Mi alumna haciendo topless, uno de los encuentros más casuales y raros de mi vida, pero que le saque mucho provecho

Carlota está relajada con los ojos cerrados sobre la toalla. El suave sonido de las olas del mar acarician su serenidad mientras unos radiantes rallos de sol azotan la palidez de su piel, propia de una chica de ciudad.

Una suave brisa le trae el olor del agua marina junto con un chispeo acuático, apenas perceptible, que la premia con una sutil pero preciada sensación de frescor. Las voces de las conversaciones ajenas y de los niños jugando viajan suspendidas en el aire, colándose entre el romper de las olas y profanando su elevado y místico estado.

-Eh tía, ¿Hacemos topless?- dice Eva en voz baja.

-¿Que dices?… yo paso- responde Carlota sin siquiera abrir sus ojos.

-Vaaaa ¿Por qué no?- ya a plena voz -Aquí no nos conoce nadie-

-Hazlo tú, a mi déjame en paz- sin abandonar su pose tumbada boca arriba.

En el fondo le apetece, pero es demasiado recatada para destaparse en una playa con tanta gente; no está habituada.

-!Que demonios!- Eva se destapa rompiendo por primera vez la quietud de su amiga.

-!Tíaaaa!- fingiendo sentirse escandalizada cuando lo que siente es el desafío.

-Me voy al agua, aquí te quedas-

Eva camina despreocupadamente hacia las olas bajo la atenta mirada de Carlota. Son las mejores amigas desde pequeñas. Una sabe todo de la otra y gozan de un grado de complicidad extremo. Sentada en su toalla, sobre la arena blanca, se siente feliz y nota ligera su existencia una vez dejada a tras la pesadez de los exámenes finales. Han sido semanas de gran esfuerzo pero por fin ha superado la dura prueba. Ha obtenido grandes resultados, en la selectividad, que le permitirán elegir la carrera que quiera en cualquier universidad.

Ahora se encuentra por encima de todas esas preocupaciones caducas y se dispone a disfrutar de unas soleadas y merecidas vacaciones. No está dispuesta a que nada ni nadie le corte las alas, ni siquiera las miradas indiscretas de unos desconocidos; así que, de pronto, se libera de sus complejos y se queda solo con la parte de abajo del bikini puesta.

Anda guardando su compostura, soportando estoicamente la ardiente arena bajo sus pies. Se encamina hacia el reencuentro con su amiga mientras ella disfruta de un delicioso baño marino. El alivio que le otorga la humedad de sus últimos pasos precede el impacto de un agua inesperadamente frío. Es solo la primera impresión. Consciente de su grado de desnudez, intenta mantener la elegancia haciendo frente a los gélidos ataques de cada ola mientras se adentra en el mar. Eva rompe todo su glamur sorprendiéndola con fulminantes salpicaduras.

-!Aaaaaaaah! !¿Serás perrraaaaah?!- exclama Carlota alienada del resto del mundo.

-Jajjajjaa, lo hago por ti, para que no dudes tanto al entrar- con recochineo.

Ella escucha esa burla ya sumergida en el agua. Vestida por las aguas se siente más segura y ya no tiene apenas frío. Mira a su alrededor. Afortunadamente nadie parece inquietado por su liberación aunque, desde luego: todo hubiera sido más discreto sin las fechorías de su amiga.

El caso es que Carlota tiene la impresión de tener demasiado pecho. No es un pecho descomunal pero, teniendo una figura más bien esbelta, sus tetas adquieren un gran protagonismo en su silueta y rezuman sexualidad. Es consciente de lo buena que está en todos los sentidos pero su personalidad, algo reservada, la empuja a intentar pasar desapercibida siempre que puede.

Hoy es diferente. Todo eso da igual porque se encuentran a unos cincuenta kilómetros de su ciudad y en esta playa no hay nadie que la conozca.

La arena no está abarrotada aunque hay bastante gente. Es una cala que antaño fue bastante inaccesible y secreta pero, a día de hoy, son multitud los bañistas que conocen su ubicación y que no dejan escapar la oportunidad de acercarse a tal paraíso costero. Las chicas lo están pasando realmente bien.

-¿Qué? ¿Salimos ya?- dice Carlota.

-No, todavía no, un poco más- suplica a modo de niña pequeña.

