre la cama, sus piernas totalmente abiertas y su coño mojado e inflamado.

– Inténtalo tú, tío, yo no lo consigo. – me invita Andrea

– Pero cómo voy a…

– Vamos tío, no se entera. Además también ella te tocó a ti, ¿recuerdas? No pasa nada.

A mi mente viene el recuerdo de la mano de Rosa pajeándome en aquel cubículo del centro comercial. Me agacho y me coloco frente a las piernas abiertas de mi hermana que sigue sin enterarse, pobrecita. Al acercarme me llega el aroma de su coño inmediatamente, en un olor característico a hembra cachonda. ¡Dios, me estoy poniendo malo!

Acerco mis dedos hasta que rozan sus labios vaginales y voy despacio acariciando toda esa rajita suave y húmeda. Al mirar a la cara de mi hermana veo que sigue dormida pero se pasa la lengua por sus labios. Seguramente mis dedos están ayudando a que siga disfrutando de ese sueño dulce. ¡No me lo puedo creer, estoy acariciando el coño de Rosa!

– ¡Pero mete los dedos más adentro, tío… tienes que sacar el aparato! – me ordena Andrea.

Ante sus ánimos y la gran densidad de flujo que sale del coño de Rosa, no me resulta difícil meter dos dedos y notar como quedan aprisionados en ese estrecho coño. Es la primera vez que toco ese cálido orificio y es un placer extraño difícil para mí. Su textura es suave y su calor impregna mis dedos. Es un coño que abriga, que atrapa mis falanges con fuerza.

Por fin mis dedos consiguen tocar el pequeño consolador y tirando suavemente, ayudado por tanta lubricación no me cuesta esfuerzo alguno extraerlo de su coño. En ese momento Rosa emite un largo suspiro seguramente todavía inconsciente, pero con un gusto mayor gracias a los tocamientos de mis dedos en su tierna conchita.

**

– Gracias tío, en nombre de mamá. Eres un cielo. – le digo, dándole un pequeño beso en sus labios.

– Espero que no se lo cuentes. – añade avergonzado.

– No, tranquilo, jeje. Pero puedes estar seguro de que le hubiese encantado sentirlo en vivo.

Mi tío sigue pensativo y vuelve a mirar el cuerpo desnudo de su hermana como queriendo comprender que acaba de meterle los dedos en su coño y hacerla disfrutar aunque ella estuviera dormida.

– ¿Qué has sentido? – le pregunto arrebatándole el dildo mojado.

– ¿Al tocar a tu madre? – me responde y al tiempo sus ojos se clavan en mi escote.

– Sí, seguro que ha sido excitante. Y no acepto un no por respuesta.

– Bueno sí, Andrea, no puedo negar eso, al fin y al cabo es una mujer… una espectacular mujer.

– ¿Y has pensado cómo sería follártela?

– Andrea…

– Lo sé, lo sé.- interrumpo su segura moralidad – no estoy hablando de que lo harías, sino que lo pensaras. ¿No es una preciosidad?

– Podría ser. – añado observando la hermosa desnudez de Rosa.

– Tío, no seas cortado conmigo.

– Pues sí, lo he pensado.

– ¿Y conmigo? ¿Has pensado alguna vez en follarme?

– Ya vale, nena – responde y abandona la habitación torturado por mis preguntas y posiblemente por sus propios pensamientos.

Salgo corriendo tras él y logro darle alcance en el pasillo.

– Tío, no te enfades. Era solo una pregunta.

– Ya, pero… estoy hecho un lío.

– Bueno, no me dejes sola con mamá. No voy a poder atenderla si le pasa algo.

– Pero…

– Sí, mira: yo dormiré con ella en su cama y tú duermes en la habitación de al lado. Si te necesito te llamo. Por favor… – le insisto pasando mi mano por su pecho y él vuelve a dejarse llevar por mis ruegos y la vista de mi escote que muestra un canalillo seductor.

– De acuerdo. Pero no me líes más.

– ¡Bien, tíito! – respondo dando un salto y besando levemente sus labios.

Juliaki

CONTINUARÁ