Anabel salió del baño que está dentro del cuarto empapada, solamente con una toalla cubriéndole su prodigioso cuerpo

El siguiente relato sucedió hace dos años, por aquellos entonces vivía en casa de mis padres, con mi hermana también, esto me proporcionaba el poder contemplar a las amigas de ella, con las cuales me llevaba muy bien. En verano mis padres se fueron de viaje de vacaciones a Francia, y nos quedamos los dos en la casa. Nada más irse mis padres, mi hermana me pidió que le diera permiso para invitar a algunas de sus amigas a quedarse en su habitación a dormir, así no se aburriría, acepté e invitó a tres amigas, entre ellas Anabel, la más intima de mi hermana y con la que más confianza tenía, además ella siempre me había llamado la atención por su hermoso cuerpo, sus largas piernas, sus pechos redondos, su cabello rubio, su carita de ángel, ella es alta, y tiene la piel blanca. Cuando ellas llegaron, se pusieron a ordenar la habitación de mi hermana, que era la más grande, les llevé unas colchonetas que teníamos para ese tipo de casos.

Un día estando en el trabajo me sentí un poco mal, así que me fui temprano a casa, allí mi hermana y sus amigas con la música a todo volumen no oyeron que llegué, subí las escaleras para pedirles que bajaran un poco la música, pero cual sería mi sorpresa que justo al asomarme al cuarto, todas ellas se estaba vistiendo y preparando para salir, de inmediato me entró el morbo de ver como se vestían, aunque la mayoría ya lo había hecho. Fui al baño, que está justo en frente y desde ahí comencé a espiarlas, veía a todas, menos a Anabel, las demás estaban peinándose o maquillándose, hasta que transcurrido un rato Anabel salió del baño que está dentro del cuarto empapada, solamente con una toalla cubriéndole su prodigioso cuerpo, me quedé pasmado al verla, mientras las demás seguían con lo suyo, ella se despojó de la toalla, dejándome ver su cuerpo desnudo frente a mí, pero rápidamente comenzó a vestirse, se puso un diminuto tanga negro, después se puso un vestido con un escote increíble, apenas cubría sus hermosas nalguitas, sin ponerse sujetador.

Después de eso, bajé las escaleras con la idea de fingir mi llegada y que no sospecharan nada, me dirigí a la puerta de entrada, tratando de hacer un poco más de ruido, subí las escaleras y mi hermana me interceptó justo frente su cuarto, todas me saludaron. Mi hermana me dijo que iban a almorzar y después a tomar un café y finalmente al cine, y después me pidió que las recogiese a la noche, cosa que acepté. Se fueron y ya no pude quitarme de mi mente esas imágenes de Anabel, desnuda, así que me masturbé recordando lo sucedido.

Así pasaron las horas hasta que me llamó mi hermana para que fuera a recogerlas, cosa que hice. Al llegar a la casa, todas coincidieron en que estaban muy cansadas y con sueño, yo les dije que me quedaría un rato viendo la televisión, ellas subieron. Pasaron como dos horas y escuché pasos en la cocina, fui a ver quien era, y se trataba de Anabel, había bajado por un vaso de agua, me dijo que no tenía ganas de dormir, y se sentó conmigo para ver la televisión. Al rato de estar ahí sentados, en silencio, con la mirada fija en la pantalla, empecé a acariciarle sus pechos, le arranqué un gran suspiro, mientras ella seguía simulando ver la televisión.

Al rato, la giré para ver su cara, volví a subir la mano y poco a poco fue abriendo sus piernas, hasta que llegué a su tanguita, el cual acaricié. Ella no sabía donde poner su mano, hasta que se la cogí y la puse en mi miembro, Anabel sonrió y comenzó a masajearlo por encima del pantalón. Más tarde le metí un dedo en su coño mojado, ella se estremeció y apretó mi pene. Después decidí levantarla y sentarla frente a mí, me quité la camisa y el pantalón, a ella la dejé con su camisón, quitándole la bata. Comenzamos a besarnos apasionadamente, mientras nuestras lenguas se abrazaban, acariciaba sus nalgas y sus pechos, hasta que ella se quitó el camisón y dejó al aire sus dos redondos pechos, los cuales no tardé en comenzar a comérmelos. Anabel acariciaba mi cabello desesperada y comenzaba a moverse en forma circular.

Decidí que era el momento de atacar, le quité el tanga y ella a mí mi slip. En todo el rato no había dicho una sola palabra, pero una vez desnuda me dijo susurrándome al oído que por favor que no le doliera, a lo que le contesté que no se preocupase, que lo haría con cuidado y despacio. Poco a poco la fui acomodando para penetrarla, boca arriba sobre el sofá, cuando lo logré, dio un tremendo grito y me jaló del cabello, le había dolido, pero sin duda le gustó, ya que mientras le salían algunas lágrimas, jadeaba fuertemente y se movía cadenciosamente, mis movimientos siempre fueron suaves, tratando de no lastimarla y provocando en ella una mayor excitación, incluso en varias ocasiones intenté sacar mi miembro, pensando que le estaba doliendo pero ella no me dejaba, por el contrario, apresuraba un poco más su balanceo. Así nos pasamos mucho tiempo, hasta que sentí que ella se corrió, yo me concentré aun más, y momentos después sentí que me iba, se la saqué, y ella sin que le dijera una sola palabra se agachó a tomarse toda mi leche, el primer chorro fue a su cavidad bucal, después cerró la boca, y los siguientes fueron a sus labios, a su ojo derecho y a su mejilla. Se limpió un poco con una servilleta y nos fundimos en un abrazo, al rato nos quedamos dormidos, desnudos, abrazados y con solamente una sábana cubriéndonos. A la mañana siguiente, ella se despertó y se fue al cuarto a hacer como si hubiera dormido allí, yo me vestí y me fui a desayunar. A partir de ese día, nuestras miradas eran cómplices, deseosas de pasión.