Eva parece un poco extraña. Está tramando algo y, conociéndola, no puede ser nada bueno. Puede que le haya echado el ojo a algún chico. Aunque es un poco gordita, tiene tal seguridad en sí misma que le resulta fácil ligar con quien quiere y la playa resulta un sitio bastante ideal para sus travesuras.

Carlota siente el desplazamiento lateral al que intenta arrastrarle su amiga a cada paso que dan hacia la orilla. El agua apenas les llega ya a la cintura. La expresión de Eva empieza a preocuparla de verdad ya que transmite un alarmante grado de culpabilidad. De pronto unos fuertes latidos la golpean por dentro al reconocer una cara conocida:

-Hola Carlota- dice Alex.

-… Aah… Hola- pronuncia ella apresada por un imperioso asombro.

Sonrojándose por segundos, Carlota ata con su mirada los ojos de su interlocutor para asegurarse que no miran donde no deben.

Por un momento, la chica ha sentido el impulso de dejarse caer para que el agua arrope de nuevo sus tetas, pero una bofetada de sentido común la ha detenido a tiempo salvándola de lo que hubiese sido una situación todavía mucho mas bochornosa.

-Al final lograste aprobar mi asignatura- dice él con toda normalidad.

-Sí. Ya ves… Me costó lo suyo pero al final lo logré- suspira ella.

Mientras intercambian algunas frases frívolas y ligeras, ella no puede evitar protestar interiormente contra el cruel destino que la ha empujado a encontrarse con su profesor de ciencias sociales. Precisamente el más duro y con quien tuvo una relación más tensa. Alguien que la humillo varias veces en clase, sobre todo ese día que la pillo copiando en un examen. Un personaje que, en el curso pasado, la suspendió por pocas décimas y la obligó a estudiar su asignatura durante todas las vacaciones. Un ser tan despreciable que…

-Perdona que haya sido tan duro contigo pero ya verás como algún día me lo agradecerás-

Mientras termina la frase, mira a su hijita pequeña que chapotea a pocos metros entretenida con sus gafas de bucear y una pala. Carlota aprovecha para echarle una mirada a su amiga, quien hace alarmantes muecas de ninfómana en celo.

-!Clara! !No te alejes! !Acércate va!-

Lo cierto es que, viéndolo en clase, nunca hubiera sospechado que su profesor tuviera ese cuerpo tan musculoso. Parecía más bien grueso y cavia pensar que le sobraban algunos kilos, pero la sincera luz solar, le revela que no hay nada que le sobre a ese cuerpazo lleno de masculinidad.

****

-Yo creo que te mira- susurra Eva.

-Anda, déjalo ya- contesta Carlota armándose de paciencia.

Apenas diez metros separan sus localizaciones encima de la arena. Alex está junto a su mujer, que no parece estar gozando del idílico día playero amorrada a su ordenador. Mientras tanto la pequeña clara sigue entretenida con sus herramientas, construyendo un chapucero castillo de arena.

-Lleva gafas de sol para poder mirarte de reojo- insiste Eva.

-¿Cómo me has podido hacer esto? Con el corte que me da…- resentida.

-Sí… pero te veo con una postura muy sexy ¿Estás posando?- chinchándola.

-!¿Pero qué dices?!- escandalizada.

Una breve pausa deja respirar la conversación hasta que Eva la retoma:

-Mira la Moco ahí amorrada al ordenador… Es fea ¿eh?-

-Pues sí. Es un asco de tía. Suerte que el próximo año ya no me dará lenguas-

-Además de fea, borde y mala profesora: yo no me enteraba de nada- sonriente Eva.

-Pero la niña les ha salido muy mona, es un encanto.

Alex las sorprende de pronto mirando hacia él y las dos reaccionan rectificando abruptamente su postura. Su sincronía ha sido muy delatadora.

-Mierda, nos ha pillado- dice Eva rompiendo una carcajada

-!Joh! Que mal. Yo estaba mirando a la niña- Carlota avergonzada.

-Sí, sí… eso díselo a él-

Carlota cortó con su novio hará un par de meses. Fue una relación tormentosa con un chico que de ningún modo la merecía; al menos eso es lo que piensan las dos amigas, que suelen coincidir en sus opiniones. Desde entonces no ha tenido ni una triste cita. Pero una vez pasado el calvario académico de fin de curso, nota una inquietud en sus entrañas que parece alimentada, en parte, por la llegada del verano. Se podría decir que es una gata en celo.

