Mi amante Rocío me permite follarme a su amante Sofía

La vida con Rocío era bastante sencilla, ni decir tiene que ni una sola vez busqué en el periódico un piso, sencillamente como algo natural me quedé a vivir con ella. No éramos una pareja como tal, no nos presentábamos ante nuestros amigos comunes ni propios como pareja, sencillamente puede ni imaginarse que una chica con la buena fama de Rocío pueda hacer con un tío con mi fama lo que hacíamos todas las noches. A los ojos de todo el mundo Rocío me estaba haciendo un gran favor y además compartíamos gastos, lo cual a ella no le venia mal.

De facto nos manteníamos leales el uno a los otros, a veces Rocío se daba una sesión de BDSM duro, algo que no le podía dar yo, pero que ella lo necesitaba. Sus agujeros probaban de todo menos la introducción de una polla. En general se iba a viajes organizados por su empresa a Londres o Múnich y ahí ella contrataba los servicios de un profesional que la ponía mirando a la Meca. Su viajes eran de una sola noche por lo que por alguna extraña razón mis necesidades de otros coños estaban bastante menguados.

No es que me metiese en su negocio, que no. Eso si, le estaba ayudando a invertir sus pingues beneficios. Rocío me lo había planteado, pero no podía dejar mi trabajo por ayudarla con lo suyo, le estaba dedicando muchas horas, pero no le podía dar exclusividad.

Acababa de darle por el culo a Rocío y ambos estábamos en pelotas en la cama adelantando trabajo para el día siguiente, la verdad es que no tenía demasiadas cosas que hacer por lo que empecé a ojear las hojas que Rocío iba soltando. A ella no le importaba porque recibía con agrado mis comentarios. Después de ver unos cuantos papeles bastante aburridos, mi anfitriona acabó con la hoja de clientes que habían cerrado para el día siguiente.

Los ojeé por ver si había alguna famoso o conocido. Mis ojos se quedaron a cuadros al ver el nombre de Sofía Fernández Márquez. ¿Sería la misma?

– perdona Roció. ¿aparte del nombre tienes más información de los clientes?

– Conoces a alguien.

– A esta – dije señalando en la hoja de papel a Sofía.

– Pásame mi Mac que lo miro – Le pasé el ordenador y dejé que teclease – aha, aquí esta. Joder con la tía.

– Viene mucho.

– Una, dos, cuatro, doce veces ha contratado con nosotros. La primera vez fue muy light pero desde entonces hardcore, de hecho lo de mañana es un especial.

– ¿Cómo de especial?

– Muy duro. ¿quién es?

– Es muy largo.

– Bueno – me dijo cogiendo mi flácida minga – o esto se pone dura ahora mismo y me lo vuelves a meter en el orto con fuerza o me empiezas a contar.

– Bueno, Sofía fue una compañera de trabajo, la típica mosquita muerta que empezó a trabajar conmigo en el BBVA. NI nos miramos hasta que una noche de farra la mosquita muerta vino y lo típico esa noche descubrimos que vivíamos cerca y además acabamos en la cama.

– Una loba.

– No, todo lo contrario, me costó follármela al verdad. Esa primera noche le toqué las tetas y poco más. En los siguientes encuentros la cosa fue avanzando poco a poco. Hablamos de la típica feúcha, poco cosa, muy conservadora.

– ¿cómo yo?

– Ella de verdad, bueno, o al menos eso pensaba hasta ahora. Bueno, el caso es que un día me la follé y me la estuve tirando año y pico. La típica historia, la tía follaba fatal pero estaba cerca de casa de nunca tenía plan, nunca decía que no y por lo menos me servía para descargar.

– ¿Y acabó follando bien?

– Na’, la típica que no quería follar con la luz encendida, solo en plan misionero, le chupar nada, ni siquiera ser chupada. En fin.

– ¿Y como acabó?

– Pues lo habitual. Algunas novietas, el llamarla cada vez menos y un día cuando la llamé me dijo que no quería acostarse con uno que le llenaba la barriga de esperma y se iba.

– ¿Y te la volviste a tirar?

– No, yo me fui del banco y nunca más me crucé con ella hasta ahora.

– Bueno, pues mañana la vas a volver a ver mañana. Cenamos y la vuelves a ver.

Me costó trabajar al día siguiente. Rocío me recogió en el curro a eso de las ocho.

Nos tomamos un coctel en un afterwork muy chulo. Nos tomamos un par de copas con tranquilidad para luego pasar a cenar al chino del Villagmana, un sitio que no me ha convencido nunca pero desde el que se veía la entrada del hotel.

Pedimos un vino y nos quedamos observando mientras saboreábamos un rico vino. A la segunda copa y después de haber pedido un menú que aun no nos habían servido. Sofía apareció tal y como la recordaba. Parecía una monja sin el habito, estaba más mayor pero la misma pinta de acatarrada sexual que tenía con 23 años.

– ¿esa es? – preguntó Rocío.

– Si, menuda pinta ¿no?

– Fon, de verdad, la mayoría de nuestros clientes son así. Hay muchos que no son así, desde luego, pero tenemos a muchas que como yo en una noche loca probaron esto y por su forma de ser la única manera de seguir con esto, es pagando.

Cenamos con tranquilidad, tomamos postre, un par de copas y aunque parezca increíble ni hablamos de la empresa de Rocío o de lo que íbamos a ver arriba.

Al acabar la segunda copa, Rocío pagó, una pasta.

Salimos del restaurante y nos dirigimos directamente al ascensor. Rocío mandó un mensaje por teléfono.

– me dicen que me dejan la puerta abierta – me dijo.

Llegamos a la planta siete.

– es la 736

– Una cosa

– Dime

– Y los del Villamagna no se mosquean de que montes estas cosas?