-Ola Katota- pronuncia Clara a duras penas.

-Hola preciosa- contesta Carlota abandonando su estado relajado y soñoliento.

-Kogemos… barco con papá… ¿venís?- dice la pequeña gesticulando cómicamente.

-Eso es una invitación formal- señala Eva.

Alex saluda desde lejos y señala su barca hinchable familiar.

-!¿Que hacemos tía?!- dice Carlota apretando los dientes y abriendo mucho los ojos.

-!Vamos!- contesta Eva emocionada.

-Pero está la Moco ahí-

-Déjala, no se entera de nada. No sé, yo voy- y se levanta.

-!Espera!- dice Carlota siguiéndola mientras restaura su bikini completo sobre su cuerpo.

Clara guía con paso alegre y titubeante a las dos chicas a través del entramado de toallas sobre la arena. Un silencio lleno de expectativas acompaña a Carlota y a Eva en su trayectoria. Cuando llegan, Alex ya está subiendo a su hija sobre la barca de remos.

-Isabel no quiere despegarse de la pantalla. Está corrigiendo trabajos- dice fastidiado.

-Bueno, no tendrás a una de cuarenta… pero tienes a dos de veinte- Eva con picardía.

-Isabel ya pasa de los cuarenta- dice aún mas resignado.

-Y nosotros no llegamos a veinte todavía- corrige Carlota siguiendo el juego.

-Ni sumando a Clara… las tres no sumamos la edad de tu mujer- golpea Eva.

Alex la mira con complicidad procurando que no le caigan los ojos hacia sus desinhibidas tetas regordetas. Mientras empieza a remar sigue con la conversación.

-¿Que quieres que te diga? Nos hacemos mayores- suspirando.

-Ya Alex, pero en serio: ¿La Moco?- dice Eva rompiendo por completo el protocolo.

-!Tíaaaaaah!- intenta frenarla escandalizada Carlota.

-No, no te preocupes. Ya sé que todos la llamáis así, lo que no se es porque- interrogante.

-Es porqué habla mucho y cuando lleva un rato se le hace un moco asqueroso en la boca-

Eva parece totalmente carente de tacto pero eso forma parte de su encanto. A Alex no parece molestarle lo más mínimo y Carlota se percata de que su propio enfado no tiene ningún sentido. Cada uno de los vigorosos golpes de remo del profesor les distancia más del mundano sonido de la muchedumbre y les adentra en una tranquilidad aliñada místicamente por el sonido de las olas.

-No siempre fue así- dice él tras unos instantes de silencio.

-¿Como era?- se interesa Carlota.

-También ella fue alegre, juvenil y espontanea; pero los años la han cambiado.

-Debe ser un coñazo compartir la vida con ella. ¿Perdona eh?-

-No Eva, en casa no es como en clase. Pero debo reconocer que la llama se apagó hace tiempo. Tanta corrección y pragmatismo, tanta rutina, en el trabajo, en casa, en la cama…

-Yo le vomitaría encima si tuviera que acostarme con ella- insistiendo en su actitud hiriente.

-Eva, cállateeee- interviene Carlota incomoda.

-No. A ver. Alex: Estás todo el día rodeado de adolescentes preciosas como nosotras y… ¿Te tienes que conformar con eso? A mí no me engañas- dice Eva desafiante.

-Todavía no he intentado engañarte Eva. Ni si quiera me has hecho ninguna pregunta-

-¿En quién piensas cuando follas con tu mujer?- Eva le ensarta con su incisivo interrogante buscando sus ojos.

Unas salpicaduras accidentales mojan a Carlota rompiendo su quietud expectante. Clara sigue en proa enajenada, mirando a través de las cristalinas aguas que están surcando. Alex deja de remar un momento para conectar la mirada con su agresiva interlocutora.

-No pienso siempre en la misma mujer- responde mostrándose transparente.

-¿Pero piensas en las alumnas?- dice Eva sonriendo con maldad.

-Eso sí que no te lo voy a decir- negando con la cabeza.

-¿En quién pensaste la última vez?- insiste Eva llena de curiosidad.

-Hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo- subiendo su mirada como si en el cielo estuviera la respuesta -lo que sí sé es en quien pensaré la próxima.

Una mirada fugaz conecta los ojos de Alex con los de Carlota haciendo pedazos el suspense que parecía proponer su frase. Algo golpea muy fuerte el corazón de la chica que se siente completamente aludida por muy escueta y accidental que haya sido ese vistazo.

Eva aspira bruscamente a modo de exclamación mientras su amiga la mira con los ojos muy, muy abiertos negando con la cabeza y suplicando discreción. Alex intenta disimular mientras rema hasta que de pronto, Clara aparece en escena:

-Papa, papa, ayá- señalando un pequeño islote de rocas negras cercano.

-¿Que pasa amor? ¿Quieres ir allá?- evaluando la distancia.

-No está muy lejos- dice Eva todavía consternada.

-Ahí es un buen sitio para tomar el sol sin nadie que te moleste- señala Carlota.

-No sé yo si encontraras un sitio muy cómodo en esas rocas- dice Alex mientras se encamina con esfuerzo.

El color amarillo del bote es aún reluciente y uniforme, sin marcas… huele a nuevo. Una inesperada ráfaga de viento parece acompañarles en el trayecto. Aún estando a gran profundidad, el fondo marino se distingue a través de tan limpias aguas. Clara señala emocionada los diferentes peces que va encontrando por el camino.

-Ya no queda mucho- afirma Alex masticando su propio esfuerzo.

-!Io kiedo, io kiedo!- dice la niña mientras señala emocionada el islote.

-¿Que pasa Clara? ¿Quieres nadar hasta la isla?- se interesa Eva.

-Vamos cariño, ponte los manguitos si quieres ir- le indica papá.

-¿De verdad vas a dejarla nadar aquí? ¿No es muy pequeña?- se preocupa Carlota.

-Esos manguitos son más seguros que un flotador y a ella le encanta nadar.

-Yo la acompaño ¿Vamos Clara?- dice Eva muy motivada.

A penas terminar esa frase, se lanza salpicando a su amiga con un sonoro «Chof»

-No estamos un poco lejos aún- observa Carlota.

-Déjalas, no hay reto si no tienen que nadar unos metros- despreocupado.

-Pero vigila no se rasque con las rocas eh Eva-

-!Vamos Clara! !!Salta!!- dice Eva con voz muy aguda y enfática. -Ten cuidado tú no te pinches con algo- le dispara a su amiga insinuante con una mirada sonriente.

Carlota prefiere no indagar en el sentido de esa última advertencia temiendo una bochornosa aclaración y se limita a observar como la niña chapotea salpicando felicidad y entusiasmo. Mientras se alejan lentamente, la chica se da cuenta de la situación que le acecha. Sin la intensa presencia de su amiga, que rellena con creces cualquier silencio incómodo con su divertida personalidad, una lluviosa nube de incertidumbre le amenaza.

Aún sin mirar a su profesor, intenta mantener la atención en ellas todo el tiempo que puede. «¿Cómo no lo he visto venir? ¿Y ahora qué?» Cuando siente que su propia quietud hace más abismal la ausencia de su amiga, decide dirigir de nuevo la mirada hacia Alex para decirle algo que todavía no se le ha ocurrido. Él parece mucho más cómodo reclinado con sus gruesos brazos encima de los laterales de la barca.

Carlota parece percibir, de algún modo, que su acompañante lleva rato sin quitarle ojo. Abre la boca como queriendo decir algo pero no le sale ninguna palabra aún.

-¿Qué te pasa?- dice Alex condescendientemente.

-Nada ¿Y a ti?- un tanto ofendida.

-Solo es que te veo un poco cortada con migo ahora-

-Ah, no, es que me preocupa un poco la niña-

-¿Puedo pedirte algo?- previo pausa.

-¿Qué?- escueta y temerosa.

-Enséñame las tetas- con inquietante naturalidad.

-!¿Qué?!- con gran sorpresa y risa nerviosa. ¿Q.Como q…? !Nooo!

-Vamos, antes las llevabas al aire, que más te da-

-Pues eso, ya me las has visto- sonrojada y sin salir de su asombro.

-No, no me dejabas, me mirabas fijamente para vigilarme- sonriendo.

-¿Pero a ti que te pasa?- indignada. -Tu hija está ahí y tu mujer…-

-Clara está en otro mundo ahora y mi mujer tiene la cabeza mucho más lejos aún-

-!Me da igual!- abriendo los brazos y negando con la cabeza.

-Que tonta eres. Eva ya estaría jadeando encima de mi-

-Pues llámala y os dejo solos… yo no he buscado esto- desviando la vista.