– Se hacen los suecos, pero piensa que hoy mismo tenemos 4 suites y 6 habitaciones cogidas. Esa es mucha pasta.

Entramos y como cuando vimos a la famosa Ana, la habitación olía a sexo que te cagas. En silencio dimos un par de pasos y nos encontramos a un musculoso con su polla metida en el ano de Sofía y un negro de 2×2 con un súper pollón metido en la boca de la mojigata que con lagrimas en los ojos chupaba como podía.

Sofía estaba más gorda, tenia mucho más culo, unas cachas enormes, sus pechos se habían caído y reblandecido. Colgaban por la naturaleza y pos dos pesos que colgaban de unas pinzas enganchadas en sus pezones. Sus brazos estaban amarrados a su espalda y un vibrador estaba incrustado en su canoso coño. Como esperaba estaba con los ojos tapados por una venda fuertemente atada.

La verdad es que la tía estaba desatada y parecía que esa doble penetración era la traca final a una sesión de sado duros. En un lateral de la habitación aun estaba abierta una cruz portátil donde dos amarres abiertos en ella y unos látigos tirados en el suelo delataba que antes de llegar nosotros le habían dado de lo lindo.

– ¿qué te parece?

– Ni ella misma se lo hubiese imaginado – dije entre susurros.

– ¿Quieres que te la coma?

– ¿Segura?

– Date el gusto – y saqué la polla del pantalón y apartando al negro se la metí en la boca a mi antigua amante. Esta agradeció que el calibre del nabo a lamer era menos y más manejable. Ni se planteó pensar que era tres las pollas y no dos. La verdad es que la chupaba de fabula. Siempre que me chupan bien pienso cual seria la historia mamadora de la ejerciente. La verdad es que el inicio de la historia de Gloria la conozco, pero me preguntaba por quien la enseñó a lamer pollas. Gloria sacaba la lengua intentando alcanzar mis pelotas, succionaba con fuerza, apretaba los labios. La verdad es que me estaba dando mucho placer. Rocío miraba satisfecha a mi lado. Gloria dejó de lamer cuando se corrió como una cría victima del campeón que le azotaba el ano. Saqué mi polla porqué Gloría se corrió con la boca abierta.

Rocío me hizo una seña para que le diese por el culo. Me tiró un condón cuando cambié de lado y me susurró al oído – aquí follamos a pelo y con certificado medico, pero quiero que luego me la metas a mi y no quiero que me metas parte del culo de esa belleza – yo sonreí.

Hacía años que no me ponía un condón, uno es así. Cuando el musculado se apartó yo apunté mi nabo hacía aquél esfínter dilatado y agarrando las grandes nalgas empecé a bombear con fuerza. Gloria empezó a gritar de gusto y ante mi sorpresa empezó a correrse como una loca. Me hubiese corrido yo también, pero la saqué de aquel nabo pues quería dedicar mi corrida a mi amiga, novia o no se que coño es.

Creí que la cosa acabaría ahí, pero los dos musculosos hicieron algo en donde vi el sello de Rocío.

Agarraron a la mujer y la volvieron a colocar en la cruz a pesar que le temblaban las piernas.

Le arrancaron las pinzas de los pezones sin miramientos. Rocío no pudo ni gritar pues un fuerte latigazo le cruzaron los pechos.

Le metieron por el culo un vibrador y en el coño un plug. Azotaban sus pechos con fuerza.

– ¿cómo eres tan cerda? – le preguntó el negro con un acento cubano muy marcado.

– Porque me gusta señor.

– Cuando empezó a gustarte.

– Desde hace años.

– Cuéntamelo con todo detalle si quieres que te descuelgue de la cruz zorra de los cojones.

– Empecé a follar por vicio cuando empecé a trabajar en el BBVA. Era una cría y me enamoré locamente de un compañero de trabajo que solo me quería para tomarme. Al principio me sentía culpable, pero poco a poco empecé a cogerle el gusto, pero sin pasarme ya que me daba vergüenza. Poco a poco este chico empezó a dilatar sus llamadas y folladas. Yo me empecé a masturbar mientras esperaba sus llamadas, los pezones se me ponían como montañas . Un día empecé a tirarme de los pezones y me encantó. El tal Alfonso salió de mi vida pero sin embargo mi pasión por ese placer que el dolor provocaba me hizo empezar a buscar pollas más gordas, hombres más bruscos, sensaciones nuevas y sexo más salvaje. Aquello no casaba ni con mi vida ni con lo que aparentaba, por lo que debía de ir a ciudades como Barcelona, Valencia o Bilbao a buscar machos que me pusiesen como yo quería. Empezaba tirándome salvajemente de los pezones o pidiendo que me los mordiesen con saña. Cunado me encularon por primera vez eso entró en el catalogo de las cosas que buscaba en un hombre. Cunado conocí la app y vi que en Madrid podía conseguir lo que vosotros me dais, me cambio la vida.

La azotaron durante un cuarto de hora más y los dejamos recogiéndola del suelo para meterla en la bañera.

Me follé a Rocío con tanta fuerza y tanto deseo que nos dieron las seis de la mañana. A las cuatro de la mañana y viendo como las tetas de mi amante botaban en mi cara decidí que al día siguiente no iría a trabajar, a las cuatro y media y con mi polla en su culo le propuse hacernos socios y a las cinco y cuarto de la mañana mientras se corría con mi polla en su culo aceptó la oferta siempre y cuando fuésemos novios oficiales. Le inundé el coño con mi espesa lefa. Ella me la limpió con la boca lamiéndome incluso el ojete, algo que no me desagradó.

Esa noche dormí en su habitación llevando mi cepillo de dientes a su baño, ahora el nuestro.

CONTINUARA…