-Vamos Carlota, ya no estamos en clase, nunca más estaremos ya ahí-

-Menos mal porque te odio y después de esto todavía más- a la defensiva.

-No me odias. Me has odiado mucho en el pasado pero ahora ya no-

-Me da igual lo que pienses- sin ser capaz de contactar su mirada.

-Cuando he despertado esta mañana, no podía imaginar que te encontraría aquí y que me quedaría a solas contigo en mi bote, en alta mar. ¿Sabes? En otra realidad yo no te digo lo buena que estás y lo cachondo que me pones; me limito a pensar en ti tocándome por la noche, imaginando lo que hubiera pasado. Pero ¿te digo una cosa? No quiero ser un habitante de esa realidad- complacido con su justificación.

Por primera vez Carlota le premia con su mirada de nuevo y con un tono más calmado le dice:

-¿Tú siempre tan elocuente no?- con cierto desprecio menguante.

-Si no lo fuera no sería tan buen profesor- lleno de confianza.

-Vale pero no te voy a enseñar mis pechos- cerrándose en banda.

-No me los enseñes, solo déjame tocarlos… no me quites eso- victimista.

-Estás loco- resoplando y mirando el islote.

-Míralas, ya han llegado- empatizando su mirada.

-Desde aquí nos pueden ver- añadiendo contras.

-Clara está para otras cosas y tu amiga estaría encantada de que ocurriera algo entre nosotros-

****

Eva se asusta por un momento mientras ve, a lo lejos, un forcejeo en la barca, aún así, Carlota no pide auxilio. Sabe que ha sido ella quien ha empujado a su amiga a esa situación y nunca se perdonaría que le ocurriera algo malo. Clara se percata de su estado ausente y busca con la mirada lo que tanto la distrae.

-ke aze papá- estrañada.

-Solo juegan cariño, se hacen cosquillaaaahs- emulando dicha acción con la niña.

-ahjahjahj- ríe Clara despreocupada.

Se encuentran a unos treinta metros de distancia ya que la constante brisa les ha distanciado un poco. En el islote, la niña cree haber descubierto un nuevo mundo mientras su tutora sigue pendiente de la barca.

****

-!Que me dejes cerdo!- con rabia contenida mientras Alex la manosea.

-¿Qué te pasa? ¿Tienes novio o algo?- relajando un poco su ataque.

-No te importa- con la respiración acelerada mientras intenta recogerse en el borde de la embarcación.

Su mirada esquiva no le permite ver la nueva maniobra de su acosador, quien la sorprende ya libre de la cobertura que le ofrecía su bañador:

-Mira lo que me has hecho- señalando su grotesco pollón con la mirada.

Alex está todavía muy cerca de Carlota, en el centro de la barca. La chica no puede evitar fijar la mirada en esa poderosa tranca una y otra vez sin salir de su asombro.

-Estamos en un punto de no retorno cariño ¿Qué vas a hacer?- impasible.

-¿Que, qué, qué… qué?- consternada

-En pocos minutos estaremos de vuelta y nunca más volverás a estar con migo.

A pesar de todos sus reparos, Carlota está muy cachonda; y es que no siempre el odio es una vacuna válida para la lujuria. Alex… hace apenas una hora, era alguien a quien nunca hubiera imaginado dentro de ella. Su profesor más temido y detestado, ahora está tal y como dios lo trajo al mundo implorándole su favor. La situación es insostenible. La chica, sintiéndose prisionera de los límites de la embarcación, mira a la orilla en busca de una salida pero algo la frena.

-¿No estarás pensando en saltar?- pregunta Alex con renovados temores.

-¿Tú qué crees?- intentando señalar lo obvio de su respuesta.

-No seas mojigata. No voy a hacerte ningún daño. Yo me debo a mis alumnas. Solo intento enseñarte una última lección-

-¿Pero qué? ¿De qué hablas?- incrédula.

-Solo quiero sacarte de tu zona de confort, abrirte nuevos horizontes, nuevas sensaciones- justificando sus actos.

-¿Y todo eso lo vas a hacer con tu poya?- rebajando sus elevadas pretensiones.

-No seas simple Carlota, hasta la escultura más hermosa se esculpió con algo tan burdo como los golpes de un martillo-

-No soy simple, solo intento ponerte en tu sitio porqué parece que has perdido tu lugar- peleona.

-Yo no lo creo. Estoy fuera de lugar cuando estoy en medio de la ciudad, saliendo del tráfico para entrar en una clase repleta de niños que me odian y que no tienen ningún interés por aprender. Ahora, ahora estoy en mi lugar, gobernando my barco, surcando mares vacacionales, lejos de la inmundicia urbana, desnudo bajo el sol de la verdad junto a una hermosa sirena-

-¿Es que también eres profesor de poesía?- con ironía.

-Sí- tan rotundo como escueto.

Su poética retórica es infranqueable aunque Carlota no duda de que lo único que quiere ese hombre es follarla vilmente. Aun así, cierto es que lo único que les separa de un gozo tan tentador son unos pocos valores que se tambalean bajo el peso de un deseo tan insostenible.

Su profesor más odiado le está dando mucho morbo desde hace ya un buen rato y la comunión de las circunstancias parece empujarla hacia sus libertinos brazos. Carlota pronuncia una frase a modo de timón para encaminar ese devenir.

-Bueno. Vamos a ver. No sé muy bien cómo resolver esto pero… creo que podemos llegar a un acuerdo- con cara pensativa.

-¿Y cuál es el acuerdo en el que estás pensando?- replica Alex completamente desinhibido con su desnudez.

-Voy a enseñarte mis tetas de nuevo pero nada más. Tú te darás por satisfecho y nadie se irá disgustado a casa.

-Eso no me parece justo dado que ya te las vi antes, necesito que me ofrezcas algo más para quedarme contento-

-… … … Puede que deje que me las toques un poco. Te dejaré tocármelas pero solo un momento- insistiendo en su propia decencia.

-De acuerdo, pero quiero usar my boca. Quiero besar y morderte las tetas.

Carlota levanta las cejas con la mirada perdida sospesando esa contraoferta sin demasiados reparos.

****

Los ojos de Eva se debaten entre su custodiada y los acontecimientos que ocurren a lo lejos, a bordo de esa embarcación domestica. Esos confusos movimientos de proximidad, eclipsados parcialmente por la melena de su amiga, van adquiriendo un carácter mucho más explícito y sugerente.

-!Papaaaá! !Papaaaá!- grita Clara con toda la potencia que le permiten sus pequeños pulmones.

-Cállate tesoro, están lejos, no puede oírte-

-Pedo io kiedo ke vengan-

-Déjalos que jueguen un poco más. De seguida iremos-

Eva se siente decisiva en la evolución los acontecimientos, aunque una parte de ella desearía estar ahí, participando de el frenesí que balancea libidinosamente ese bote hinchable. Clara es demasiado impetuosa para dejarse mandar por una recién llegada a su vida y abandona sus rocosas estancias para nadar, en el mar abierto, hacía su querido papá. Su ritmo es tranquilizadoramente lento y no representa una amenaza, ni para la intimidad de los amantes, ni para la pura sensibilidad de la niña.

****

-Tu hijita te llamaaah, oooh, ooh- Carlota rompe un silencio que se estaba dilatando inquietantemente.

-Dejalaaaah, dejala que chilleh, aaah- la respiración acelerada condiciona su pronuncia.

La chica está disfrutando de los momentos más excitantes de su vida. Encaramada encima de Alex, nota como su poderosa polla la penetra muy adentro. Ambos están ya completamente desnudos y a penas median palabra inmersos en esa cabalgada. Carlota se siente extraña mientras las grandes manos de su profesor se apresuran a reconocer sus encantos con fuertes magreos. Ella no cesa tampoco en frotar sus musculosos pectorales a modo de apoyo.

Nunca se hubiera imaginado esta situación con un hombre tan mayor que, hasta el día de hoy, jugaba un papel tan distinto en su vida. En medio del ajetreo, Alex insiste en morderle las tetas de nuevo. Ella adapta el gesto para darle acceso mientras siente su feminidad disparada al son de sus propios gemidos; gemidos que, en cierto modo, parecen fuera de lugar frente a un interlocutor tan conocido a la vez que tan desconocido en este nuevo contexto.

Nota las prisas de sus pasiones más bajas para acelerar sus ondulados movimientos. Ese ajetreo carnal persigue una meta cada vez más cercana. La humedad de la saliva de Alex en sus pezones erectos se acompaña de numerosas mordeduras y ávidos lametones que intentan abarcar toda la superficie de sus grandes tetas. Mientras tanto, sus varoniles manos recorren sus nalgas y sus muslos.

La aleatoria rotación de la barca ofrece a Carlota la panorámica de la lejana orilla repleta de bañistas; la cual cosa la hace sentir más desnuda, a pesar de que la distancia parece ser suficiente garantía de discreción… a menos que alguien les observe con prismáticos.

Unos gloriosos escalofríos estremecen a la chica sacudiendo su percepción y agudizando sus sentidos por momentos. Nota el aire caliente, el olor tan peculiar de la goma del bote calentada al sol, las frescas salpicaduras marinas, el pelo desgobernado sobre su rostro… pero sobre todo siente ese poderoso pedazo de carne repleto de deseo que la penetra ferozmente al son de lujuriosos jadeos bilaterales. Incluso el bote parece unirse a la fiesta sonando con cada envestida.

Un inesperado contacto visual se establece permaneciendo a pesar de esos ajetreados movimientos; parece la clave para que ambos tomen conciencia el uno del otro más allá de tan colosal gozo. «Sí, es cierto esto que está ocurriendo contigo».

Alex nota como su sistema nervioso empieza a confabularse, desde sus rincones más periféricos, con millones de pequeños corrientes que confluyen y se suman en uno solo, abrumándole con la llegada de un inaplazable orgasmo a modo de ola gigante.

Carlota se muerde los labios intentando callar sus quebradizos gemidos mientras se corre holgadamente. Cuando aún tiene sus ojos en blanco se ve arrollada violentamente y cae sobre el centro de la barca mientras su profesor la encañona inesperadamente con su polla.

-Nononono- pronuncia ella temiendo esa inminente salpicadura.

Su última silaba de negación se enlaza con el estallido de tan pringosa amenaza. Un caudaloso chorro de esperma se derrama vigorosamente sobre ella, impulsado por fuertes contracciones fálicas.

-Toma, toma, toma- sentencia él con cada entrega.

La chica nota el impacto de cada gota sobre sus tetas, cuello y cara, viéndose obligada a cerrar los ojos para evitar males mayores. No da crédito a la magnitud de esa corrida que parece no tener fin. Sintiéndose embadurnada de humillación, se lanza al mar nadando muy profundo. Está aturdida por su reciente estallido biológico y por la asquerosa y arrogante eyaculación de su profesor, pero al notar el agua más frío, a lo hondo, recuerda que le da pánico la profundidad y la urgencia de volver a la superficie eclipsa todo lo demás.

Se ha frotado bien aún con sus ojos cerrados, purificándose física y mentalmente en el silencio oceánico mientras ascendía.

Cuando logra abordar de nuevo el bote, se percata de que Alex, con el bañador puesto, ha recuperado la normalidad mientras se dirige a su hijita muy cercana ya:

-Vamos Clara… papá te ayuda a subir- mientras alarga el brazo.

-Xii… … va- sonríe Clara mientras se deja apresar por su padre.

-¿De dónde sales Carlota?- pregunta Eva chistosamente aún desde el agua.

-No, nada, me estaba dando un baño- avergonzada mientras termina de subirse completamente desnuda y se apresura a recuperar su bikini.

****

Carlota recupera su posición sobre la toalla y se tumba boca abajo para tomar el sol. Unos instantes después regresa Eva con una sonrisa llena de satisfacción:

E: Eres una borde ¿eh niña? no has dicho nada en toda la vuelta. Suerte que tengo labia.

C: Cállate zorra.

E: ¿Zorra yo? Perdona, pero no soy yo quien se acaba de tirar a su profesor en alta mar.

C: Es por tu culpa.

E: Anda que no te ha gustado perra.

Una sonrisa incontenible desmonta la frialdad que intentaba mantener Carlota desatando la risa de su escandalosa amiga.

-En toda la cara tía. Se me ha corrido en la cara, y me ha dejado las tetas bonitas también… – negando con la cabeza.

-Ya me hubiera gustado a mi beber de esa fuente- llena de envidia.

-Tú porqué eres una guarra, pero yo soy una princesa refinada- mirándola por encima del hombro.

-!Ui! Sí. mira tú a la monja recatada- burlándose.

-Suerte que tenía el mar ahí para limpiarme bien… imagínate que me hace esto en clase- resignadamente.

-Uyuyuyuy… en clase, que morbo- cómplice.